El mediador entre el diputado del PSOE y los empresarios: «No cometemos delitos pero estamos sobornando»
El mediador entre el diputado del PSOE y los empresarios: «No cometemos delitos, pero estamos sobornando». Es Antonio Navarro explicándole a un empresario madrileño como funciona la trama de corrupción que presuntamente lideraban el diputado del PSOE de Canarias Juan Bernardo Fuentes Curbelo Tito Berni y el general de división de la Guardia Civil, Francisco Espinosa. Todos han terminado formando parte de los doce detenidos por la Policía acusados de participar en una tramar organizada de corrupción.
El empresario que escucha atentamente al mediador es Antonio B., al que la trama le había ofrecido la posibilidad de conseguir importantes contratos por valor de 35 millones de euros en los países africanos del Sahel haciendo uso de la influencia de los cabecillas de la organización delictiva.
En concreto, la persona encargada de conseguir esos contratos para la instalación de placas solares en África era uno de los presuntos líderes de la organización, el general de división de la Guardia Civil, Francisco Espinosa, que entonces comandaba un proyecto millonario de la Unión Europea en esa zona del continente africano.
Ahí arrancó una prometedora amistad entre el empresario y el general, que se fraguó a lo largo de media docena de encuentros en restaurantes de Madrid y hasta en el despacho del oficial de la Guardia Civil en la Dirección General del instituto armado.
Como contraprestación a estas promesas de negocio, el empresario madrileño accedió a pagarle al general y a su amante tres días de viaje y estancia en el hotel de cuatro estrellas Las Salinas de la isla de Fuerteventura entre los días 23 y 25 de noviembre de 2020. La operación parecía cerrada, pero no fue así. Según el sumario del caso, el general también quería un porcentaje del 10% del negocio, para repartir con los otros líderes de la trama.
Todavía más, el general de la Guardia Civil le exigió al empresario Antonio B. que contratara a su amante en calidad de asesora y cobrando tres mil euros al mes, a cambio de introducir al solicitante en el mundo empresarial de Canarias.
Sin embargo, el empresario se echó a atrás por lo arriesgado de la operación. Tampoco contrató a la amante del general, conocida por el apodo de chocho volador. Esto provocó el enfado del general y su boicot a los negocios del empresario con Lopesan y otras sociedades.
El empresario se queja de la situación a Navarro, el mediador, incidiendo en que ya había gastado 60.000 euros en regalos y dinero en metálico con los supuestos cabecillas de la trama, el diputado socialista y el general. Es en esa conversación, grabada y en poder de los investigadores, donde el mediador intenta explicarle al empresario que la elevada cifra que ha desembolsado en regalos y dinero en metálico es necesaria, ya que «No estamos cometiendo delitos, pero estamos sobornando». Una alusión directa a la relación a los líderes políticos de la organización, el diputado socialista, su sobrino, director general del Gobierno de Canarias y el general de la Guardia Civil.