Andalucía vota contra Sánchez

Andalucía vota contra Sánchez

Sánchez ha perdido las elecciones autonómicas andaluzas de manera clara, en lo que constituye un elemento de censura más a su nefasta política, especialmente en materia económica, que está llevando al abismo a la economía española, como hemos podido comprobar la semana pasada ante el incremento de la prima de riesgo española cuando el BCE anunció que dejaba de comprar deuda. Tal fue el riesgo percibido, que el banco central tuvo que reunirse de urgencia para anunciar una herramienta que diese soporte a la deuda de algunos países, entre ellos España.

El resultado ha sido demoledor: el PP ha ganado con una mayoría absoluta histórica y conseguirá revalidar su mandato al frente de la Junta de Andalucía, en el antiguo feudo socialista. En tres años y medio, Moreno ha conseguido darle la vuelta a Andalucía y hacer que se sitúe entre las regiones económicas más punteras de España. En Andalucía, los ciudadanos han mandado un mensaje muy claro: no quieren las políticas de Sánchez, y ello habrá de ser anticipo de lo que suceda en toda España cuando se convoquen elecciones generales, con el paso previo de las municipales y autonómicas si es que aquéllas no se adelantan. Además de la mayoría absoluta del PP, hay que señalar que sólo 38 de los 109 escaños van a parar a la izquierda, con lo que la preferencia de los electores por el centro-derecha ha sido clarísima.

Daba vergüenza ajena ver a Adriana Lastra tratando de justificar lo injustificable. Llegó a decir que Moreno había ganado porque había buscado que hubiese poca movilización y gracias a los fondos del Gobierno de la nación. Es lamentable que busquen una excusa tan mala, que no se sostiene, y que se aferren al puesto. Lo que ha sucedido es que los ciudadanos ven cómo Sánchez les lleva a la ruina y han votado para alejar esas políticas de Andalucía en el ámbito regional, reeditando el Gobierno del PP, al tiempo que han querido lanzar un mensaje claro de que España necesita un cambio de Gobierno. Eso es lo que le ha pasado, aunque no le guste al sanchismo. El Gobierno de Sánchez se ha convertido en un lastre para España.

La economía española no aguanta más los errores de Sánchez y necesita ser enderezada. Sánchez va a dejar unos graves problemas estructurales en el seno de la economía, que hará que la herencia que deje sea peor que la de 1996 y 2011, siendo estas dos ya muy malas. La frivolidad, el gasto desmedido, el abuso del déficit y de la deuda, su política frentista, de rencor y odio, están perjudicando gravemente a España. Una deuda del entorno del 120%, con un déficit estructural cercano al 5%, hacen que la economía no tenga margen de maniobra y ante cualquier eventualidad sea muy frágil, como se demostró hace unos días con el incremento de más de 20 puntos básicos en la prima de riesgo.

Muchos españoles no pueden poner el aire acondicionado en verano o la calefacción en invierno porque no pueden pagar el recibo de la luz; no pueden llenar el depósito del coche, porque el litro de carburante está casi en el doble respecto a hace un año; y cada vez pueden comprar menos productos en el supermercado, por los que tienen que pagar más dinero, porque la inflación no deja de subir. El Gobierno los asfixia sin deflactar el IRPF e ingresando más a costa de la subida encubierta de impuestos que produce la inflación, y que perjudica más a las clases más humildes.

Sánchez volverá a dejar un tercer legado socialista lleno de deudas, con la economía contra las cuerdas, pero de manera más agravada todavía. Eso lo han percibido los andaluces y han votado masivamente contra él, como preludio de su derrota en las elecciones generales, que será el inicio de la recuperación de España. Debería convocar elecciones, pero a buen seguro que tratará de aprovechar hasta el último minuto en el banco azul. El problema es que en este casi año y medio que resta, puede hundir la economía todavía más y dejarla muy deteriorada, gastándose todo lo que pueda para tratar de recuperar votos. A estas alturas, no podemos esperar de Sánchez ninguna decisión que tenga sentido de Estado, sino todo lo contrario: hará lo que sea necesario para mantenerse en el poder, y eso puede desangrar la economía española.

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