Puigdemont tiene nuevo aliado: la ultraderecha xenófoba catalana que llama «chimpancés» a los españoles
El independentismo no es sólo una reivindicación política de izquierdas (ERC) a la que se sumó en 2012 la representación política tradicional de la burguesía catalana (Convergència Democrática, hoy PDeCAT). Hay una ultraderecha catalana independentista que emerge al calor del desafío al Estado, se agrupa en torno al Movimiento Identitario Catalán (MIC) y exhibe un racismo sin complejos: los españoles son chimpancés a los que hay que agredir. «No somos gente de paz», proclaman. Y comienza a ser frecuente su presencia en las calles: la semana pasada participaron junto a los autoproclamados comités de defensa de la república en el corte de varias carreteras.
El MIC fue creado en 2015 y ya tiene más de 2.000 seguidores en las redes sociales. Este sábado celebró el 736 aniversario del «inicio del imperio catalán». Sí, tal y como lo leen. «Honor y gloria a Pedro el Grande y Roger de Llúria», proclamaba el MIC en Twitter recordando que el 30 de marzo de 1282, Pedro el Grande, rey de Aragón, rey de Valencia y conde de Barcelona, conquistaba Sicilia. Se hizo entonces famosa la frase del almirante en la que afirmaba que ningún pez osaría alzarse sobre el Mediterráneo si no llevaba en su cola un escudo real. El imperio que la ultraderecha independentista catalana cultiva en su imaginario identitario y excluyente.
«Honor y gloria a Puigdemont»
«Honor y gloria» es la misma expresión que utilizaron para rendir tributo a Carles Puigdemont tras su detención en Alemania, sumándose así al resto de partidos de la ultraderecha europea que han reivindicado al expresident estas últimas semanas. Entre ellos, el eurodiputado alemán Bernard Lucke, cofundador del partido ultraderechista alemán AfD, que fue el primero en visitarle en la cárcel.
Los activistas del MIC definen a sí mismos como «nacionalistas, patriotas desacomplejados, orgullosos de ser catalanes» y abogan por una Cataluña «libre y catalana». Defienden la creación de un ejército propio para luchar contra España y «liberarse» de las ataduras del Estado. «Necesitamos un ejército catalán para defendernos», proclamaban en un tweet.
No ocultan su iconografía fascistoide. Su emblema es un ave Fénix con una cruz de Sant Jordi dentro de un escudo circular con una lambda espartana, a imagen y semejanza de muchos grupos ultranacionalistas europeos. Hasta tienen su propia librería: ‘Militaria’, abierta en el Eixample de Barcelona.
«Si has venido a colonizar Cataluña, tarde o temprano te echaremos fuera», colgaron en su cuenta de Twitter el pasado 23 de marzo. Semanas antes habían analizado así el resultado de las últimas elecciones autonómicas del 21-D: «Resulta preocupante no solo que haya ganado Ciudadanos, sino que lo haya hecho gracias al voto español afincado y empadronado en Cataluña. La inmigración española ha dado su último aviso a la sociedad catalana, un catalanismo que permanece ciego a los peligros de la inmigración masiva. La inmigración que en la actualidad pone en peligro la supervivencia de la cultura y la identidad catalana es una inmigración española recibida en masa durante la posguerra».
— M.I.C. (@MICCatalunya) 23 de marzo de 2018
Con el fascismo catalán
Esta ultraderecha independentista no tiene problemas en reivindicar a Heribert Barrera, el histórico dirigente de ERC que predicaba la expulsión de los inmigrantes y repudiaban a los que llegaron a Cataluña procedentes de otras regiones españoles en la década de los 60 porque, afirmó, «las olas migratorias son un plan para descatalanizar Cataluña».
El MIC volverá a las calles el próximo 29 de abril. Ha organizado un acto en memoria de los hermanos Josep y Miquel Badia en la calle Muntaner de Barcelona, justo en el lugar donde ambos, destacados dirigentes de Estat Català, fueron asesinados por anarquistas de la FAI en 1936.
Miquel está considerado el gran referente del neofascismo catalán. Fue el líder de las Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Català (JEREC) y pilotó los servicios de orden público de la Generalitat en 1934, donde tuvo un papel protagonista en la proclamación del Estado catalán por Lluís Companys. Previamente había participado en un atentado frustrado contra Alfonso XIII.