El tweet perdido de Pedro Sánchez

Acaba la batalla electoral y empieza la guerra por el poder

Acaba la batalla electoral y empieza la guerra por el poder

«Acabada la batalla electoral los políticos empiezan la guerra por el poder». La novela ‘Realpolitik’ se adentra así en lo que ocurre tras una victoria electoral en el backstage de los partidos: sale el detritus, surgen las navajas y la sangre llena las tuberías de las cloacas de Madrid. Ahora empieza lo bueno, el verdadero ‘House of Cards’. En Moncloa se preparan para gobernar. Quieren —y deben— hacerlo porque es el fin de todo político. Como señala el ‘Arte del Buen Gobierno’ de Maquiavelo, todo vale por mantener el poder. Rajoy ha vencido y sus «prietas las filas» nos dejará codazos y reuniones opacas para conquistar sillones a golpe de llamada de teléfono o de reunión en reservados de hotel: «¿Y de lo mío qué?». Por eso los que se creen elegidos no se han alejado durante el fin de semana de la capital y han estado mirando compulsivamente el teléfono a la espera del llamado del líder. Estos días, aunque los fontaneros hablan más en persona que por teléfono, han prometido puestos y toca pagar los favores del pasado. Deben devolver lo dado.

En el Congreso la cosa es diferente. Tras casi un año sin trabajo, la rotativa del BOE volverá a echar humo. Los congresistas —más actores que políticos— hasta ahora han seguido el guion preestablecido por los manijeros y, al fin, respiran tranquilos. Rajoy ya lo había advertido: “O se pacta o convoco nuevas elecciones” y, finalmente, tienen cuatro años por delante. Un sueldo fijo, una bicoca. Les espera una temporada de trabajo, poder y buenas cenas. Esperan a lobistas y escuchan a todos los que se les acerca —con buenas y malas intenciones— para reclamar su parte del pastel. Ha sido casi un año sin leyes y ya toca poner en marcha al legislativo y, a golpe de decreto, ayudar a quienes han sustentado con dinero demasiadas elecciones consecutivas. Pero el verdadero boudeville se va a vislumbrar en la oposición. Los perdedores se van a pelear por conquistar un asiento potencial en un futuro gobierno. El futuro del futuro. En la bancada roja, defenestrado Sánchez y divida la rosa en pétalos solo queda por saber si conseguirán reconvertir el partido para evitar ser fagocitados por Podemos. Por eso, surgen listas negras de disidentes y comienzan a afilarse lápices con los que tachar a unos y a otros. Los díscolos del PSOE y del PSC aparecerán en carteles. Si esto fuese el nuevo mundo sobre sus fotos rotularían: “Se busca vivo o muerto”. Pero como no lo es, estoy seguro que todos ellos examinan su currículum personal en busca de fallos o tachones. Saben que pronto serán carne de portada de periódico según sean pedristas o susanistas. El PSOE mantendrá en el frente de batalla a esos hombres mientras, en la retaguardia, sus líderes se jugarán todo a una carta con Borrell actuando de amanuense de los secretos.

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En Podemos el mensaje es: “Ahora nos toca estar en la oposición, pero cuando nos toque estaremos preparados”. Mientras Iglesias cita a Errejón a un duelo público de navajas con Irene Montero gritando a unos y a otros a cuenta de ETA. No aprenden. “Ja soc aquí”, gritó Tarradellas en la Plaza Sant Jaume tras años de exilio y promesas de futuro con la muerte del dictador. Le dejaron llegar, darse un baño de masas y mientras, los suyos, alimentaban teorías de la conspiración y se posicionaban para ganar la presidencia de la Generalitat. Algo así va a pasar en el partido morado y auguro que si alguna vez tocan poder —de verdad— los que fundaron el partido habrán vuelto a las aulas y serán otros, más cercanos a los dictados de Maquiavelo que a los libros de historia política, quienes les sustituyan al frente del partido.

Mientras sube la bolsa, el IBEX se tranquiliza, la prensa, de uno u otro lado, se frota las manos a cuenta de presentes y futuras portadas y los ciudadanos rezamos para que las cuentas sigan saliendo, se siga creando empleo y nos dejen tranquilos. Porque si algo hemos aprendido es que sin gobierno el país también funciona.

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