Las férreas y estrictas medidas que se han tomado en China para frenar el contagio de coronavirus han logrado ver la luz a pesar de la densa niebla de censura que reina en la cultura comunista del gigante asiático. Varios residentes de la ciudad de Urumchi, en la región Sinkiang (China), publicaron en redes sociales sendas denuncias sobre el estricto confinamiento al que han sido sometidos, llegando a esposar a ciudadanos al edificio durante dos semanas. Incluso se han visto publicaciones en las que ciudadanos chinos explican que han sido obligados a publicar mensajes positivos sobre la gestión de la pandemia.
Aunque el vídeo que acompaña a la noticia no ha podido ser verificado al cien por cien, se sabe que un complejo residencial publicó en Internet una advertencia: todo el que haya participado en el «estruendo» del 23 de agosto cometió un «acto ilegal». «Los residentes deben reforzar su sentido social de responsabilidad para evitar ser utilizados por malintencionados, contribuyendo a llevar a la opinión pública por el camino equivocado», decía el aviso. En otras advertencias se comunica a los residentes que todo podía verse afectado, desde su calificación crediticia social hasta la admisión de sus hijos en el colegio. Haciendo referencia esto último al sistema de puntuación ciudadana que rige la vida social y laboral en China.