Crónica del día

El peligro del Gobierno no es Iglesias, es la vicepresidenta Ribera

Teresa Ribera
La vicepresidenta de Transición Ecológica. (Foto: Europa Press)

Quienes dicen conocer lo que ha ocurrido entre el ya fugado presidente de Red Eléctrica, Jordi Sevilla, y la vicepresidenta de la Transición Ecológica o algo así porque ahora la «Transición» parece haberse sustituido por la «Emergencia», indican que las relaciones entre ambos eran ya imposibles desde noviembre, y añaden que Sevilla se quejaba desde entonces del trato insoportable, «enfurecido», que utilizaba Teresa Ribera para dirigirse a él como si textualmente: «Fuera un jefe de Negociado de su Ministerio». Sevilla no parece ser una excepción: algunos empresarios que «no tenemos otro remedio que tratar con ella» (sic), abundan en los lamentos de Sevilla y uno de ellos, muy importante, añade de su propia cosecha, una perla cultivada aún más comprometida: «Todo el mundo teme a Iglesias, pues bien: lo peor de este Gobierno no es él; es Teresa Ribera».

Como se ve, la relación de personas muy influyentes de lo que se llama «sociedad civil» con el Gobierno, empieza a resultar al menos complicada. Con el Gobierno y con su adlátares. Por ejemplo, con la UGT, cuyo secretario general, Pepe Álvarez, se encargó de ensuciar la firma en Moncloa del Salario Mínimo Interprofesional. Sus exabruptos contra la derecha estaban sin embargo muy mal tirados porque resulta, como le advirtió uno de los presentes en el acto, que la revuelta de los olivareros sureños no está dirigida por el fascismo, como dijo el pobre Álvarez, sino por la COAG, las Cooperativas Agrarias que están trufadas de comunistas de todo jaez. Esto lo sabe bien el secretario general de Comisiones, Unai Sordo, que, en ese acto, miraba de soslayo a su colega sindicalista como preguntándose: «Pero, ¿éste, qué dice?».

Los empresarios, por su lado, deben estar perplejos a estas horas por el nulo protagonismo que ha tenido en la negociación de este acuerdo la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Fuentes de la CEOE retratan que no ha aparecido en ningún momento. Sí compareció en la foto, que no era precisamente «de familia», Pablo Iglesias, el cual no ha tardado un minuto en adjudicarse el éxito del pacto, diciendo cosas como ésta: «Ya se ve que nosotros no somos tan lobos como se nos pinta». Calviño ha servido hasta ahora de coartada para Sánchez. El presidente se pasó días tranquilizando, aquí y en Bruselas, a todos los que le mostraban inquietud por la entrada de los comunistas en el Gobierno: «Nada, no os preocupéis -les venía a moderar- para todo está Nadia Calviño». Pues bien: ya han comprobado que no está. La vicepresidenta lo que sí está es de paso, a la espera de que desde la Unión Europea le otorguen una buena sinecura fracasado su intento de dirigir el Fondo Monetario Internacional. Ella no tendrá ningún interés en continuar en Madrid cuando se sepa que nuestra economía no va a crecer este año más allá del 1.5, y que el empleo se va a pegar un trastazo de muerte.

A este respecto, los empresarios más solventes sugieren que no van a hacer la menor declaración. Ya han tenido bastante con los avisos que llegan desde el ministerio correspondiente, en el que un director general, de la estricta confianza de la titular comunista, la elegante Yolanda Díaz, ha advertido que tiene la receta para terminar con el paro: «Contratar desde el Estado a todo quisqui». La señora Díaz es otro de los peligros que los frecuentes interlocutores de este Gobierno, por ejemplo, los empresarios, ya están detectando. A Sánchez probablemente le importe un comino un dato estremecedor que La Moncloa ha disimulado porque al presidente y a su gurucillo Iván Redondo lo que único que les interesa difundir son las fantasmagorías de José Félix Tezanos y su desvergonzado CIS. El dato es este: en el último trimestre del pasado año, el sector privado no creó ni un solo empleo. Ni uno. Las cifras de este enero tampoco se esperan buenas, ni mucho menos. En resumen: una vicepresidenta desaparecida, otra permanentemente enfurecida, el crecimiento y el empleo muy a la baja, e Iglesias presumiendo de que ya no es el lobo. Balance aproximado de este Gobierno.

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