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Y Diego alentó a Lionel

Y Diego alentó a Lionel
Messi y Maradona, tras un partido en el Mundial de 2010. (Getty)

La vida no debe de ser finita. Una energía; quizás, una conexión con el más allá. Una inercia o una inspiración, alguien que, desde su falta, consigue hacer cuadrar los círculos. Sin Maradona; y no sé, con su empuje, Messi hizo cima. Nada pudo con él hasta el punto de que el oro mundial le fue negado a los franceses hasta en tres ocasiones. Supo sobreponerse, él y la selección, y alguna fuerza dictó sentencia para que Messi fuese para siempre el primero de los mortales. Él y el más allá. Gloria eterna.

Se fue sólo, víctima de sí mismo, de la tremenda soledad de ser el más admirado, también el más manoseado, hace dos años – cuando Argentina perdía una y otra contra Brasil – y desde esa, 20 de noviembre de 2020, no hubo otra derrota de la albiceleste hasta el debut contra Arabia. Prueba de carácter, vital y necesaria, que delataba quien creía y quien dudaba, también quien insultaba en nombre de la albiceleste. Al Diego también lo maltrataron. A Messi, también.

Palo dentro, palo fuera. Ni Bilardo ni Menotti, Scaloni – desde una humildad inteligente y sentida – entendió que el fútbol es de los jugadores. Kempes, Maradona y Messi. Tres, dos y uno. El empuje dictó sentencia.  Maradó, en 2013, le dijo a Leo: “Eso del mejor lo vamos a decidir tú y yo cuando termines tu carrera. Hoy, diviértete y deja que los demás hablen”. Palabra de Dios.

La pelota no se mancha. Ni se discute. Todo lo visto es triste desde que a Diego lo alejaron del fútbol, de la cancha. Lo que daríamos por ver a Maradona una vez más. En una final, en plenitud y con esa sonrisa cebollita que estará mostrando allá arriba. La final fue suya. Siempre lo decía, el fútbol era de los jugadores. Y boom. Mano a mano de Messi y Mbappè. A cuál mejor. Vértigo y carreras en los tiempos añadidos. Una final con goles, jugadas y con una emoción inolvidable.

La mejor final de todos los tiempos, con los fuera de serie marcando el paso y la aproximación al título. Ni tácticas, ni entrenadores, ni presidentes. Allí abajo; Messi y Mbappé. Los fuera de serie en el cuerpo a cuerpo para deleite del Diego. Hubo vencedor, no hubo vencidos. Energía, empuje, ese aire que no te deja solo, que sé yo, a veces, sólo es voluntad y fe. Creer o no creer. Diego ha cumplido, Messi también.

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