El ‘procés’ se lleva por delante las relaciones diplomáticas entre España y Flandes
Las relaciones entre España y Flandes están completamente rotas. Los constantes guiños al independentismo catalán por parte de los miembros de Gobierno de la región belga han terminado definitivamente con las relaciones diplomáticas entre nuestro país y Flandes, tal y como confirman fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores a OKDIARIO. Josep Borrell no va a ceder, por lo que únicamente un gesto de arrepentimiento de los flamencos podrían cambiar la situación.
Aunque las afinidades entre Flandes y la deriva nacionalista catalana eran evidentes, el presidente del Parlamento flamenco, Jan Peumans, se encargó a mediados de octubre de confirmarlo. El político flamenco consideró «inadmisible» el encarcelamiento de los políticos catalanes por la consulta del 1-O e insistió en que, a su juicio, «el Gobierno español es incapaz de cumplir las condiciones para formar parte de una Europa democrática».
«Si ellos esperan disculpas, ya pueden esperar sentados»
“Encerrar a políticos es un acto de violencia”, aseguró entonces Peumans, del partido nacionalista de la Nueva Alianza Flamenca (NV-A). Las incendiaras declaraciones, por cierto, se produjeron durante la inauguración de la exhibición ‘La Revolución de las Urnas’, en la que también participaba el huído Carles Puigdemont
Como respuesta a tales acusaciones, Borrell decidió retirar la condición de diplomático a André Hebbelinck, delegado de la región en la embajada belga en Madrid y, unos días después, el Gobierno flamenco ordenaba a su representante que abandonara la embajada española y volviera a Bélgica. Flandes calificaba la respuesta española de acto “muy hostil”.
El primer ministro de Flandes, que también tiene las competencias de Asuntos Exteriores, Geert Bourgeois anunciaba la decisión en una entrevista al diario De Standaard. «No tiene sentido que esté allí», explicaba en el medio belga.
Fuentes próximas al gobierno de Flandes aseguran a OKDIARIO que, para evitar «todo esto» se pidió una reunión con la embajadora española en Bélgica, Beatriz Larrotcha. Sin embargo, las mismas fuentes apuntan que tal encuentro nunca se produjo. El Gobierno belga, entretanto, se lava las manos: «Es un asunto entre España y Flandes».
«Si ellos esperan disculpas, ya pueden esperar sentados», explican fuentes próximas al Gobierno, que recuerdan que «España no necesita para nada mantener las relaciones con los flamencos, y menos tras sus constantes ataques».
Los flamencos
El país elegido por Carles Puigdemont para su huída de la Justicia española no ha fue azaroso. Los flamencos, tanto o más independentistas como el propio ex presidente de la Generalitat, dominan el país gracias, en gran medida, al poder que tiene su brazo político, el N-VA.
El Gobierno belga, de hecho, llego a poner a escondidas del Mundo un coche oficial y dos escoltas a Puigdemont. Era un vehículo policial camuflado que con luces prioritarias en la parrilla delantera. Un sistema sólo apto para vehículos de la policía y nunca, bajo ningún concepto, destinado a la seguridad privada.
“Él se mueve en vehículo oficial con dos escoltas. Lo que no sabemos es si el Ejecutivo belga es consciente de ello o si es un coche de los que dan servicio a los nacionalistas del N-VA“, señalaron fuentes de la oposición a OKDIARIO por aquel entonces, hace casi un año.
Cabe recordar que Bélgica está liderada por el partido liberal francófono MR, que gobierna en coalición junto a tres formaciones flamencas, los nacionalistas del N-VA -los más fuertes y afines al movimiento independentista catalán- los democristianos del CD&V y los liberales Open VLD.
Y es que la crisis catalana no sólo está lastrando a España, sino que también está haciendo mella en el Ejecutivo belga, donde el N-VA ejerce una fuerte presión al resto del Gobierno para que ayude de algún modo al exiliado golpista Puigdemont.
El ministro del Interior belga, Jan Jambon -del quien dependen las Fuerzas de Seguridad y que forma parte del partido soberanista flamenco N-VA-, ya pidió, tras el referéndum ilegal del 1-O, que la Unión Europea diera el alto a Madrid por la “represión violenta del referéndum”, en declaraciones a la emisora Radio 1 de la Radiotelevisión Belga (RTBF).