Algo huele a podrido en Moncloa
El poder absoluto embriaga e intoxica por igual a déspotas y narcisistas. Sánchez, y su circense “¡más todavía!”, unifica el binomio, sin importarle ser un tirano con veleidades. Cree que, gracias a su inteligencia y a su integridad, aptitudes de las que carece, logrará lo que se propone: arruinar España y convertir una gran nación en un zoco de zafios mercaderes que lo sostienen en el poder. Pero volvamos al binomio. El ególatra dedica tanta atención a sí mismo que no encuentra un sólo segundo para empatizar con el pueblo. Y el tirano, no sabe, no contesta, ni se somete a las leyes. La sabia jerga agropecuaria lo define como un choto con dos madres, pues le da lo mismo mamar de la ubre del abuso, que mamar de la ubre de la vanidad.
En resumen, tenemos a un choto presidiendo el Gobierno. ¿Quién cree que es este hortera, este ignorante en asuntos económicos -por algo plagió su tesis- que ha elevado la deuda pública de España, a 1.453 millones de euros? ¿Quién es para decirle algo a don Juan Carlos I, que trajo la democracia tras los años de hierro de la dictadura?, ¿quién se cree que es tan ridículo personaje para marcarle, a un todo un rey de España los días exactos que puede permanecer entre los españoles? ¿Cómo se atreve a decirle al Rey Felipe VI, las horas que le permite estar con su padre, mientras el bellaco azuza a los ministros comunistas del Gobierno a que ofendan a los monárquicos? ¿Aún no se ha enterado de que España es una Monarquía parlamentaria o constitucional, desde 1978?
La recuperación económica, de la que se pavonean Sánchez, Calviño y Díaz, se ha convertido en un tremebundo desastre económico. El Banco de España contradice su falsa euforia y presagia, en su informe anual, previsiones negativas, y añade otras más dramáticas, respecto a la deuda pública (ya citada). Se habla del déficit, de la inflación y del insostenible gasto público, con las pensiones disparadas y una Administración gigantesca, sumida en un derroche sin freno. Los millones que dilapidan sus incompetentes ministros morados en meras chorradas, ponen los pelos de punta, pero Sánchez permite el atraco. Sin su apoyo, no podría acabar la legislatura. He aquí otra modalidad de impuesto revolucionario.
Y ahí sigue el necio, cabreando a la gente. Las dos últimas indecencias que se le han ocurrido, es denigrar a la Policía y a la Guardia Civil, llamándoles piolines, cuando arriesgan sus vidas para protegernos. Podría subirles el sueldo, como prometió que haría. Un agente habla por boca de los policías nacionales de la UIP y de sus hermanos Guardias Civiles del GRS y me cuenta: “Los que Sánchez llama piolines somos los que velamos por su seguridad en sus vacaciones, en Las Marismillas o en el Palacete de Lanzarote, rodeado de amigos pelotas y trepas”, a los que también dan seguridad nuestros magníficos Guardias Civiles y Policías y a los que el sátrapa tilda de piolines, los mismos que le sacaron las castañas del fuego enfrentándose a los golpistas catalanes, en el 2017. Vamos con su última indecencia. Va a crear la Policía Fiscal, otro invento nazi para acabar de jodernos. Por no decir todo, algo huele a podrido en Moncloa.
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