Un grupo de 2.000 mujeres supervivientes del horror de Boko Haram se unen para reclamar justicia

Un grupo de unas 2.000 mujeres del noroeste de Nigeria que han sobrevivido a Boko Haram y después han sufrido violencia y abusos por parte del Ejército Nigeriano, según denuncia Amnistía Internacional en un informe, se han organizado en el movimiento de Mujeres Knifar para "pedir justicia" y reagrupar a sus familias.

Imagen de las niñas secuestradas por los terroristas de Boko Haram.
Imagen de las niñas secuestradas por los terroristas de Boko Haram.

Según indica Amnistía Internacional, este movimiento de mujeres supervivientes de Boko Haram que «desafía la violencia sexual en Nigeria» demuestra «por qué todavía es necesario el Día Internacional de la Mujer» que se celebra este viernes 8 de marzo.

Estas mujeres, según precisa la organización «fueron sometidas a abusos por quienes deberían haberlas protegido», el ejército nigeriano. En concreto, estas mujeres que habían sobrevivido a la violencia de Boko Haram, fueron enviadas a ‘campos satélites’ para personas desplazadas, tras una operación militar para recuperar territorio al grupo armado.

Además de los abusos, Amnistía denuncia que se ha separado a familias ya que los hombres «en edad de combatir» suelen ser «sospechosos de pertenecer a Boko Haram», y el ejército «se ha llevado a miles», dejando a las mujeres aisladas y solas al cuidado de sus familiares y «exponiéndolas a un mayor riesgo de sufrir abusos, hambre e incluso inanición».

«Para las mujeres Knifar el acceso a los alimentos y la mala salud sigue suponiendo un desafío abrumador. Un total de 23 mujeres cabeza de familia entre las mujeres Knifar aún no tienen acceso a alimentos y otras sufren de mala salud como resultado de las condiciones de vida en los campamentos», señala en una entrevista con Europa Press la activista de Amnistía Internacional Nigeria, Esther Ikubaje.

Asimismo, ha precisado que existe «una creciente preocupación» por la seguridad en los campamentos para personas internamente desplazadas, especialmente desde el ataque de Boko Haram en el Campamento Dalori 2 el pasado 31 de octubre de 2018. Ikubaje señala que, según los informes, el ataque dejó al menos 12 muertos. Además, recuerda que las mujeres Knifar viven en este campamento en particular.

Con el fin de ayudar a estas mujeres del movimiento Knifar, desde la organización están involucrados en campañas con las autoridades nigerianas «para garantizar que se haga justicia».

De los peores lugares para nacer mujer

Según precisa Acnur, la zona del noroeste de Nigeria es, probablemente, «una de las peores del mundo para nacer mujer». Los riesgos a los que se enfrentan las mujeres nigerianas, especialmente en el Estado de Borno, se añaden a la ya de por sí complicada situación de la región del Lago Chad.

El contexto es de pobreza extrema, con 96 millones de habitantes en esta situación, más que en la India, según el informe ‘La pobreza y la prosperidad compartida 2018’ elaborado por Grupo Banco Mundial; y de violencia, con 2,4 millones de personas que se han visto obligadas a huir a causa de los ataques perpetrados por Boko Haram en la región del Lago Chad.

En medio de esta situación, según señala Acnur, mujeres y niñas parten con desventaja. «La mayoría de las familias priorizan la educación de los hijos varones por lo que, si no hay recursos suficientes, las niñas se quedan sin escolarizar», indica la ONG. Casi la mitad de las mujeres nigerianas (el 47 por ciento) son analfabetas frente a una cuarta parte de los hombres.

Además, son empleadas como arma de guerra y violadas. Al menos 2.000 han sido secuestradas por Boko Haram en los últimos cuatro años, forzadas a casarse con sus secuestradores frente a la amenaza de convertirse en niñas bomba, según informa la ONG. Uno de los casos más mediáticos tuvo lugar en 2014, cuando 276 niñas fueron secuestradas en la pequeña ciudad de Chibok mientras acudían al colegio.

Un cinturón de explosivos para escapar

La joven Rebeca Bitrus vivía feliz junto a su marido y sus dos hijos hasta que el 21 de agosto de 2014 el grupo terrorista Boko Haram invadió su ciudad, la secuestró y asesinó a uno de sus hijos lanzándolo al río. Durante su cautiverio, además de utilizarla como esclava sexual, le dijeron que le iban a colocar un cinturón de explosivos para inmolarse en un atentado y ella quería hacerlo para intentar escapar, como habían hecho otras chicas tras desactivarlo.

«Yo antes de mi secuestro, cuando me hablaban de Boko Haram no me lo creía, hasta que me cogieron y tiraron a mi hijo al río. Quiero que el mundo conozca que es verdad», explicó Bitrus durante un encuentro en la sede de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (CAN, por sus siglas en inglés) celebrado en 2017 en Madrid. La joven aseguró que llegó a contar durante su secuestro a unas 500 mujeres como ella.

Asimismo, las niñas y mujeres nigerianas son víctimas de otros tipos de violencia. Así, según datos de Acnur, una cuarta parte de las mujeres nigerianas han sufrido mutilación genital femenina, aunque indican que es una práctica que va decreciendo desde que en 2015 se declaró ilegal en el país. La ONG también precisa que casi un tercio de las mujeres nigerianas han sufrido violencia física alguna vez en su vida, la mayoría a manos de sus maridos.

Igualmente, la falta de oportunidades en el país también provoca que muchas mujeres nigerianas caigan en las redes de trata. Según explican desde el Proyecto ESPERANZA, de la Congregación de Religiosas Adoratrices, en los últimos años el porcentaje más alto de atendidas por su proyecto son mujeres de África subsahariana, específicamente de Nigeria. De hecho, la mayoría de las víctimas de trata identificadas en España proceden de este país.

Más fuertes que los hombres

A pesar de las difíciles situaciones a las que se enfrentan las mujeres en el país, la misionera española María Ángeles Amo destaca la «fortaleza» de todas ellas. «Normalmente encontramos que las mujeres son más fuertes y estables que los hombres ya que en general ellas soportan en mayor medida las privaciones y dificultades de la vida diaria», subraya a Europa Press esta misionera itinerante del Camino Neocatecumenal.

Si bien, precisa que «no se puede generalizar» al hablar de la situación de la mujer en este país africano pues su suerte depende en gran medida de la zona donde les haya tocado vivir. «En las ciudades, y especialmente en la clase media y alta, las mujeres estudian y van a la universidad, pero en las aldeas la situación es muy diferente, las niñas dejan pronto la escuela porque la familia arregla para ellas un matrimonio a una edad muy temprana», explica.

En cualquier caso, precisa que la mujer suele ser la que «sostiene la familia, cuida de los hijos y del marido», al tiempo que trabaja fuera del hogar. En el mercado laboral, según señala, no ocupa un lugar importante porque los puestos de responsabilidad son desempeñados por hombres.

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