Algunos ‘jubiletas’ tienen un peligro…

Algunos ‘jubiletas’ tienen un peligro…

He escrito algunos artículos denunciando los meses y meses de cortes en la Meridiana. En alguno de ellos también comenté que algunos de los manifestantes más activos y apasionados eran gente que se podía describir como de “la tercera edad”. Y no tiene nada de raro: hoy en día las personas se jubilan en plena forma y de alguna manera tienen que vehicular una energía que al parecer les sobra. Es un fenómeno que se generaliza. Si buscan imágenes de los gilets jaunes franceses en toda su salsa verán también a damas y caballeros de sienes plateadas.

Los jubilados han sido un puntal en toda la organización y movilización de los coros y danzas del procés. ¿Cómo no iban a hacerse notar en la Meridiana y en cualquier sitio? Pensaba en este asunto viendo al chalado que se desplazó de su Menorca natal para molestar a los familiares y amigos de los afectados de los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017. Toda esa imagen de la vejez como etapa serena y llena de sabiduría se va al traste con yayos radicales de este tipo. Al contrario, la ancianidad sin preocupaciones puede ser una etapa estupenda para que se realicen toda clase de energúmenos. Hay entidades y partidos independentistas, por ejemplo, que les permitirán de mil amores rebajarse todo lo moralmente que quisieran. La ANC, OMNIUM, el Consell de la República, Junts,  Convergencia, pujolistas nostálgicos o los CDR.  A gente así se la vio gritando y chillando en la ofrenda floral a las victimas de los asesinos yihadistas. Tanto en el momento en que la conductora del acto leía algunos pasajes del discurso como en un minuto de silencio que hubiera exigido algún respeto. Gentuza que zarandeó e insultó a las víctimas llamándoles “españoles”.  Gentuza que quiso intimidar a un padre que perdió a un hijo o a una hija que perdió a una madre de la que iba cogida de la mano ese terrible día por la tarde.

Esta es la gentuza con la que la presidenta Borrás se siente mas a gusto. Ahí está en su salsa. Una vez finalizado el homenaje, acudió a saludarles y hacerse los selfies que se iban a publicar más tarde en las redes sociales de lo peorcito del país. Muy a gusto mientras se dejaba querer por la dudosa masa que la aclamaba al grito de “presidenta, presidenta”.

La degradación de Cataluña y de su Parlament es una de las consecuencias  más viscosas del desgraciado procés. Juntamente, claro, del resto de instituciones y terminales: el propio gobierno de la Generalitat y los medios de comunicación que tiene comprados, por citar sólo a esos. Y lo de Borrás es la guinda de un tarta de la que aún podremos ver más pisos y más cerezas. Ya estaba la institución muy tocada, pues el nivel de los políticos ha venido degradándose a gran velocidad. Esta presidenta será juzgada por presunta corrupción, prevaricación y falsedad, pero sus antecesores, Forcadell y Torrent, lo fueron por graves delitos vinculados con el maldito procés.  Ella querría hacer lo que le da la gana. Por eso,  insiste: “Un Parlamento normal es un Parlamet inviolable. Por eso la vida parlamentaria normal en Cataluña sólo se alcanzará el día que se convierta en un estado independiente. No podemos ni rendirnos ni resignarnos. Yo he decidido no hacerlo”.

El resto de la clase política catalana, que ese día hizo como que no conocía a Borrás, debería tomar conciencia de una vez, al igual que sus votantes, de a qué tipo de república se encaminaría si no pudiéramos seguir impidiéndolo.

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