La caverna de Inda

La caverna de Inda

Todos los domingos, a media noche, acudimos puntuales a la cita. La contraseña cambia cada semana y debes vigilar que nadie te persiga. No hay cobertura, ni luz. Solamente nos iluminan las velas. Somos pocos, pero con una importante misión: no comemos, no dormimos, no pensamos en otra cosa que no sea confabular. Inda nos da las coordenadas y todos ponemos nuestras plumas a funcionar. Se nos iluminan los ojos, de un color rojo y gualda intenso. Y caminamos hacia nuestras casas hipnotizados…

A juzgar por lo que leo últimamente, más de uno debe pensar que escribir para un periódico significa más o menos eso. Desde luego no es mi caso ni el de quienes nos dedicamos a escribir opinión. En ninguno de los diarios en los que colaboro actualmente he sentido la más mínima presión, el más mínimo atisbo de pretender enfocar o dirigir mis palabras. Sí he sufrido manipulación -grave- con publicaciones sobre mi persona, y quizás sea necesario señalar que los más dañinos han sido medios que habitualmente suelen considerarse «progresistas» —vaya por delante que tengo en mente diarios que son reconocidos y, para algunos, referentes—.

Según apuntan numerosas publicaciones en blogs y redes sociales, alguno, como el director de eldiario.es Ignacio Escolar, se ha permitido el lujo de demostrar su libertad de prensa echando a la calle a colaboradores que se mostraban críticos con determinada formación política. Este señor, que puso el grito en el cielo porque le echaron de una cadena, habría hecho lo mismo anteriormente con uno de los colaboradores de su diario por criticar con dureza a Podemos.

Quiero decir con esto que la libertad de opinión se demuestra precisamente ejerciéndola libremente. Donde se pueda, donde a una se lo «permitan», porque cuando se tiene algo que decir cualquier espacio y momento debe ser responsablemente aprovechado. He acudido donde me han invitado a participar, siendo incluso expulsada de 13TV en directo por dar mi opinión. Isabel Durán se atrevió a decir que era demócrata mientras me invitaba a marcharme. Hay quien piensa que debe ajustar su pluma a la línea editorial que se le supone al medio —del miedo al medio solo cambia el orden—. Otros, sin embargo, somos absolutamente libres y, quizás por ello, haya quien quiera contar con nuestras opiniones, de la misma manera que en otros lugares no quieren ni escuchar nuestros nombres.

Lamento decirle al lector —sobre todo al que simpatiza con la formación morada, que llevan días de campaña tratando de desprestigiar mis escritos por ser publicados en un diario que suele llevar en portada una batería de noticias sobre su partido de referencia— que no hay caverna, ni velas ni rituales. Que no tengo contacto con el director de este medio, concretamente desde aquél día que me enfrenté a sus compañeros en un plató de La Sexta y no me volvieron a llamar para participar en la tertulia. De hecho, muchas veces no comparto su opinión ni su manera de plantear las cuestiones. No obstante, no camino con los ojos iluminados y colaboro en su medio con total libertad. Mis líneas son libres, sinceras y comprometidas tanto con mis principios como con mi manera de entender el trabajo. Así ha sido desde que comencé a escribir en OKDIARIO. Muy al contrario, tengo entendido que en otros sitios, por menos, andan purgando en sus publicaciones. Y encima se creen demócratas. Ya ve usted.

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