El Rey pide al Gobierno «más empleo de calidad» y a Podemos que «no agite viejos rencores»
El rey Felipe VI ha vuelto a su despacho, a trabajar «por la España del siglo XXI». El discurso de Navidad de Su Majestad ha estado marcado por un tono optimista, y de «confianza» en los españoles, «ejemplo de solidaridad» cuando hace falta «entregar tiempo y esfuerzo para ayudar a los demás». Pero no se ha olvidado de quienes ponen palos en las ruedas para el progreso de España. Partidos que azuzan el guerracivilismo desde la tribuna del Congreso, como Podemos, o los independentistas que se saltan las leyes porque saben que sus objetivos de romper el país son imposibles.
En 2016, Don Felipe ha dejado atrás el escenario histórico del Palacio Real, con el que en 2015 quiso hacer hincapié en que la «unidad de los españoles» estaba basada en «su historia común», para durante poco más de 12 minutos, exhortar a los ciudadanos a que continúen con su «trabajo duro, honesto y sacrificado». Y es en los españoles de a pie en los que el Monarca ha querido basarse para poner el acento en dos ideas clave, siempre desde un punto de vista positivo: la unidad y el respeto.
Por eso, Don Felipe ha incidido en aspectos políticos clave en al menos dos pasajes de su alocución, en que «ya no vivimos tiempos para fracturas, para divisiones». Para el Rey, es clave que quienes se suben al atril del Congreso de los diputados aprovechen la oportunidad que otorga «haber superado una compleja situación política» para «profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas».
El mensaje, que va en la línea del entendimiento entre los grupos, deja a quienes siguen utilizando los escaños y la tribuna para sus mítines populistas en un mal lugar, como representantes de quienes quieren seguir «encerrados en sí mismos».
Y, aunque ha pasado un año desde el último discurso y tanto España como Cataluña han cambiado mucho –hace 365 días, el desafío independentista catalán lo personificaba un encastillado Artur Mas y hoy hay un nuevo president, Carles Puigdemont, que siempre se autodefinió como secesionista–, el Monarca no ha cambiado casi ni una letra de su discurso en este aspecto. «La convivencia exige siempre, y ante todo, respeto», ha afirmado con vehemencia Don Felipe.
«No son admisibles actitudes ni comportamientos que ignoren o desprecien los derechos que tienen y comparten todos los españoles», ha aseverado el Jefe del Estado, en clara defensa de la soberanía nacional y de la ley. «Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad sólo lleva a tensiones y enfrentamientos estériles». Porque, ha argumentado el Rey, «el progreso, la modernización y el bienestar requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la Ley» y en «una voluntad de construir y no de destruir».
En este sentido, Don Felipe se ha mostrado confiado en una legislatura larga «para impulsar consensos básicos» si hay «entendimiento entre los partidos» y no se ha olvidado de recordar a los «servidores públicos» que garantizan nuestra libertades desde «dentro y fuera de España». El Rey siempre dedica una palabras a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y en esta ocasión, lo ha hecho poniendo el peso en su labor como defensores «de nuestros valores» como nación.
La recuperación económica
El discurso de Don Felipe ha tenido también pasajes centrados en aspectos menos políticos, aunque los ha imbricado en el mismo objetivo optimista: la salida de la crisis, que el Rey ha nombrado haciéndose eco de «la esperanza de la recuperación que ya hemos iniciado». Ahí, el Monarca ha pedido al Gobierno «más empleo de calidad» y que se corrijan «las desigualdades derivadas» de la recesión «tan profunda que hemos vivido» para fortalecer «nuestra cohesión social».
Para el Rey es clave que «muchas familias puedan recuperar su nivel de vida y que nuestros jóvenes puedan tener oportunidades de futuro», porque después de sus «viajes por España», el Monarca ha sido consciente de que, para mirar al futuro con positivismo, es necesario que «los más vulnerables tengan la certeza de que no se quedarán en la soledad del camino que España tiene que recorrer en el siglo XXI».
El Jefe del Estado ha dedicado varios minutos a la «revolución tecnológica» que está cambiando nuestra vidas. Y lo ha hecho con la esperanza de que España sea «protagonista» de ella. «Tenemos la fuerza y el empuje como país para anticiparnos y asumir el protagonismo necesario en la nueva era que se abre ante nosotros», ha dicho. Y para ello, ha apostado por la «clave esencial: la educación» que forme españoles innovadores, creativos y con «espíritu emprendedor».
La España «de las próximas décadas»
Porque para Don Felipe, «éste es el momento de pensar en la España que queremos para las próximas décadas», y para eso ha exhortado a sus conciudadanos a «concentrar las energías en mirar el mundo que nos rodea, y darnos cuenta cabalmente de por dónde va».
En al menos tres ocasiones, el Rey ha pronunciado la palabra «adelante». Hay que mirar adelante, seguir adelante… en definitiva, salir adelante. Y para eso, Don Felipe ha insistido en que «nadie se quede atrás», en «poner el acento en aquello que nos une, construyendo sobre nuestra diversidad».
Porque, ha concluido, «tenemos razones más que poderosas para la unión, para trabajar todos juntos, desde cualquier lugar de nuestro gran país» para construir «la mejor España». Sin heridas, sin rencores, y con respeto a las leyes.
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