Por qué los edificios de Turquía se han derrumbado como castillos de naipes por los terremotos

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María Ruiz
  • María Ruiz
  • Portadista. Especialista en 'breaking news' y noticias de nacional, sociedad e internacional.

Los dos terremotos de gran magnitud que han sacudido Turquía y Siria han dejado miles de muertos, heridos y desplazados. Y las cifras, desgraciadamente, subirán: La OMS prevé que pueda haber hasta 20.000 víctimas mortales y una crisis humanitaria sin precedentes tras un desastre natural. La pregunta es ¿por qué se ha producido tan devastador terremoto en Turquía y Siria? La respuesta a esta pregunta no es simple, ni única.

1. Placas tectónicas

La confluencia en esta zona siniestrada de cuatro placas tectónicas y dos fallas de gran longitud hace que se produzcan seísmos de mucha intensidad; de hecho, ha habido medio contener en el último siglo. Las cuatro placas tectónicas son: la de Anatolia, la Arábiga, la Eroasiática y la Africana. La placa de Anatolia, con forma de yunque, es presionada al este por la Arábiga, al norte por la Euroasiática y al sur por la Africana. Esta presión provoca un movimiento muy lento de todas las placas, ocasionando enormes fuerzas en sus bordes que van deformando poco a poco las rocas de la corteza hasta que se fracturan. Las placas se desplazan entre sí a una velocidad de entre 6 a 10 milímetros al año. Esa tensión que generan el movimiento y la presión se acumula en esta zona turca y se libera en forma de terremotos intermitentes. Así ha ocurrido durante millones de años. Para dar una cifra sorprendente que apuntale este argumento, baste decir que en Turquía se registraron el año pasado 22.000 terremotos.

Los registros históricos de temblores sísmicos en esta región se remontan al menos a 2.000 años atrás, hasta un seísmo en el año 17 de la era cristiana que arrasó una docena de ciudades. El primero de este lunes, cerca de Gaziantep, junto a la frontera siria, tuvo una magnitud de 7,8 y se notó hasta en Reino Unido. El segundo se produjo nueve horas más tarde, en lo que parece ser una falla transversal, y registró una magnitud de 7,5. El epicentro estaba tan en superficie de terrestre, que eso también ha motivado que la destrucción haya sido tan feroz.

2. Edificios de pésima calidad

Además de la devastación terrible del movimiento sísmico, el derrumbe de una enorme cantidad de edificios, que el gobierno turco cifra en más de 6.000, de debe al colapso estructural de los mismos por la pésima calidad de su construcción. En una zona de tan enorme actividad sísmica, las construcciones no se elevan con las características ondulantes que deben hacerse, como se elevan en Japón, sino que la construcción y los materiales son tan rígidos que no soportan los temblores de media ni alta intensidad.

Muchos edificios derrumbados eran de hormigón, sin el refuerzo sísmico adecuado. Los códigos de construcción sísmica de esta región sugieren que estos edificios deberían poder soportar terremotos fuertes (en los que el suelo incrementa entre un 30% y un 40% la gravedad normal) sin sufrir este tipo de colapso.

Los seísmos de 7,8 y 7,5 parecen haber provocado sacudidas del orden del 20 al 50% de la gravedad. Así pues, una parte de estos edificios fallaron con intensidades de sacudida inferiores a las del «código de diseño», aseguran los expertos.

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