¡Ay, pobrecita Maribego! ¡Mua!
Un beso tierno para todos sus pesares. Pero, en todo caso: si algo queda claro de las reacciones, parlamentarias también, de su cónyuge, es que a éste, psicópata narcisista -según coincidencia muy universal de todos los especialistas- Begoña, su señora, le importa más bien una higa, lo único que le interesa es salvar su desmesurado ego.
Ahora mismo, fíjense, desde Argentina advierten que al todavía jefe del Gobierno español no le resulta suficiente el conflicto bilateral España-Argentina, con retirada de embajadora incluida; no, pretende llevarlo a Europa en las vísperas de las trascendentales (sobre todo para él) elecciones del próximo 9 de mayo. Todos los parlamentarios españoles ya lo saben.
Resulta a este respecto que los pronósticos sobre el resultado de ese día están siendo muy interesados: desde la izquierda, porque intenta utilizarlos como palanca para movilizar a su gentío; desde la derecha (el cronista se refiere nada más que al Partido Popular) porque teme que si desvela por anticipado un éxito, la muchedumbre de este sector, cumpliendo una vez más con su calificación de «derechorra» o se vaya a la playa, que ya es tiempo, o se quede en casa quejándose del calor que ahora tanto añora.
Lo escrito aquí es más que un aviso, es una noticia, porque si algún cronista, como el que firma, tiene la intención de preguntar a un alto dirigente del PP cómo le están yendo las cosas a su partido de cara al 9 de junio, la respuesta será escueta pero significativa, muy significativa: «Bie». No hacen falta más preguntas.
No obstante, Sánchez cree haber encontrado un chollo en el estrafalario Milei que, dicho sea de paso, parece un clon de un predecesor cuyo apellido comenzaba y terminaba por M, dejémoslo ahí porque el tipo era un rebosante cenizo. Milei, diciendo a su rival atlántico lo que piensa de él, ha calculado quizá mal y le ha ofrecido una manita para encarar las elecciones. Milei es una excusa, y la señora Sánchez, la Maribego de todas las comisiones, es otra para un personaje que se ha envuelto literalmente en la bandera y trata de confundir a su esposa querida con la dignidad y a soberanía nacionales.
Una doble trampa de las que el histórico Torcuato Fernández-Miranda denominaba «saducea». Por lo que se refiere a su mujer («mujer» no se olvide el dato) Sánchez está presentándola como una víctima endeble, desde luego, de la conspiración de una sociedad hipermachista ultra que piensa que el lugar de las féminas es el fogón y el manejo de la fregona. Pero de Milei es otra cosa.
De entrada, deberíamos respetar una constancia: más del 55 por ciento de sus compatriotas, casi 15 millones de argentinos, le eligieron presidente hace menos de un año. ¿Están todo locos estos votantes? ¿Son directamente unos tipos pintorescos y extravagantes como vienen asegurando en estos días los pregoneros del sanchismo más cutre? Ciertas son estas dos verdades: que Sánchez usa a su mujer como moquero político, y que Milei sin quererlo con seguridad, le está sirviendo a su rival como baza presuntamente electoral.
En estas horas, todos los que hablamos o escribimos sin depender de la mamandurria tóxica de La Moncloa, estamos haciendo acopio de las decenas de insultos que el sanchismo y su círculo de hojalata han proferido en todos estos años contra todo lo que se le opone: desde el Rey abajo nadie se ha librado de las incurias vertidas por estos leninistas que nos gobiernan; nadie. Ni siquiera las mujeres a las que dice defender manejando a su señora.
¿O es que podemos olvidar cómo se cebó el impresentable Patxi López con la de Feijóo engañando con el descaro de un miserable? Todo mentira. Como dice un notario amigo del cronista: «¡Estaría bueno que el honor, dignidad y la soberanía nacional estén encarnadas por la comisionista Maribego!». Pues sí, aunque parezca una mamarrachada tercermundista, eso es lo que está sucediendo, según estamos comprobando incluso en el Parlamento de la nación.
El individuo Sánchez es todo lo apuntado, pero, como carece de principios y fundamentos, se inventa atentados y agresiones a la España eterna para, además de todo lo recordado, disfrazar sus penurias y sus traiciones sin ir más lejos, la más gruesa, la que él vence el próximo día 30 con la aprobación en el Congreso de la Ley de Amnistía, una embestida «legal» contra la propia Constitución. Sánchez no tiene otro remedio que pasar por ese trance porque, en caso contrario, los siete votos de los separatistas de Junts se irían con la música a otra parte y le dejarían colgado de la brocha. De manera que esa es otra de sus añagazas.
Por tanto, ya está bien de artimañas de trilero aldeano: al pueblo español en su conjunto le interesa un pijo si la señora Gómez quiere quedarse en casa o prefiere, como ha preferido, lanzarse a la enseñanza de cosas inútiles pagadas por sus proveedores. Lo que queremos saber es si, valiéndose de su matrimonio, se ha dedicado a enriquecer a feriantes que le han devuelto favores. Esa es la cuestión, lo demás son disimulos interesados, con o sin embajadora en Buenos Aires, de manera que a Maribego, mua, mua, que la chiquilla dicen que lo está pasando mal, pero a ella y a su marido ninguna concesión: al César absoluto de la situación, y a ella, mujer del César a la que han cogido con el carrito de los helados, les espera más pronto que tarde un ejercicio de responsabilidad política ineludible. Más espectáculos circenses a lo Manolita Chen, con payaso y barbilampiño Albares incluido, ni uno más. El país ya no les soporta, apaga la televisión cuando inundan la pantalla.