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Sánchez piensa en Fernando Simón como ministro de Sanidad si Illa es el candidato del PSC en Cataluña

Independiente, experto en epidemias y con un fuerte tirón mediático, Fernando Simón cumple los requisitos de Sánchez

Sánchez quiere a Illa como candidato a la Generalitat, pero Iceta se resiste a ser apartado

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Joan Guirado

Por la cabeza de Pedro Sánchez pasa desde hace semanas la necesidad de realizar cambios en su Gabinete ministerial. El objetivo es reducir el número de carteras y fortalecer más su núcleo duro. Pero para hacerlo necesita una excusa que le permita encubrir una crisis de Gobierno sin debilitarle. Tal como avanzó este periódico, la posible salida de Salvador Illa para encabezar la lista del PSC a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña le va como anillo al dedo. Y ante ese escenario, cada vez más posible, Sánchez piensa en Fernando Simón como sustituto del ministro de Sanidad.

Este cambio hace días que resuena por los mentideros políticos de Madrid. También en el Paseo del Prado, sede del Ministerio, y en el Congreso de los Diputados. El jefe del Ejecutivo encuentra en Fernando Simón tres ingredientes básicos para garantizar su efectividad: es experto en epidemias, clave ante la segunda oleada; sería un ministro independiente que anteriormente fue cargo con el PP y tiene un fuerte tirón mediático y estima por parte de la ciudadanía, pero no el suficiente como para anularle a él. El jefe del Centro de Coordinación de Alertas y Epidemias Sanitarias (CCAES)  es, pues, el candidato perfecto para la operación marketing de Moncloa.

De carácter puramente técnico ascendió al cargo de máximo responsable de las alertas y emergencias sanitarias bajo la presidencia de Mariano Rajoy. Fue una ministra del Partido Popular la que le encumbró en el cargo. Su independencia política le ha permitido ser confirmado en su puesto hasta que el coronavirus explosionó en nuestras vidas y, tras ser descubierto por Pedro Sánchez, un ministro del PSOE le ascendió de coordinador a subdirector general. Aunque sin carné de partido, el técnico Fernando Simón pasaba a ser político y foco de todas las miradas, llegando a protagonizar portadas de revistas al más puro estilo de estrella del corazón.

Su gestión de la pandemia ha tenido defensores y detractores. La izquierda española, pensando que era uno de los suyos, ha salido a defenderle siempre que ha recibido ataques por parte de la oposición por sus errores de bulto. Uno de ellos, por ejemplo, cuando pronosticó que en España «no habrá más que dos o tres casos significativos». Unas semanas después ya habían fallecido miles de personas. Hoy más de 42.000. También con la gestión de los datos de contagiados y fallecidos su labor ha sido puesta en entredicho en más de una ocasión. Pero el presidente del Gobierno, poco habituado a estas cosas, le ha elogiado en público en sus homilías semanales.

Pese a esas críticas recibidas por su cuestionable gestión de la crisis sanitaria Sánchez ve en él un activo de cara a encarar una posible segunda ola del coronavirus que las autoridades sanitarias ven cada vez más cerca. Si finalmente realiza las modificaciones en su equipo y sitúa a Simón al frente de Sanidad, el Ministerio, volverá a tener a un médico al frente. El jefe del Ejecutivo considera, además, que como experto en enfermedades infecciosas, la presencia de Fernando Simón permitiría a España liderar una serie de políticas de lucha contra la pandemia. Al ser independiente, además, el Partido Socialista podría limpiarse las manos de sus posibles errores.

Agosto, mes clave

Si los rebrotes que afectan a Cataluña lo permiten, a lo largo del mes de agosto, sobre la mitad, el presidente de la Generalitat Quim Torra tiene previsto disolver el Parlament y convocar elecciones autonómicas anticipadas para el mes de octubre. Eso obligaría a los partidos a poner en marcha su engranaje electoral y elegir a sus candidatos. Será el momento de saber si Salvador Illa cambia de destino o no y, en consecuencia, si Sánchez logra la excusa que buscaba para provocar la crisis de gobierno encubierta que le permita retocar su gabinete.

El escenario, teniendo en cuenta que las previsiones sitúan la segunda ola fuerte del coronavirus en otoño, es perfecto para el calendario del presidente del Gobierno. Si Illa abandona el Ejecutivo a finales de agosto o principios de septiembre, ese mismo mes, antes de la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado, Sánchez podría revolucionar el equipo ministerial. Habría salidas, unas cuantas; entradas y cambios. De esta manera, el líder socialista buscaría generar más confianza con la oposición a la vez que manda un mensaje a Europa de compromiso con el gasto, una vez aprobados los Fondos de Recuperación, reduciendo la estructura organizativa del propio Gobierno.

Defensa de Simón

Este miércoles, Pedro Sánchez salió en defensa de Fernando Simón diciendo estar «profundamente orgulloso» de él. Durante su comparecencia a petición propia en el Congreso de los Diputados, para dar cuenta de los últimos Consejos Europeos celebrados, defendió que el Gobierno está «donde debe estar» en la lucha contra el coronavirus y ha subrayado la importancia de dar un «mensaje de serenidad y calma».

Illa, ¿a la Generalitat?

Salvador Illa cotiza al alza. Tanto, que el ministro revelación del Gabinete de Pedro Sánchez es el hombre preferido por la dirección del PSOE para encabezar la candidatura del PSC a la presidencia de la Generalitat de Cataluña en las elecciones que Quim Torra convocará antes o después. Pero los deseos de la Ejecutiva de Sánchez chocan con un escollo importante: Miquel Iceta.

El actual líder de los socialistas catalanes se resiste a irse pese a los malos resultados cosechados en los últimos años. Con tal de convencerle, aunque es difícil, Ferraz volverá a ofrecerle una salida digna. Pese a esa resistencia inicial a apartarse, a medida que pasan los días, en su entorno, reconocen que es una posibilidad viable. Él se presentó por primera vez a ocupar el liderazgo de los socialistas catalanes para hacer una transición en un momento complicado para la formación.

El actual ministro de Sanidad también cuenta con muchos apoyos en el seno del PSC. Como número dos tiene relación con muchos altos cargos y municipales, clave para ganar unas primarias. Su valoración, en general, es positiva. Lo ven como un hombre de diálogo, consenso y con un alto sentido de la responsabilidad política. «Le falta nervio», añade un dirigente del PSC.

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