Sánchez y ERC ya han pactado la liberación de los presos

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez, en el Congreso. (Foto: Francisco Toledo)

Los separatistas de Esquerra y Sánchez ya tienen un primer acuerdo: disimular de antemano la reunión de las juntas carcelarias de tratamiento que esta semana, incluso puede ser que este martes, pueden tomar decisión sobre la libertad eventual de Junqueras y Forcadell, los líderes partidistas de la sedición de octubre. Escribo eventual porque no se trata, todavía, de sacar a los presos incondicionalmente de Lledoners y de la prisión donde aún habita Carmen Forcadell,  la que fue presidenta del Parlamento regional, sino de ofrecerles unos permisos que, como dice un penalista: “Tengan vocación de continuidad”, o sea autorizaciones sucesivas, con cambios de grados, que prácticamente supongan la liberación total de los condenados. Ni el PSOE, ni Esquerra están filtrando nada sobre el particular aunque, según todas las apariencias, ambos concuerdan en apoyar estas medidas.  ERC por razones obvias que no hay que explicar, y Sánchez porque así depara una muestra de complicidad y pacto con los separatistas. Por eso ni siquiera los medios más afectos al independentismo están ofreciendo noticia alguna de este episodio trascendental.

Y es que además Sánchez no quiere enfadar a los fiscales del Supremo que son los que, tras la opinión expresada de las mencionadas juntas tratamiento, deben apoyar, si es el caso, un adelgazamiento en el cumplimento de las penas dictadas en octubre por el Tribunal Supremo. Ya podemos adelantar que, al menos dos de los fiscales, uno de ellos desde luego Javier Zaragoza, no están nada de acuerdo con las pretendidas y muy claras resoluciones de las mencionadas juntas, entre otras cosas porque han dicho por activa y por pasiva que lo ocurrido en octubre de 2017 no fue, como al final dictaminó el Tribunal de Marchena, una sedición sino un auténtico golpe de Estado. No se entendería que con esta calificación, los fiscales ahora transigieran con lo que apoyan las juntas, el PSOE y desde luego Esquerra Republicana. Pero claro, Zaragoza ya opinaba, recién conocida la sentencia, que ésta solucionaba a Sánchez el problema; ya no necesitaría gastarse con el indulto. En los medios más informados de Cataluña no existe ninguna duda: las juntas van a pronunciarse a favor de la salida de la cárcel de los delincuentes. Días pasados, un personaje que está actuando de mediador entre el equipo negociador de Sánchez y el de Esquerra, decía: “No hay acuerdo posible de investidura si los presos siguen encarcelados”.

¿Qué es lo que se prepara pues? Pues un segundo grado que parezca un tercero, es decir que, en resumidas cuentas, los presos más que internos sean mediopensionistas o quizá ni siquiera eso. Lo que se percibe es que este martes se sentarán los colegas de los sediciosos y los monaguillos de Sánchez con la cuestión carcelaria resuelta. Todo apunta a que sí porque ¿qué mejor muestra de buena voluntad por parte de Sánchez que un apoyo decidido a la liberación de los políticos presos? Es comprensible que, habiendo pactado este proceloso asunto, el aún presidente quiera mantenerlo en secreto depositando en las citadas juntas de tratamiento la sola responsabilidad de la salida de la cárcel de Junqueras y sus secuaces. En su tónica habitual de mentira y desahogo Sánchez ya tiene pensada una respuesta como ésta: “Que conste que yo no he sido”. Ejemplar, como todo lo de este personaje infumable.

El conocimiento de lo que se perpetra con los delincuentes presos alimenta la impresión de que el pacto entre los socialistas y los republicanos está ya perfilado. Los medios catalanes no se han cansado de aconsejar a ERC que se suba a este carro porque, como ha escrito el periódico más conciliador de Cataluña: “Con ningún Gobierno le va a ir a los independentistas mejer que con éste que han pactado Sánchez e Iglesias”. ERC, en todo caso, va a exprimir sus exigencias hasta el final; conseguida, como queda escrito, la peliaguda excarcelación de los políticos presos, resta por pactar otro de los puntos más delicados de la negociación: el referéndum. Sánchez ya se lo ha ofrecido con dos pequeñas matizaciones: que se celebre para aprobar un nuevo Estatuto y que, ahora, en primera instancia, no figure como punto crucial del acuerdo. Sería demasiado escándalo para un presidente cuya única línea roja es no seguir en La Moncloa.

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