Un ex guardaespaldas contradice a Macron y dice que sigue relacionado con el Eliseo

El exasesor de seguridad del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, --despedido en julio-- ha asegurado que ha mantenido un contacto regular con el presidente y otras autoridades de alto rango desde que perdió su trabajo, lo que contradice la versión oficial de que no hubo más tratos con el funcionario que está en el centro de una dañina tormenta política.

Emmanuel Macron
Emmanuel Macron, presidente de Francia. (Foto: AFP)

El guardaespaldas Alexandre Benalla fue despedido después de un vídeo en el que aparecía golpeando a un manifestante el 1 de mayo y el presidente Macron fue criticado por no haber despedido inmediatamente a su empleado.

La gestión del caso ha supuesto la primera crisis política importante para el presidente Macron a quien se ha juzgado por la opinión pública como un político lejano que favorecía a sus amigos ricos y poderosos en detrimento de la gente común.

Benalla ha declarado a un portal de internet de periodismo de investigación Mediapart que, desde que perdió su trabajo había estado en contacto con el presidente y otros funcionarios de alto rango a través de la aplicación de mensajería Telegram.

«Les será difícil negarlo, ya que todas estas conversaciones están en mi teléfono móvil», dijo Benalla en una entrevista publicada el lunes.

Mientras, funcionarios franceses han asegurado que no se han producido contactos entre el guardaespaldas y la Presidencia desde que este fue despedido.

Un funcionario de Presidencia, que no ha querido salir del anonimato, ha rechazado este mismo lunes la versión de los hechos de Benalla.

La versión del guardaespaldas no tiene  tanto una relevancia legal como ética. Coloca a Macron en entredicho ya que había parecido tomar medidas ejemplares contra el responsable de seguridad. Esto además se conoce cuando Macron está en uno de sus niveles más bajos de popularidad tras la crisis de los chalecos amarillos. La revuelta ciudadana ha costado diez muertos y ha sido la principal prueba para un gobernante que surgió casi de la nada pero que no ha conseguido devolver en los primeros meses de mandato la confianza depositada por millones de franceses.
Macron tiene ahora una nueva vía de escándalo abierta en un mandato que para él está resultando menos plácido de lo que parecían presagiar los resultados electorales.

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