El ingenioso método de la posguerra para montar las figuras del belén de Navidad: algunos trucos los seguimos usando
Durante la posguerra española la cocina de aprovechamiento fue más importante que nunca por culpa de la escasez. Eso provocó que la Navidad no fuera la época del consumo desenfrenado y las luces, que hoy conocemos.
Por sacar algo bueno, de esa necesidad también surgieron muchas tradiciones y una gran unión entre los vecinos y las familias. Además, los españoles desarrollaron una imaginación forzada para poder celebrar las fiestas.
Por ejemplo, ni los más pobres renunciaban a poner el belén en casa. Eso sí, no es como ahora lo imaginas. Lo hacían con lo que había: cartón, papel, patatas, algodón, etc.
Cómo montaban el belén de Navidad los españoles durante la posguerra
Las figuras del belén se ideaban de la manera más variopinta, ya que no todas las casas tenían un nacimiento preparado para decorar la casa. Eso sí, la ilusión no se perdía.
Algunos usaban trozos de polior (restos de embalajes), que vestían con trapitos viejos y retales. Las barbas se hacían con algodón y las coronas con cartón. Como si se tratase de una manualidad escolar, las montañas se construían con papel arrugado.
Las casitas se levantaban a base de cartón reciclado y el río se simulaba colocando un cristal, bajo el que se situaban pequeñas figurillas de papel. Para los patos, gallinas y corderos bastaba con simples recortes.
Y, si tenías cerca la naturaleza, era habitual cubrir el pesebre con arena real o hierbas recogidas del campo, con lo que le daban un aspecto de lo más auténtico.
Pero uno de los trucos más recordados es el de los camellos de los Reyes Magos: quienes podían permitirse ese lujo utilizaban patatas a las que clavaban palillos para simular las patas.
Por qué los españoles construían los nacimientos con cualquier cosa en la posguerra
Los primeros años después de la Guerra Civil estuvieron dominados por la escasez. El aislamiento y la autarquía provocaron que las cartillas de racionamiento marcasen el día a día.
En las zonas urbanas la situación podía ser peor debido a la falta de alimentos, pero eso no evitaba que la Navidad fuera un punto central. La sociedad española era mayoritariamente católica y no querían renunciar a la celebración.
A eso hay que sumarle que durante la República las celebraciones religiosas llegasen a estar perseguidas, por lo que las personas que más sufrieron esos años vieron en la Navidad (pese a la mala situación) como una reivindicación.
Otra tradición navideña imprescindible en la posguerra española
Montar el belén con lo que se pudiera no es la única tradición navideña que destacó en la posguerra. Un elemento imprescindible era la Misa del Gallo en Nochebuena.
Durante la posguerra y hasta bien entrado el siglo XX era un momento para reunirse, no sólo en familia, sino con todo el barrio. La gente se conocía y compartir ese momento era casi obligatorio.
Con el paso del tiempo, el significado social de la Misa del Gallo ha cambiado. La mejora de las condiciones de vida, la pérdida del peso de la religión en la sociedad y la transformación de las celebraciones navideñas han hecho que esta costumbre vaya desapareciendo poco a poco.
De todas formas, la Misa del Gallo se sigue celebrando en la medianoche del 24 de diciembre y recibe su nombre porque, en la antigüedad, el canto del gallo anunciaba el inicio de un nuevo día.