El Rey prepara su discurso de Navidad

El Rey prepara su discurso de Navidad

No es casualidad que la agenda institucional de la Familia Real sólo tuviera marcados actos oficiales para el Lunes y el Martes de esta semana que está a punto de terminar. El resto aparecía vacío de cualquier compromiso institucional al que tuvieran que asistir el Rey Felipe o la Reina Letizia, que son los miembros habituales de la institución monárquica sobre los que recaen la mayoría de las actividades que tienen que afrontar cada semana.

La razón de este paréntesis, que no coincide con ninguna fiesta del calendario laboral, hay que buscarla en una de las tareas más importantes con las que se enfrenta el Jefe del Estado y su equipo de alta dirección poco antes de que empiecen las fiestas navideñas: escribir el texto del mensaje que cada 24 de Diciembre el Rey dirige a los ciudadanos españoles. Y no sólo eso, que ya es una importante obligación en sí, sobre todo si se tiene en cuenta el complicadísimo escenario político al que el monarca se enfrenta estos días, con un encargo aceptado por el candidato a la investidura para ser proclamado Presidente del Gobierno que parece le está costando lo suyo conseguir suficientes apoyos para salir airoso del envite. Se trata también de preparar el escenario que habrá de servir de fondo al discurso navideño del Rey y de elegir cuidadosamente el resto de elementos que aparecerán en la imagen a las 9 de la noche del próximo 24 de Diciembre.

Lo que parece casi seguro, si se siguen las pautas que han regido hasta ahora en el Palacio de la Zarzuela, es que don Felipe grabará su mensaje navideño antes de que termine esta semana, a la que le quedan pocas horas, si se quiere evitar que los encargados de Televisión Española tengan que trabajar el fin de semana. Pero también es cierto que, en previsión de que ocurran novedades importantes, el montaje de luces, cámaras y demás elementos requeridos para la grabación permanezcan sin desmontar hasta poco antes de la emisión. El motivo de este requisito es que todo quede igual por si hubiera que cambiar el texto del discurso o añadir algún párrafo nuevo, si algo trascendental ocurriera. Así se hizo durante los años más duros del terrorismo etarra, en previsión de que un atentado de la banda hiciera necesario que el monarca aludiera a ello y tuviera que condenarlo en su mensaje.

En cualquier caso, no tiene fácil el Rey Felipe este año escribir su mensaje, que se envía al Palacio de la Moncloa para recibir la conformidad de un Presidente del Gobierno en funciones, y con la incertidumbre general que perciben los ciudadanos ante el difícil momento que vivimos. El reto es enorme. Y aunque el listón esté muy alto, no se pueden quedar asuntos en el tintero ni tampoco pasarse en la cantidad de tinta que se use, no vaya a ser que caiga una gota que lo emborrone todo.

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