SACA NUEVO LIBRO: 'MAQUETOS'

Rosa Díez: «ETA está viva porque está en las instituciones y porque hay 379 crímenes sin resolver»

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Paula Baena

Rosa Díez (Vizcaya, 1952) ha echado la vista atrás en Maquetos, su último libro en el que a la vez que relata la historia de sus padres y de su infancia, al tiempo que evoca sus recuerdos más íntimos, cuenta la historia del País Vasco, del terrorismo y de una tierra -la suya- donde primero ella y su familia fueron considerados «malos españoles» para después pasar a ser «malos vascos» (y, además, españoles). Unos Maquetos.

Díez ha charlado con OKDIARIO sobre su libro, sobre cómo está el País Vasco en la actualidad, sobre ETA, sobre el PSOE -su antiguo partido, ese desde el que luchó por la libertad y defendió los valores constitucionales en el País Vasco antes de que se convirtieran en «unos traidores»-, y sobre el PNV, la formación sin cuya «comprensión y justificación» el «nacionalismo terrorista» hubiera desaparecido «hace mucho más tiempo».

Pregunta.- En tu libro mezclas tu vida personal con la política en el País Vasco, el terrorismo, ¿por qué?

Respuesta.- La vida no son compartimentos estancos. Las cosas nos pasan en un contexto. El contexto de este libro es un contexto histórico de la historia de España y es una historia que empieza en la posguerra y que termina en la democracia a través de cuatro generaciones de españoles. Es una historia que no es distinta a la de miles y miles de familias que han vivido situaciones muy similares en este mismo contexto en toda España, particularmente en aquellas zonas en las que existe el nacionalismo.

P.- En el libro comentas que la sociedad vasca sigue sin ser una sociedad «normal» aunque ETA ya no mate. ¿Cómo explicarías esto?

R.- El mismo hecho de que nos digan que no hay que hablar de ETA, que no hay que hablar de las víctimas y que eso sea lo «políticamente correcto» en Euskadi demuestra que esta no es una sociedad normal. Es una sociedad que no reconoce que ETA está viva, fundamentalmente por dos razones. Primero porque sus herederos y los que todavía defienden la historia de ETA -no es sólo que no la hayan condenado, sino que defienden su historia- están en las instituciones. Eso no es normal, eso es una anomalía democrática. Tú imagínate que los representantes y los defensores de Hitler gobernaran Alemania. Es que esa sociedad está enferma.

La mayor demostración de que no es una sociedad normal en términos democráticos es que esta sociedad acepte como normal que quienes defienden la historia del terror de ETA estén en las instituciones y nos gobiernen, tomen decisiones que afectan nuestra vida cotidiana desde el precio del billete, del metro hasta la educación que reciben nuestros hijos o nuestros nietos.

El segundo motivo por el que ETA está viva es que hay 379 de sus crímenes que aún están por resolver. Entonces, una sociedad que acepta esas dos premisas es una sociedad profundamente enferma en términos democráticos. Y eso hay que destacarlo cada día porque este es el presente, no es el pasado, es el presente.

P.- ¿Por qué el nacionalismo goza de prestigio en el País Vasco, por qué no se avergüenzan de que en nombre de la ideología que profesan se hayan cometido las peores atrocidades?

R.- Ese prestigio del nacionalismo es pecado de toda España en su conjunto, no sólo de la sociedad vasca. El Partido Nacionalista Vasco se atreve a dar lecciones de democracia todos los días y en todos los faros nacionales, desde el Congreso de los Diputados se atreve a calificar a unos u otros de demócratas, mientras que nadie les contesta porque realmente España entera ha asumido el falseamiento de la historia que protagoniza el PNV.

P.- ¿Por qué?

Porque los sucesivos gobiernos han necesitado el acuerdo del PNV o los votos del PNV.  Y cuando digo los sucesivos gobiernos, no me refiero solamente a los gobiernos de la democracia de España. Es que con Franco pasaba igual. Franco no necesitaba sus votos, pero venía bajo palio a veranear a San Sebastián. Es decir, se decidió apoyar a aquellas regiones de España donde había nacionalistas, véase Cataluña y el País Vasco. Los tenía tan tranquilos que durante el franquismo el nacionalismo era colaboracionista de Franco, pero en todas las partes, en Cataluña y en el País Vasco.

P.- En el libro dices: «Si los buenos vascos que han seguido en Euskadi las consignas del partido guía, del PNV, de los nacionalistas buenos, no hubieran puesto sordina, comprendido y/o justificado los crímenes de ETA, el nacionalismo terrorista hace mucho que hubiera desaparecido».

R.-Es que hay que poner a cada cual en su sitio y eso también significa reconocer la historia, el sacrificio y la generosidad de los buenos. Para reconocer a los buenos tienes que poder situar a los no buenos en su sitio.

Recuerdo una vez en una capilla ardiente de un compañero del Partido Socialista que había sido asesinado por ETA, en la que coincidí con unos afiliados muy mayores de una agrupación del PSOE de un pueblo de Guipúzcoa. Entonces yo dije algo como «qué sinvergüenzas» refiriéndome a los asesinos y ellos me dijeron: «sí, Rosa, pero no te equivoques, los peores son los que se dicen buenos».

Y es que los peores son los que se dicen buenos, los que han justificado, los que han permitido, los que han callado, los que han dicho «bueno, no está bien lo que hacen los chicos pero son nuestros chicos», los que no han ofrecido funerales en las iglesias y luego, además, han ido a subirse a púlpitos a hablar en nombre de Dios.

O sea, todos los que han permitido en silencio que esto ocurriera. Son los verdaderos responsables todos los que en el pasado lo han permitido y todos los que hoy permiten que haya 379 crímenes sin juzgar. Y les parece normal. Todos esos hoy siguen siendo culpables. Y claro, en algún momento hay que preguntarles y hay que dirigirse a ellos y decirles: «Oye, a ver, mírame a los ojos, ¿tú que has hecho?».

P.- ¿Cómo llevas que el PSOE, tu antiguo partido, esté contribuyendo al blanqueamiento de ETA, que pacte con sus herederos, que Pedro Sánchez haya llegado a dar el pésame a Bildu por la muerte de un asesino preso en la cárcel?

R.- Por eso me fui. Yo me fui siendo diputada en el Parlamento Europeo y pudiendo seguir viviendo estupendamente, pero me fui del Partido Socialista porque empezó a traicionar a la democracia y empezó a traicionar a toda la gente que dio la cara en su nombre, en nombre del Partido Socialista, para defender los valores democráticos y constitucionales en el País Vasco. Se convirtieron en unos traidores.

P.- ¿Por qué crees que hizo eso el PSOE?

R.- Porque Zapatero, cuando ganó primero el Congreso y después de las elecciones, después del 11-M, llegó a la conclusión de que para mantener al Partido Socialista en el poder, aunque perdiera votos, lo que tenía que hacer era volver a abrir la brecha entre españoles y confrontar a los españoles. Romper todo lo que significó la transición.

Para eso tuvo que dar ese viraje de convertir a la derecha en el enemigo de la democracia. O sea, el PSOE pasó en la época de Zapatero de considerar que el enemigo de la democracia era ETA a considerar que el peor enemigo de la democracia era la derecha.

Inoculó ese virus y radicalizó hasta tal extremo al PSOE que ahora para cualquier socialista es mucho más despreciable y mucho más enemigo, un diputado del PP o de Vox que un diputado de Bildu. Y un partido que prefiere a una organización que defiende la historia de ETA tiene un problema de base democrática muy, muy, muy grave.

P.- ¿Cómo puede ser que la gente de izquierda considere más válido a Bildu que a Vox? 

 R.- Porque se ha ido inoculando esa idea y ha ido calando. Y como no hay un discurso alternativo, como no hay un discurso político fuerte, cultural, alternativo, que se enfrente, pues lo que queda es esto. Que a un partido proetarra hay que tratarlo como si fuera un partido normal y a un partido como Vox hay que tratarlo como si fuera un partido antidemocrático. Y esto, como se acepta con normalidad, pues va calando.

P.- En el libro destapas la falacia del supuesto antifranquismo del nacionalismo y el terrorismo.

R.- Si escuchas a una nacionalista vasco, parece que Franco hizo la guerra contra el nacionalismo vasco. Que fue una guerra contra Euskadi. No. Fue una guerra civil, entre españoles. ¡Pero si el PNV pactó con los italianos -los italianos que había bombardeado, junto con los nazis, Guernica unos meses antes- en 1937 en Santoña! Y es que eso no lo saben ni los españoles en su conjunto ni los vascos en particular. Se les ha olvidado. Porque nadie se lo recuerda. Y entonces van de antifranquistas. ¿Por qué venía Franco a veranear a San Sebastián? Porque no se sentía incómodo, todo lo contrario.

Se quiere ocultar el lado oscuro del PNV. Ocultar la fascinación que tenían por Hitler y los nazis. Eso está en los diarios del lehendakari José Antonio Aguirre que están en Washington y no los reclaman para que la gente no lo sepa. Porque tienen un vínculo común que es el racismo o la supremacía de la raza.

P.- Terminas Maquetos con el anhelo de que tus nietos «cierren el círculo» que iniciaron tus padres cuando llegaron al País Vasco. ¿Qué tendría que pasar para que eso ocurriera?

R.- Que sea una sociedad normal. Una sociedad en la que desde el Gobierno no se nos inste a ser anormales, es decir, a que tengamos que tener todos la misma mentalidad y ser todos de la «religión verdadera» (el nacionalismo vasco). Que fuera una socidad plural, que fueramos tan normales como los que viven en Madrid. Que no consideren de segunda categoría a los que vienen de fuera. Una sociedad en la que no se reconocen honores a ninguno de los que han atentado contra la democracia y se han llevado vidas por delante. Y no se cerrará la historia hasta que no se juzgue y se condene a todos los asesinos.

Además, que a los no nacionalistas no se les concsidere disidentes, que eso ocurre a día de hoy. Pío Baroja no puede ser medalla de oro de San Sebastián. Dicen «qué bien se vive en el País Vasco». Y no. Esto no es un parque temático. Esta tiene que ser una sociedad plural en la que, efectivamente, seamos todos iguales y tengamos la misma consideración. Que no seamos disidentes si no somos nacionalistas. Ya está bien.

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