Antes muerta que sencilla
¿Se imaginan a un equipo de fútbol seleccionando al entrenador de su rival? Lógicamente elegirían al que más fácil le pusiera el campeonato, quizá al más incompetente. Eso, que no pasa en el fútbol, sí pasa en la política, y son los indepes, con la complicidad de aquellos a los que sólo les preocupa su escalera y no la casa entera, los que deciden quién gobierna España.
Todos lo vemos menos Carmen Calvo, alumna destacada de la escuela de la Alianza de las Civilizaciones de ZP, que les dice a aquellos indepes que no sean malotes, que sean responsables, y que apoyen a su Pedro. Mientras, eso sí, Ábalos irá a Pedralbes con la dote y nuestra Carmen podrá seguir pensando que son buenos chicos con los que todo se arregla dialogando.
Y así, aquellos seguirán a lo suyo, con su matraca, con el decálogo del buen patriota que, fiel y persistentemente, cumplen y transmiten de generación en generación, esperando el momento adecuado para alcanzar su gloria y ser orgullo de sus antepasados, y que dice así:
1.- Sé distinto y si no lo eres, invéntatelo. Hay que diferenciarse, y si poco te diferencia (salvo en el caso de Torra y su familia, que son seres superiores) lo mejor será promocionar una lengua propia. Y si no existe, te la inventas (como el batúa o el asturiano). Y tan efectivo como fomentar una lengua propia será machacar a la que me une. ¿Les suena?
2.- Créetelo, y miente si hace falta. Si lo anterior no basta, siempre puede haber historiadores no contaminados que nos muestren el absurdo. Para ello habrá que subvencionar a otros colegas que manipulen y creen nuestra propia película de agravios y pesadumbre. Seguro que en la Barcelona de 1714 ya había alguien de ERC y Colón era catalán.
3.- Construye un enemigo. Compartir una historia propia, una lengua y unas tradiciones no basta. Eso también lo tienen muchos que están a gusto en España. Une más compartir enemigos y denunciar a los botifler y a una España que nos roba.
4.- Incúlcalo. Esos tres puntos anteriores hay que grabarlos a fuego en la mente y en las emociones de las nuevas generaciones. No ganaremos a corto plazo, pensaron hace décadas los avis de Junqueras. La victoria, de maceración lenta pero segura, se conseguirá en las escuelas. Necesitamos maestros y no soldados, pensaron aquellos avis mientras en la carrera de San Jerónimo miraban para otro lado.
5.- Toma la calle. La doctrina de las escuelas hay que convertirla en emoción y la emoción en fervor. Y qué mejor para ello que la movilización callejera. Nada vincula más a la causa que una buena mani. La mani es el pueblo soberano, su pancarta la voluntad popular, y esa voluntad es la ley verdadera. Lo demás es injusto. ¿Verdad, Torra?
6.- Propaganda. Si los maestros se encargan de sembrar, los periodistas se dedicarán a regar para que la cosecha indepe crezca sana y fuerte. Qué mejor aparato de propaganda que teles, radios y redes sociales, para encender pasiones, anular inteligencias y señalar al disidente.
7.- Facilito, por favor. La sencillez del mensaje es fundamental para anular el debate y la disidencia. Cuatro ideas claras y aparentemente nobles que quepan en un tuit bastarán de argumentario para construir un discurso. Cómo hablar de extraños principios de soberanía nacional, principio de legalidad o separación de poderes ante cosas tan bonitas como “votar es democracia”, “derecho a decidir” o “mesas para el diálogo”. Da igual dónde está la auténtica democracia, lo importante es donde se cree que está.
8.- Victimismo. Toda buena causa necesita un mártir. Además de la deuda histórica nunca pagada y de lo que roba España, es bueno mostrar víctimas de una injusta y cruel represión estatal. Cargas policiales, Jordis en la trena o exiliados en Waterloo bastan para ello. O Torra, que con una inhabilitación buscada dará lugar a un nuevo concepto evolucionado de mártir con paga vitalicia.
9.- Premia y compra. Siempre hay voluntarios para la causa, emotivos y ensoñados románticos que llevan su propio bocadillo a la mani. Pero eso no basta; interesa también unir a la causa a todos los colectivos y agentes sociales, empresarios y sindicatos. Ninguno de ellos se resistirá ante generosas subvenciones y cómodos pesebres desde donde cantar las grandezas de la nueva nación.
10.- Quien no llora no mama. Este es el más importante. Todo lo anterior se concentra en este principio, reclama que algo queda; si por el momento no consigues la independencia, conseguirás que se sienten a la mesa y habrás ganado el relato, el relato del “diálogo”.
Y eso ha pasado. Los indepes no han ganado la independencia, no contaron con que media Cataluña diría no al independentismo, no contaron con que el Estado reaccionaría. Pero han ganado al vender, al menos ante el PSOE, un relato que es parte de su proceso. El relato de que su “conflicto” se puede solucionar negociando mientras, eso sí, siguen desarrollando su estratégico decálogo.
Pero en el PSOE no lo ven para tanto o les da igual. Sea lo que sea, antes con ellos que con el PP, dicen. Antes muerta que sencilla, diría nuestra Carmen.
Agustín García es profesor de Derecho Constitucional
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