La propuesta de Simón que avala a los ‘vacunajetas’ va contra las normas de seguridad de Sanidad
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, justificó este lunes la vacunación de personas que no pertenecen a los grupos designados en la estrategia del Ministerio de Sanidad. Según advirtió el experto de cabecera del Gobierno para la pandemia, es comprensible que en caso de que sobre alguna dosis al final de la jornada ésta se inocule a «quien esté por allí». Algo que contraindican las normas de seguridad que dicta el propio Ministerio de Sanidad a los equipos de vacunadores, a quienes exigen que dispongan de listados con la identidad de todos aquellos que se van a vacunar esa jornada y se compruebe previamente su historial de vacunas.
A diferencia de lo que ha sostenido Simón, las estrictas reglas que Sanidad impone a los equipos de vacunadores no dejan nada a la improvisación. En esos protocolos no está previsto poner vacunas sobrantes que se vayan a tirar a personas a las que no esté previsto hacerlo de antemano esa jornada, tal y como sostuvo el jefe del CCAES este lunes en rueda de prensa. Unas declaraciones que avalan y justifican los episodios registrados las últimas semanas con personas -sobre todo, cargos públicos- que se colaron en el proceso de vacunación y ya recibieron su primera dosis. Los ya bautizados como ‘vacunajetas’.
El documento «Vacunación Covid: Recomendaciones para utilizar con seguridad las vacunas frente a la COVID-19», elaborado por el Ministerio de Sanidad y difundido a todos los equipos sanitarios que están inmersos en la campaña de vacunación contra el virus, no contempla la colocación de dosis sobrantes de forma improvisada. De hecho, insiste en que «es necesario planificar adecuadamente la vacunación teniendo en cuenta a quién se va a vacunar (disponer de listados)».
La organización de las jornadas de vacunación ya exige tener contabilizadas previamente el número de dosis que se van a utilizar y en quien. De hecho, este protocolo se realiza «para evitar pérdidas de dosis». Si el trabajo de los vacunadores está bien planificado, como exige Sanidad, no debe sobrar ni una sola dosis.
Por otra parte, Sanidad exige a los vacunadores que «antes de administrar la vacuna» se deberá proceder a confirmar «la correcta identidad de la persona, vacuna y dosis, y comprobar historial de vacunación». La vacunación improvisada que ha defendido Simón, según entienden fuentes sanitarias involucradas en la campaña de inmunización, no encaja ni en la correcta identificación del vacunado y tampoco permite el acceso al historial de vacunación. Podría darse el caso, por ejemplo, que una persona a la que se vacune reciba la segunda dosis -o incluso una tercera ante el descontrol- mucho antes de tiempo.
Todo el proceso de vacunación va acompañado además de una buena carga de burocracia: Sanidad exige «registrar la vacunación en el módulo específico con datos de la persona vacunada, dosis, marca, lote y fecha de administración, además de otros datos que exija el programa específico».
«No se pueden tirar»
Este lunes, Fernando Simón advertía en su comparecencia pública que «no se pueden perder dosis y menos de una vacuna de la que todavía no tenemos todas las dosis que nos gustaría tener».
Preguntado en concreto sobre si los sanitarios que están vacunando a algún paciente que no corresponde deberían ser sancionados de empleo y sueldo, Simón sostuvo que «en algunas situaciones, es normal que se vacune alguien que no sea del grupo».
«Si llega el final del día de trabajo y queda una o dos dosis en un recipiente que no se puede guardar hasta el día siguiente esas dosis no se pueden tirar, hay que ponérselas a alguien que esté por ahí. Creo que todo el mundo lo entiende sin problema», ha señalado el portavoz técnico para el coronavirus. Ha matizado que «otra cosa es que se desvíen viales completos de los grupos a los que hay que vacunar para vacunar otros grupos. Eso desde luego no es ético», insistió.
El fenómeno ‘vacunajeta’
La vacuna contra el coronavirus se ha convertido desde su llegada a España, a finales de diciembre de 2020, en el bien más preciado. Y también el más codiciado. Con el inicio de la campaña de inmunización en España, se ha desatado el bochornoso fenómeno de los ‘vacunajetas’: personas que, valiéndose de su posición, se han colado en la vacunación contra el Covid y han emprendido, antes de tiempo, su camino hacia la inmunidad.
La excusa más recurrente que ha esgrimido todo este grupo, en el que hay tanto militantes de izquierda como de derecha, ha sido que «sobraban vacunas». Una argumentación peregrina que ha encontrado justificación en las palabras de Fernando Simón.
Por ahora, los socialistas se llevan la palma en vacunaciones antes de tiempo. Algunos de ellos ya han presentado su dimisión pero la gran mayoría se niega a renunciar a su cargo por haberse apropiado de lo ajeno.