La becaria Irene Montero en el Consejo de Ministros

La becaria Irene Montero en el Consejo de Ministros

Irene Montero fue una estudiante sobresaliente. En 2013, con 25 años, ya había terminado la carrera de psicología y un máster en Psicología de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid con tan buenas notas como para conseguir que le dieran una beca de formación del profesorado universitario. Estas becas se conceden para que los alumnos más brillantes dispongan de 1.200 euros al mes durante cuatro años y así poder dedicarse a su tesis doctoral. Las becas de FPU también financian estancias en universidades extranjeras y Montero eligió que entre todos le pagásemos su estancia en Harvard para terminar su tesis, lo cual debería haber hecho en 2017, pero no fue así. Hasta entonces su único trabajo remunerado había consistido en menos de un año como cajera de una cadena de electrónica.

A mediados de 2014 Irene Montero se unió a Podemos desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y en noviembre de ese mismo año entró en su Consejo Estatal siendo nombrada responsable de Movimientos Sociales y directora del gabinete de Pablo Iglesias, motivo por el que renunció a ir Harvard y a terminar su tesis, aunque no consta que devolviera el dinero ya cobrado de su beca. Por aquellas fechas era muy sonado el romance de Pablo Iglesias con Tania Sánchez, una política que ya entonces acreditaba una amplia trayectoria en Izquierda Unida. Pero a finales de 2014, pocos meses después de que Irene se uniera a Podemos y justo cuando fue nombrada jefa del gabinete de Iglesias, Tania y Pablo pusieron fin a su relación. En marzo de 2015 la revista Vanitatis publicó un reportaje en el que sugería la existencia de un idilio entre Iglesias y su asistente Dina Bousselham.

Pero el periodista Javier Negre contó en la COPE que cuando en 2015 le robaron el móvil a Dina Bousselham, ése que finalmente llegó a manos del comisario Villarejo, Iglesias no denunció como parte afectada porque salía ya en aquella época con la actual número dos y portavoz del partido. A partir de entonces la carrera política de Irene Montero se acelera a la velocidad de la luz. En las elecciones al Congreso de los Diputados de 2015 ocupó el puesto número cuatro en la lista por Madrid e Iglesias declaró que sería su vicepresidenta si ganaba las elecciones. Y en febrero de 2017 sustituyó a Íñigo Errejón como portavoz de Podemos en el Congreso, lo que celebraron ambos dándose el primer beso en público, fotografía que confirmaba una relación escondida durante más de un año y que publicó en exclusiva Okdiario.

Desvincular la inexistente trayectoria profesional y la meteórica carrera política de Irene Montero de su relación con Pablo Iglesias es tan ridículo como absurdo, pero los podemitas son capaces de tragarse ruedas de molino del tamaño del casoplón de Galapagar, así que acusan de machistas a todos los que nos atrevemos a poner de manifiesto que el currículum de la ‘portavoza’ es excelente para acceder a una beca, pero poco más. Un currículum similar al de decenas de miles de jóvenes españoles, muchos de ellos podemitas, pero ninguno de ellos duerme con Pablo, que se sepa. En Podemos son libres de elegir a la pareja de su líder para el cargo interno del partido que Iglesias quiera, ya que al fin y al cabo son puestos de confianza para los que el único mérito que se necesita acreditar es la voluntad del líder. Otra cosa es que en las negociaciones para la investidura Montero acabe siendo la mujer de Iglesias en el Consejo de Ministros, una vicepresidenta al más puro estilo peronista y que nos quieran vender eso como feminismo. Como bien canta Loquillo: “¿Quién ganará si tras años de lucha por una igualdad vuelves a usar los viejos sucios trucos que inventó mamá?”

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