Almeida desarticula la discoteca ‘okupa’ amparada por Carmena en Moncloa-Aravaca
El Ayuntamiento de Madrid, dirigido por José Luis Martínez-Almeida, ha logrado poner fin a una de las okupaciones que más molestias generaban a vecinos de la capital. Se trata del autodenominado ‘Centro Social Okupado La Yaya’ que bajo el amparo del Gobierno de Manuela Carmena ha sido durante años un infierno para los vecinos del barrio de Argüelles, en el distrito de Moncloa-Aravaca.
Era una nave industrial en plena zona urbana que los okupas usaban para organizar fiestas ilegales hasta altas horas de la madrugada. Bajo la excusa de que era un centro social, cada fin de semana era un punto de concentración de altercados en los que la droga jugaba un papel clave. De hecho, hasta los okupas que promovían los eventos afearon en redes sociales la conducta incívica de sus asistentes.
Se ubica en la calle Juan Álvarez Mendizábal y hasta finales de junio albergaba fiestas que acababan a las seis de la mañana y a las que tenía que acudir la Policía ante las quejas vecinales. Era un antiguo taller que heredó un sobrino y manager del cantante Julio Iglesias. La nave, de casi 900 metros cuadrados, se quedó sin uso y grupos de izquierda radical lo usurparon en 2017 a la fuerza. «La Yaya se queda… y lo sabes», ironizaban los okupas en pintadas que hacían referencia al famoso meme del artista español que circula por las redes sociales.
Los problemas eran constantes: ruidos, peleas, malos olores… Ante esta situación, la Junta Municipal del distrito a comienzos de 2019, en el mandato de Carmena, debatió sobre la situación. El PP pedían que las concejalías, áreas competentes, la Policía Municipal y la Policía Nacional adoptara «medidas legales necesarias para que cesen las actividades ilegales que tienen lugar en el interior de dicho edificio y cesen las molestias que éstas provocan a los vecinos del barrio». Sin embargo, el grupo municipal de Ahora Madrid evitó apoyar la proposición del PP.
Aunque en el transcurso del debate, todos los grupos consideraron que no era positivo que estos jóvenes se engancharan a la corriente pública para tener luz o que hiciesen fiestas con venta de alcohol sin controles legales ni sanitarios, finalmente el partido que entonces gobernaba no respaldó al PP. La concejal presidenta del distrito era Montse Galcerán, una de las más radicales del grupo de Carmena, que a pesar de tener casi una decena de propiedades inmobiliarias históricamente es condescendiente con el movimiento okupa.
Ahora, tras la llegada del Partido Popular y Ciudadanos a la Alcaldía, se ha impulsado el operativo para expulsar a estos okupas. Fuentes municipales del distrito explican a OKDIARIO que «desde que llegamos hace un año hemos puesto en marcha todos los mecanismos que tenía el Ayuntamiento. Gracias a la presión de la Policía Municipal y Nacional se ha conseguido frenar su ‘actividad’, entre comillas». Esto se suma al propietario del inmueble que también emprendió acciones legales.
«Además del daño a los vecinos de Argüelles y su descanso nocturno, este es un ejemplo claro de ataque a la propiedad privada y a las garantías de los consumidores», denunciaba el PP el pasado mandato. «El gobierno de Carmena tolera una gran discoteca okupa que daña a los vecinos, al entorno y a los comercios que pagan los permisos, impuestos y las tasas municipales», agregaban para denunciar que los vecinos «han llegado a sufrir cortes de luz por conexiones ilegales al alumbrado público que pagamos con nuestros impuestos». Ahora, al igual que ha ocurrido con el centro okupa La Ingobernable, la nueva Corporación ha sido tajante a la hora de no admitir usurpaciones ilegales.
Por su parte, los okupas comentan en Twitter que han decidido «el cese de actividades y el cierre del CSO La Yaya». «Nos vemos obligados a abandonar el espacio por motivos jurídicos. Gracias a todxs lxs (sic.) que habéis estado dándole vida, tanto desde la asamblea como participando en los eventos. El espacio muere, pero el proyecto permanece, en todos y cada uno de los CSOs», agregaban.
En un comunicado anterior ya avanzaban que les llegó «una notificación que decía que no tenemos permisos para las actividades que realizamos. Parece que es la nueva estrategia del querido ayuntamiento para acabar con todo espacio de unión, colectividad, cuidado y apoyo mutuo». «Esto conllevará una clausura y precintado del espacio y saltar por encima de esta medida conllevaría unas multas tan altas que no podemos plantearnos siquiera pagar», lamentan.
Reproche a sus invitados
Tras las fiestas hasta altas horas de la noche reprendían a sus ‘invitados’. «Pedimos a los que venís conciencia política y social. Somos un espacio social y político, no una sala de fiestas: un espacio okupado/liberado no es sinónimo de un lugar donde tengas carta blanca para hacer lo que te venga en gana», protestaban.
Lamentaban que entre los asistentes están recibiendo «mal rollo, actitudes de mierda y cero respeto en los eventos». «El sábado nos sentimos super incómodos y muy cuestionados: venir a un CSO implica que puede haber problemas con la policía y que hay aceptar las decisiones que tomen. No es difícil ver que hay mejores momentos para cuestionar las decisiones que cuando hay 5 ‘maderos’ en la puerta. Cuando se dijo que no podía entrar más gente, hubo quien intentó vacilar y pasar por alto las instrucciones. No mola», revelaban el autodenominado espacio «transfeminista, antifascista y horizontal».
Criticaban incluso actitudes machistas: «Estamos hartos, no es un espacio para que despliegues tu masculinidad hegemónica, ni tu poder de macho cuando pasas de lo que te dicen los organizadores, ni tus faltas de respeto y de conciencia. Hubo gente meando en rincones del espacio, entrando en habitaciones donde no se permite entrar, dejando mierda por todas partes y poniéndose farruco cuando alguien les interpelaba por actitudes de mierda. Si no vas a hacerte responsable de tu comportamiento, no es sitio para ti».
Los vecinos han recibido con entusiasmo la noticia. «Ahora podremos descansar tranquilos. Si quieren organizar actividades que alquilen un local como hace todo el mundo», comentan.