Moncloa y Zarzuela pactaron en mayo un funeral de Estado por si Juan Carlos I fallecía en Abu Dabi

Moncloa pactó un funeral por si Juan Carlos I fallecía en Abu Dabi

La muerte y el funeral de la Reina Isabel II de Inglaterra han servido para reactivar el acuerdo al que llegaron La Moncloa y La Zarzuela en mayo de 2022 por si se producía el óbito de Juan Carlos I durante su exilio en Abu Dabi. El Rey Felipe VI y el presidente Pedro Sánchez, en medio del debate sobre la negativa del Gobierno a que el Rey emérito fijara su residencia en España, abordaron las repercusiones en la opinión pública por si el Rey emérito fallecía en Emiratos Árabes sin haber pisado territorio español, según fuentes gubernamentales.

Sánchez convenció a Felipe VI de que sería menos oneroso para el Gobierno y la Corona que su padre falleciera fuera de España por las repercusiones que podrían acarrear su estancia en territorio español, siempre pendiente de un nuevo escándalo económico o de las secuelas del proceso judicial que se sigue en Londres por acoso a Corinna Sayn-Wittgenstein. El Gobierno defendía que los restos del ex monarca serían traslados a España en un avión oficial y recibirían el tratamiento de un funeral de Estado, como ya se hiciera con don Juan de Borbón que, incluso, no había llegado a reinar, según las mismas fuentes.

La Casa del Rey entendió y asumió el contundente planteamiento del Gobierno: “Cualquier polémica sobre su muerte en el extranjero se apagaría después de tres días de exequias con los máximos honores, siempre mucho mejor que los sobresaltos de tres años o cinco viviendo en España o yendo y viniendo a Abu Dabi”.

Las conversaciones entre Sánchez y sus fontaneros monclovitas con Felipe VI y sus colaboradores de la Casa del Rey se desarrollaron después de que Juan Carlos I se desplazara, el 19 de mayo pasado, de Abu Dabi a Sangenjo (Pontevedra), tras 655 días de exilio, para asistir a unas regatas que llevaban el nombre de “Juan Carlos I”, en contra de los criterios gubernamentales. Los encuentros se celebraban en La Zarzuela. Desde hace meses La Moncloa posee un protocolo que resuelve los funerales de Estado, pero el caso de Juan Carlos I era algo especial.

Unos días antes de organizar su viaje a Galicia -la semana del 9 de mayo de 2022- Juan Carlos I fue visitado en Abu Dabi por el ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán. El teniente general es uno de los ex colaboradores del Rey emérito, que más viajes realiza a  Emirato Árabes.

Juan Carlos I también exigió a su hijo poder efectuar una escala en La Zarzuela para recoger unos papeles y objetos que olvidó tras su salida precipitada en el verano del 2020, pero cuando pretendió repetir la misma jugada para asistir al Campeonato del Mundo que se celebraba en Sangenjo, entre el 14 y 18 de junio, tanto la Casa del Rey como La Moncloa se opusieron. No sirvió de excusa que el barco que capitaneaba (Bribón) aspiraba a revalidar el título conseguido en las dos ediciones anteriores.

Reproches a Felipe VI

En esos días, las relaciones de padre e hijo no pasaban por sus mejores momentos. Don Juan Carlos se quejaba de que le habían anulado un viaje anterior, unos días después de Semana Santa. Además, recriminaba a Felipe VI que no hablaba con sus nietas Leonor y Sofía desde hacía año y medio. Sus palabras fueron: «¿Mis nietas siguen vivas?».

Esas desavenencias no eran nada extrañas entre Borbones: Juan Carlos I recibía el mismo trato que había tenido él con su padre Don Juan cuando regresó a España desde Estoril. La Casa del Rey se negó a que viviera en La Zarzuela y tuvo que buscar refugio en un chalet de la familia Ussía. Tampoco le permitió renunciar a derechos dinásticos en el Palacio Real y ante los medios de comunicación. El solemne acto se efectuó en un salón de La Zarzuela rodeado de su familia y ante una cámara de TVE, cuyas imágenes fueron repartidas entre otros medios.

A partir de mayo, las conversaciones entre Zarzuela y Presidencia del Gobierno se intensificaron, prevaleciendo los argumentos del Ejecutivo: preferían la polémica de su fallecimiento en el extranjero, que se solventaba con un funeral de Estado, que los riesgos de su residencia en España, siempre sometida al escrutinio de la opinión pública y de los periodistas.

En la decisión gubernamental pesaba su malestar por el regreso del Rey emérito a España en mayo que provocó una gran expectación mediática y las críticas de sus socios de investidura. El Ejecutivo achacaba a Juan Carlos I su negativa a dar explicaciones y a pedir disculpas por la conducta que tuvo en los últimos años al manejar dinero en el extranjero a espaldas de la Agencia Tributaria.

En su viaje a Sangenjo Juan Carlos I había incumplido la orden de Moncloa y La Zarzuela de no regresar a España. La entonces vicepresidente del Gobierno, Carmen Calvo, llegó a afirmar: “Mientras gobernemos nosotros, Don Juan Carlos no volverá a España”. Y recriminó al ex monarca que nunca había dado explicaciones de sus irregularidades fiscales y financieras.

Resultaba paradójico que ni a la vicepresidenta socialista ni a su Gobierno le valía el archivo por parte de la Fiscalía Anticorrupción, el 2 de marzo de 2022, de las tres causas judiciales en curso contra Juan Carlos I al considerar que estaban prescritas o afectadas por su inviolabilidad hasta su abdicación en junio de 2014, privilegio que contempla el artículo 56.3 de la Constitución Española. Aquello suponía una gran contradicción: la Fiscalía, que depende del Gobierno, amparaba y salvaba a Juan Carlos de sus tropelías en el extranjero, mientras la número dos de Sánchez le reclamaba su arrepentimiento público.

Confesiones

Pero no sólo al Gobierno y a la Casa del Rey le preocupaba la muerte de Juan Carlos I en su exilio en los Emiratos Árabes. El propio ex monarca se sinceró con la escritora y amiga, Laurence Debray: “El entierro de mi padre fue muy bonito. Ahora debo pensar en el mío”.

Tal cual lo relata la autora francesa en su libro Mi Rey depuesto sobre Juan Carlos I, quien para su elaboración mantuvo encuentros con Juan Carlos I en Abu Dabi. En una de sus conversaciones, tras el entierro del príncipe Felipe de Edimburgo, primo lejano del Rey emérito, le confesó a Debray sus inquietudes sobre su muerte. La autora se hacía las siguientes preguntas: “¿Le organizará España unos funerales a su medida? ¿Quién irá?”. Debray debería de superar sus preocupaciones, según las informaciones recabadas por OKDIARIO.

En otro capítulo del libro, la autora relata que Juan Carlos I la llamó para comentarle otra de sus confesiones: “Estaba leyendo un artículo en el que tú dices que si me hubiera muerto antes de la cacería de Botsuana, hubiera muerto como un héroe. Pero, sabes, me encuentro muy bien…”. Le dijo el ex jefe del Estado.

Era la misma respuesta que el ex monarca contestó a un redactor de OKDIARIO cuando logró hablar con él por teléfono. Juan Carlos I le aseguró que se encontraba bien de salud y que incluso todos los días iba al gimnasio. Sin embargo, desde su primera operación de apendicitis en Tánger, en 1954, hasta la última -una intervención cardiaca-, en 2019, el Rey emérito ha tenido que pisar los quirófanos, que se sepa oficialmente, hasta en 17 ocasiones. Las más graves fueron: fisura en la pelvis, nódulo pulmonar benigno, y colocación de prótesis en la rodilla y tendón de Aquiles.

Si Juan Carlos I falleciera en el exilio no sería el primer Borbón que tuviera que regresar a España en ataúd. Su bisabuela, la Reina Isabel II, falleció en París y recibió los honores de su nieto Alfonso XIII en El Escorial, donde existe el Panteón de Reyes desde el siglo XVI. Un siglo y medio después, Juan Carlos I presidió en 1980 los honores a favor de su abuelo Alfonso XIII cuando sus restos fueron repatriados a El Escorial.

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