Gastronomía histórica

Parece una rata, pero era un lujoso manjar del Imperio Romano: hoy saldríamos corriendo al verlo

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Lirón.
  • Manuel Morera
  • Periodista y fundador del pódcast V9, el programa de F1 más escuchado de España. Universidad de Valencia y Radio 3. Anteriormente en ElDesmarque, Levante TV y Las Provincias.

Los romanos tenían costumbres que podrían recordarnos a las del siglo XXI, pero otras nos harían salir huyendo. Y es que la ostentación estaba a la orden del día en el Imperio Romano, y eso también se notaba en su gastronomía.

Por ejemplo, los emperadores y familias pudientes del Imperio Romano disfrutaban sorprendiendo a sus invitados, lo que acabó provocando que en su cocina hubiera un protagonista inesperado: el lirón.

Se trata de un pequeño roedor que podría recordarte a una rata, pero que lejos de ser un plaga se convirtió en un símbolo de lujo gastronómico en la Antigua Roma. Hoy en día sería imposible verlo en un restaurante.

El insólito manjar de lujo que triunfaba en el Imperio Romano

Los romanos supieron convertir lo raro en deseado. Mientras el pueblo se alimentaba de cereales, legumbres o carne de cerdo, las élites servían a sus invitados platos súper exóticos.

Por ejemplo, era una época donde en la mesa de las clases adineradas se servía lengua de flamenco, garum fermentado o hasta lirones rellenos. El sabor de este pequeño roedor, de apenas unos gramos de carne, se consideraba refinado y exclusivo.

En ningún caso se trataba de un alimento cotidiano, sino que el lirón sólo aparecía en los banquetes de las casas más poderosas, donde se presentaba relleno de carne picada, miel o nueces.

El objetivo era exhibir el lujo, ya que era tan importante como el sabor. Es decir, comer lirones en el Imperio Romano era una demostración de que tenías acceso a cosas increíbles.

Cómo criaban a los lirones en el Imperio Romano para utilizarlos como comida

La pasión por estos animales fue tan intensa que los romanos desarrollaron técnicas específicas para su cría.

Además de cazarlos en los bosques, construyeron pequeñas granjas y recipientes de barro llamados gliraria. Eran urnas con paredes lisas y agujeros de ventilación donde se colocaban ramas y frutos secos para alimentar a los lirones.

El objetivo era engordarlos en condiciones similares a las de la hibernación: poca luz y comida abundante para que acumularan grasa. El lirón gris (Glis glis), más grande que el lirón enano (Muscardinus avellanarius), era la especie más apreciada.

De hecho, su producción puede compararse con la de productos de lujo actuales, como el foie gras. Para las clases altas, disponer de lirones en su mesa equivalía a mostrar riqueza y un gran gusto por la cocina.

El lirón: de manjar en la Antigua Roma a especie protegida

Con la caída del Imperio Romano, la costumbre se fue perdiendo. En algunas zonas rurales de Italia o Croacia persistió la caza de lirones hasta hace bien poco, pero sin una dimensión elitista.

No obstante, su situación hoy en día en Europa es muy distinta: el lirón es una especie protegida, asociada a la biodiversidad y la conservación de los bosques, no a la alta cocina.

Eso ha ocasionado que la idea de servirlo en un plato pueda provocar más espanto que admiración. Es decir, es una prueba de cómo los gustos culinarios van cambiando a lo largo de los siglos.

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