TRIBUNALES

Los testigos declaran en la fase final del juicio de ‘la patada en la puerta’: «Nos quedamos en shock»

El juicio de 'la Patada en la puerta' comienza su recta final a la espera de la deliberación del jurado popular

Seis agentes de la Policía Nacional se enfrentan a un presunto delito de allanamiento de morada tras irrumpir en un fiesta durante el Covid

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Los testigos declaran en la fase final del juicio, conocido como La patada en la puerta, en el que se juzga a seis policías que irrumpieron en una fiesta celebrada en un piso de la calle Lagasca durante las restricciones del Covid. Los agentes fueron alertados por los vecinos y acabaron derribando la puerta blindada de la vivienda ante la negativa a abrir de los asistentes a la reunión. «Nos quedamos en shock», explica una de las testigos que ha declarado en sede judicial para esclarecer los hechos en torno a la intervención policial que tuvo lugar el pasado 21 de marzo de 2021 en la casa de un ciudadano llamado Theo.

Las declaraciones de testigos han arrancado con el testimonio de dos chicas presentes en la fiesta. Las jóvenes han declarado en sede judicial que acudieron al piso de Theo tras cenar en un restaurante a sabiendas de que había restricciones para tratar de controlar la pandemia por coronavirus. «Fuimos a hacer copas, éramos los de la cena y vinieron los vecinos, escuchamos música desde la televisión y hablamos», declaró una de las chicas que también asegura que no quisieron abrir la puerta ya que tenían miedo a ser multadas.

Testimonio casi idéntico es el de la otra joven que también estaba en la vivienda. Esta chica de origen francés ha explicado que una de las asistentes a la fiesta estudiaba Derecho y proclamó que sin orden judicial no podían entrar los policías al domicilio. Precisamente, esto fue lo que motivó a los asistentes a no abrir haciendo así que los policías derribaran la puerta con un arríete.

Una vez dentro del piso, las jóvenes describen en sus declaraciones que la policía les amenazó y actuó de forma agresiva. También relatan cómo esposaron a algunos de los asistentes y cómo iba escalando la tensión a medida que dialogaban con la Policía. «Algunas chicas lloraban, tenían miedo, no sabían lo que estaba pasando, estaban asustadas», explica la segunda testigo.

Ambas también han reconocido que mintieron a la Policía. Si bien en un primer momento acordaron entre los asistentes no abrir, luego algunas de las asistentes cambiaron de versión para evitar pasar la noche en el calabozo. «Nosotros no queríamos la puerta abierta y cuando entraron, las chicas empezaron a decir que sí la habían querido abierta para no ir al calabozo, porque vieron que las chicas podían irse a casa cuando dijeron que habían querido abrir la puerta», explican.

Los vecinos

Los vecinos del piso de abajo también han sido llamados a declarar. Se trata de un matrimonio de origen extranjero que previamente ya habían llamado en varias ocasiones a la Policía por el ruido que se producía en la vivienda. «He llamado muchas veces, más de 20, mi mujer tiene migrañas y no podíamos dormir por el ruido», ha declarado el hombre que asegura que los policías fueron «muy corteses» en sus formas.

Por su parte, la mujer también ha asegurado que los dos días anteriores a la fiesta también se hicieron fiestas en el domicilio. «Era como tener un tablao flamenco encima», explica tras las preguntas del juez. Estos dos vecinos fueron los que alertaron a la Policía Municipal de Madrid de la fiesta. Los agentes municipales se personaron en la casa y tras dar el aviso se marcharon. Tras ello, vinieron los policías nacionales que fueron los que derribaron la puerta: «Escuchamos todo», zanjan los dos vecinos.

El propietario

El propietario de la casa también ha declarado como testigo en el marco del juicio de La patada en la puerta. Se trata de un empresario afincado en Zaragoza que compró dos pisos en el edificio de Lagasca. «Tengo dos hijas y el día que yo no esté les dejaré este piso», explica el propietario. Además, el hombre ha señalado que fue informado de lo ocurrido en su piso detallando que el inquilino pagó los destrozos de la puerta blindada. «La broma costó más de 7.000 euros, el chico lo pagó todo, ha sido ejemplar, dejó todo pagado y se fue», asegura el propietario que ha confiado la gestión del alquiler a un empresa externa.

Precisamente el agente inmobiliario que se ocupa de este arrendamiento también ha declarado en sede judicial. Este hombre ha explicado que al día siguiente de los hechos, Theo le llamó para tomar un café y relatarle lo sucedido. «Me fastidió la relación con la comunidad de vecinos, pensamos que lo mejor es que Theo se marchara de la casa, ahora vivo yo en este piso», zanja el agente inmobiliario dando por finalizada la ronda de testigos que ha durado más de cuatro horas.

Fase final

La acusación particular ha calificado los hechos como un presunto delito de allanamiento de morada tipificado en el Código Penal con una pena de dos años y seis meses. El veredicto del juicio de La patada en la puerta correrá a cargo de un jurado popular. «Este delito de allanamiento de morada tiene que ser resuelto por haber sido realizado por funcionarios públicos, en este caso policías nacionales, por parte de un tribunal compuesto de nueve jurados y dos suplentes», explica el letrado de la acusación, Juango Ospina en una entrevista con OKDIARIO.

Tras culminar la fase de instrucción, la Audiencia Provincial de Madrid decidió abrir juicio oral sentando en el banquillo a los acusados. Ahora, le toca al turno a los testigos que declararán a lo largo de la semana. Fuentes cercanas al caso aseguran que, previsiblemente, el jurado deliberará la semana que viene si absuelve o no a los policías implicados en la intervención.

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