Sánchez cumple 49 años con insomnio por Podemos y obsesión por su físico
Pedro Sánchez cambió el colchón de La Moncloa nada más llegar al poder con el argumento de que no quería que se le pegase nada de su predecesor en el cargo. Entonces tenía 46 años y un rencor acumulado que le ha servido de base a su actuación política y personal. A punto de cumplir tres años en Palacio, cuando estrena los 49, de Mariano Rajoy ya le ha cogido gusto a las comparecencias a través de plasma y su galleguismo a la hora de dilatar las cosas, como la prometida derogación de la reforma laboral o la mesa de diálogo con Cataluña.
El secretario general socialista, uno de los presidentes del Gobierno con mayor ambición y ego personal, aseguró al hablar de pactos electorales que, pese a la comodidad del nuevo colchón que estrenó junto a su esposa Begoña Gómez, sería incapaz de dormir tranquilo si finalmente tenía que convivir con Podemos en el Ejecutivo. Ahora convive con él y el pacto lo vistió como necesidad aritmética. Celebra el acuerdo en público pero reniega de él en privado. Y aunque ha dormido con cierta comodidad durante unos meses, ahora, empieza a notar el insomnio por la necesidad imperiosa de Pablo Iglesias de marcar perfil propio a base de deslealtades y ataques contra el PSOE para tener minutos en las televisiones.
Nacido un 29 de febrero, fecha que sólo aparece en el calendario cada cuatro años, Pedro Sánchez celebra su cumpleaños entre los días 28 y 1 de marzo, cuando no es año bisiesto y coincide con su nacimiento en Madrid. Durante estos dos días su teléfono móvil se inunda de mensajes de felicitación que diligentemente responde con cierta agilidad, pese a las tareas obligadas de alguien con un cargo como el suyo. Su perfil de whatsapp, con el logo de la agenda 2030 como avatar, permanece prácticamente en línea durante todo el rato como símbolo de ese aluvión de felicitaciones. La duda está en si recibirá o no la de Pablo Iglesias, Irene Montero o Pablo Echenique.
Acomodado al poder y a los lujos que cuenta el departamento de la Presidencia, y confiando su voluntad de permanecer en el cargo un par de legislaturas más al infalible Iván Redondo, Sánchez estrena el último año antes de llegar al medio siglo de vida sin haber dado solución a la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Aunque la semana pasada lo tenía prácticamente todo hecho con el PP, incluso él mismo lo daba por acordado, las diferencias entre populares y Podemos hicieron descarrilar la renovación a última hora. Y de nuevo afloran los nervios y las presiones.
Sin tocar ni una sola pieza de su ajedrez, dónde él es el rey que le gustaría haber sido, Redondo la dama, Carmen Calvo y Adriana Lastra cada una de las torres, José Luis Ábalos y Santos Cerdán los dos caballos y Félix Bolaños y Paco Salazar los dos alfiles, el presidente sigue con su particular partida poniendo en jaque a todo el que le pueda hacer sombra. Con Pablo Casado a punto de no tener más movimiento posible que el de pactar con él, Iglesias de sufrir un jaque-mate pese a sus piruetas en el tablero, y los españoles como peones que se amontonan eliminados en un lateral como cual cola del SEPE o del paro, Pedro Sánchez cumple un año más con alguna cana extra y un rejuvenecimiento facial que le sitúa en el top 3 de los presidentes más sexys del mundo.
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