¿Barcelona o Pionyang?
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La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha inventado la excusa del Covid para prohibir la colocación de televisiones y pantallas en las terrazas de los bares para seguir los partidos de España en la Eurocopa. Cuando no había pandemia, Colau ya impidió en 2018 la instalación de una pantalla gigante para ver los partidos de la selección, lo que demuestra a las claras que la pandemia es el pretexto para ocultar su sectarismo, sobre todo cuando en Barcelona se están celebrando conciertos y otros eventos al aire libre con toda normalidad. La ‘españafobia’ de Colau es fruto de una mente enferma; hace falta ser reaccionaria para prohibir que en las terrazas de Barcelona se puedan seguir los partidos de la selección, acontecimiento deportivo que, además, se convertía en un reclamo de público para una hostelería que ha sufrido las restricciones en mayor medida que en otros territorios. Seguro que cuando dentro de unos días se celebren en Barcelona manifestaciones para celebrar la puesta en libertad de los golpistas catalanes, Colau no pone ningún impedimento.
Colau es el paradigma de ese populismo cutre de ultraizquierda que se ha convertido en el tonto útil de los separatistas; la alcaldesa, pastueña ante los golpistas, compite con el independentismo por ver quién va más lejos en su inquina a todo lo que huela a España, cercenando de raíz el derecho más elemental que tiene cualquier ciudadano a sentarse en una terraza para ver un partido de fútbol. Todo un ataque a la libertad en un momento en que el Gobierno socialcomunista apela a la humanidad y al diálogo para poner en la calle a los sediciosos. El mundo al revés: libertad para quien no la merece y represión para quienes pretenden ver jugar a la selección española de fútbol tranquilamente en una terraza. Esa es la Cataluña y la Barcelona que han creado golpistas y populistas. Ni en Pionyang