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No hay duda de que el huevo frito es uno de los platos favoritos de los españoles. Así lo confirman las numerosas encuestas culinarias que se hacen en nuestro país. Y es que consumimos 138 huevos por habitante al año. En el mundo se producen 1.2 trillones y el 40% de esta cifra se degustan en China.
La versatilidad de este producto es asombrosa. Crudo es líquido. Pero si ese se calienta por encima de los 55 grados las proteínas se transforman en un gel, más o menos sólido. Y aunque se enfríe, nunca volverá a su estado líquido.
Hacer este plato parece fácil ¿verdad? Sí lo es, para hacer uno ‘normal’. Pero hacer el huevo frito perfecto ya es otra historia. La gloria culinaria se alcanza cuando la yema está líquida, la clara cuajada (sin partes transparentes) y las puntas crujientes.
Lo imprescindible
1. Huevos frescos
Es importante que el huevo esté fresco. Si no es así al echarlo se desparramará por la sartén. El aceite saltará más y la yema no se mantendrá centrada ni la clara firme. Fíjate en la fecha de puesta y también en el código de la cáscara. El primer dígito dice dónde han sido criadas: 0-producción ecológica, 1-gallinas camperas, 2-criadas en suelo y 3-criadas en jaula. Las dos letras a continuación muestran el país de la UE de donde procede y los siguientes identifican al productor: provincia, municipio y granja de origen.
2. Sartén antiadherente
Si esta no es de buena calidad, el huevo se pegará, por mucho aceite que le pongas. En ocasiones te habrá pasado que el huevo también se pega a la espumadera. El truco para que esto no ocurra es mojarla en el aceite caliente, antes de incorporar el huevo.
3. La sal
¿Cuándo echarla? Este punto es cuestión de gustos: hay quien le pone la sal en el huevo crudo, en la sartén o cuando ya está frito. Muchos chefs recomiendan poner el condimento al final, ya que la sal extrae la humedad del producto y no queda con el mejor aspecto. Lo ideal es ponerla con el huevo frito recién salido de la sartén, y alrededor de la yema, no encima.
4. El aceite
De oliva, por supuesto. Este debe estar muy caliente pero sin que llegue a humear: aproximadamente a 180 grados. Si llega al punto de humeo ya ha alcanzado los 200 y se nos ha pasado. De esta forma controlaremos mejor la temperatura y el huevo no absorverá tanta grasa. No escatimes: utiliza al menos un dedo de aceite.
Un huevo frito cinco estrellas
¿Por qué no es tan fácil hacer este plato a la perfección? Porque el paso de líquido a sólido del huevo no es homogéneo: la clara comienza a cuajarse a los 57 grados y la yema a los 65. Otra diferencia entre ambos componentes es que la clara está formada por más de un 80% de agua, y proteínas. La yema tiene agua, proteínas y grasas: esa es la razón por la que su aspecto es más espesa.
Si estás buscando el climax culinario, lo mejor es que lo cocines individualmente. Separa la yema de la clara. Añade esta a la sartén, y pasados 30 segundos, incorpora la yema, intentando que quede centrada. Espera a que aparezcan las puntillas ¡y listo!
4 trucos de gran Chef
Con estas indicaciones lograrás que el huevo frito no se te resista:
- Utiliza un huevo que esté a temperatura ambiente
- Casca el huevo en un recipiente antes de ponerlo en la sartén
- Vierte el aceite en la sartén fría. Si lo echas cuando la sartén está muy caliente, el aceite acaba quemándose.
- Para saber la temperatura ideal del aceite deja una miga de pan o un diente de ajo en el aceite. Cuando empiece a freírse, está en su punto.
¿Marrones o blancos?
No hay ninguna diferencia entre ellos. El color viene determinado por la raza de las gallinas. Las aves de color marrón ponen huevos morenos y las blancas, blancos. Sí que es cierto que estos últimos suelen ser un poco más pequeños, porque las gallinas de este color son de menor tamaño. Pero esa es toda la diferencia.
El color de la yema
En este caso el color de la yema del huevo no tiene que ver con el tipo de gallina. Solo con lo que come. Si es alimentada con alfalfa y maíz, el color es fuerte. Y más claro si ingiere trigo y cebada.
2 trucos con huevos
Freír un huevo en frío
Sí, se puede hacer. De hecho se trata de un experimento casero que les encantará a los niños. Solo necesitamos un plato hondo, huevo crudo y alcohol etílico, tipo alcohol de farmacia. El proceso es sencillo: echamos el alcohol en el plato hasta que cubra el fondo. Después ponemos el huevo en el mismo, y lo rociamos con un poco de alcohol. Enseguida veremos como la clara se empieza a ‘freir’ y se va cuajando, aunque el resultado final se ve en una hora. Recuerda que el huevo no es comestible.
Un huevo que bota
Casi como si fuera una pelota de goma. Para ello introduce el huevo en un tarro y cúbrelo completamente con vinagre. Tápalo y déjalo así 48 horas. La cáscara se irá deshaciendo y el interior queda recubierto por una membrana. La consistencia es asombrosa porque parece un huevo de gel. Ahora hazlo botar sobre una superficie. ¡Voilá!
El huevo: un alimento magnífico. Siempre que no se utilice como arma arrojadiza, como le han ocurrido a múltiples personalidades. Entre ellos el cantante David Bustamante. En el año 2005 recibió en Logroño un ‘huevazo’ en la frente que le dejó inconsciente. Tremendo.
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