Vicente Gil: «Sánchez busca un amaño para que Ábalos no cante sobre el PSOE»

El PSOE ha entrado en pánico. Sánchez busca un amaño para Ábalos. El diario oficial El País lo ha llamado este lunes «salida personal». Sánchez sabe que no puede cabrear a Ábalos. Si Ábalos tira de la manta, como diría Jordi Pujol, ¡cauran tots!
Como la solución no es fácil, este lunes han ganado tiempo. El PSOE ha hecho el paripé de pedirle su dimisión como diputado en 24 horas (¡faltaría!) y Ábalos, que no quiere dejar el escaño, ha dimitido del bien remunerado puesto de presidente de la Comisión de Interior. El miércoles se debate en la comisión sobre «corrupción e impunidad». ¿Imaginan a Ábalos presidiendo eso?
Pero más importante aún. El miércoles por la mañana hay sesión de control con preguntas a Pedro Sánchez. El pleno empieza el martes. ¿Irá Ábalos a sentarse en su escaño justo encima del Gobierno mientras a Sánchez le preguntan por la corrupción? Hagan apuestas. No hay ninguna votación decisiva. ¿Aparecerá Ábalos en el pleno o le hará el favor a Sánchez de quitarse de en medio y ponerse malito esta semana? Al grupo parlamentario socialista siempre le quedará la opción de mostrarse muy contundente y expulsarlo o mandarlo a aquel escaño del gallinero detrás de una columna al que mandó Pablo Iglesias a Tania Sánchez cuando rompió con ella para liarse con Irene Montero.
Sánchez ha dicho muy serio este fin de semana: «El que la hace, la paga». Es el mismo individuo que quiere amnistiar a Puigdemont y a los golpistas del procés. Este tipo nos toma el pelo, pero empieza a estar apurado. Lo de Koldo y Ábalos es más complejo que lo de Puigdemont porque le puede salpicar personalmente.
Sánchez está empezando a sufrir, aunque todo le dé igual. Cada noche que duerme con Begoña en La Moncloa es un triunfo para su ambición personal. Por cierto, ¿sabe algo Ábalos de las actividades de Begoña Gómez con Marruecos en el Africa Center del Instituto de Empresa? Dejamos ahí la pregunta.
El pánico es general en el PSOE. Koldo lo sabe todo de Ábalos y Ábalos lo sabe todo de lo suyo con Koldo; de lo de Salvador Illa (2.500 millones de euros en contratos covid sin explicar), de Carolina Darias (que tenía su propio Koldo, pero con C…), de Marlaska y su secretario de Estado, de Armengol en Baleares, de Ángel Víctor Torres el de Canarias (que le pregunten al mediador del Tito Berni), del propio Sánchez y del partido.
Porque Ábalos era el chico para todo de Sánchez. Hasta para ir a Barajas, de madrugada, con Koldo, en el coche particular de otro de los implicados, a ocuparse de Delcy Rodríguez. Aquel fue el primer gran escándalo de este Gobierno, del que nunca más supimos.
Tal era la confianza entre ambos que fue Sánchez quien quiso, expresamente, que Ábalos fuera, a la vez, ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE. De ser por él, lo hubiera hecho vicepresidente. Llevaban juntos desde que Sánchez asaltó el partido. Koldo durmió encima de los avales de Sánchez para ser secretario general la noche anterior a presentarlos. No se fiaba ni de la caja fuerte.
El caso Koldo no es nada nuevo en el PSOE. Ni siquiera en otros partidos. Los modus operandi y las historias se repiten.
Aida Álvarez, la del caso Filesa de financiación ilegal del PSOE de Felipe González, pasó de ser la señora que fregaba la sede de Ferraz (literalmente) a coordinadora de finanzas del partido. ¿Me lo explican? Como lo de Koldo. De portero de club de alterne a asesor del ministro de Fomento, consejero de Renfe, etc. Koldo iba por la vida con fajos de billetes pagando en cash. Incluso, de 500 euros. Aida Álvarez contó, en los innumerables juicios que tuvo que afrontar, que a ella le daban sacas de dinero en efectivo para blanquearlo.
La pregunta, por tanto, también es pertinente. ¿Ha ido parte del dinero de las comisiones de Koldo al PSOE? No sería de extrañar. Repartir el dinero de las comisiones con el partido o financiar el partido y quedarse con una comisión (depende de cómo se mire) es un seguro de vida para el comisionista. Una opción para el comisionista de chantajear al partido si le pillan. Todo apunta a que, con Ábalos, podríamos estar ante esto.
Aunque Ábalos, en realidad, no necesita chantajear a nadie. Sánchez sabe todo lo que Ábalos sabe de él y del partido. Sólo ha tenido el ex ministro que asomar la patita sin inmutarse en el programa de Risto, del que es colaborador, y, casualmente, en El País y La Sexta para que en Moncloa hayan entendido el mensaje.
¿A qué apaño va a llegar Sánchez con Ábalos? Porque Ábalos no puede renunciar al escaño. Necesita el aforamiento. Él va contando que también necesita el sueldo.
La solución (o sea, el amaño) no es fácil. Porque si Ábalos se queda en el Congreso pero lo expulsan del partido terminaría en el Grupo Mixto. ¿Imaginan la foto de Ábalos sentado en el Mixto siendo decisivo para la amnistía o cualquier ley importante del Gobierno incluidos los presupuestos? Un sólo voto es crucial, hoy por hoy, para Sánchez. Bien pensado, sería el mal menor para todos si Ábalos le garantizara a Sánchez que no hará tonterías con su voto.
Lo que sea lo veremos pronto. El espéctaculo, mientras, es lamentable con Puigdemont y Otegi frotándose las manos. España no lo merece.
Por ahora, andan perdidos y sin saber qué hacer a la espera de que Ábalos vea claro su futuro y ni él ni Koldo se coman solos el marrón. Pero algo se inventarán porque no tienen vergüenza. Sánchez se ha quitado de en medio este lunes. Primero se ha parapetado tras el Rey en el Mobile Congress de Barcelona y, de ahí, se ha ido a París a la Conferencia sobre Ucrania. Por la tarde, Félix Bolaños se ha borrado del Senado sin dar explicaciones.
Aquí nadie quiere ser el primero. Nadie quiere ponerle el cascabel al gato… porque el gato sabe demasiado y ha debido de hacer muchos favores.
Por cierto. En esta historia todo encaja. Ábalos es paisano mío. El ex ministro es natural de… Torrente, en Valencia. Sí. De Torrente. No podía ser de otra manera. Los Torrentes de Sánchez son el espejo de un partido que es pura corrupción. Sigan ustedes votando a Sánchez y sus Torrentes mientras les roban a dos carrillos y se ríen en su cara.