MINISTERIO DE SANIDAD

El nuevo director de Salud Pública defiende que «el crecimiento económico no es positivo para la salud»

Pedro Gullón es partidario de acabar con el sistema capitalista y "trabajar menos para vivir mejor"

La ministra de Sanidad, Mónica García, acaba de nombrar director general de Salud Pública

Pedro Gullón
El nuevo director general de Salud Pública, Pedro Gullón.
Paula Baena

La ministra de Sanidad, Mónica García, ha nombrado como nuevo director general de Salud Pública a Pedro Gullón, un acérrimo comunista que defiende que «no siempre el crecimiento económico es positivo para la salud».

Este epidemiólogo, que a partir de ahora será el máximo responsable en España en materias de salud pública como pandemias, publicó en septiembre del año pasado un artículo, que firmaba junto a los investigadores Mario Fontán y María Iglesias, titulado Repensando el crecimiento económico: salud, trabajo y emergencia climática en el siglo XXI, en el que expone los perjuicios que, a su juicio, tiene el progreso económico con la salud general de la población.

«Nuestro trabajo es intentar problematizar si el crecimiento económico siempre es beneficioso para la salud, bajo qué condiciones, y cómo podemos mejorar la salud poblacional sin necesidad de un crecimiento económico ad infinitum, que sabemos que no es sostenible», reconocen los autores al comienzo del artículo, publicado en la revista del sindicato de Comisiones Obreras (CCOO) Perspectiva.

Así, estos investigadores esgrimen que, «la evidencia científica dentro del campo de la salud pública nos dice que los periodos de crecimiento económico suelen ser periodos donde la mortalidad aumenta». Es decir, de acuerdo con su tesis, cuanto más próspero y rico es un país, más muertos tiene. Esto se debe, sostienen, a que «en esos periodos -de crecimiento económico- se producen más accidentes de tráfico, más contaminación atmosférica o más consumo de sustancias».

«Aunque parezca algo paradójico, también es algo inserto en la dinámica capitalista. Más crecimiento económico está asociado con más consumo, y el crecimiento económico no es positivo para todos los sectores de la población por igual», agrega el artículo que, a continuación, matiza que esta relación entre el crecimiento económico y la mortalidad «desaparece» si durante los periodos de bonanza se aumenta el gasto social.

Es decir, explican, «las reglas de cómo funciona el capitalismo y cómo afectan a nuestra salud dependen de lo que hagamos en la organización social». Por tanto, apostillan los investigadores, «para mejorar la salud de la población, no necesitamos siempre de un crecimiento económico constante. Necesitamos saber qué hacer y cómo distribuir los recursos en cada momento, teniendo en cuenta que el crecimiento económico infinito es insostenible en el largo plazo».

Así, lo que promulgan es «desligar nuestras condiciones materiales de vida (que son las que nos pueden aportar o quitar salud) del crecimiento económico y la dinámica de crecimiento capitalista».

Y es que el anticapitalismo de Pedro Gullón es público y notorio. Aunque el nuevo director general de salud pública ha hecho un barrido por sus redes sociales borrando mensajes que pudieran comprometerle de cara a su nombramiento, no ha conseguido hacer desaparecer por completo su pasado. Un pasado que incluye, por ejemplo, su participación en la última fiesta del Partido Comunista de España (PCE).

Pedro Gullón ofreció una charla bajo el título Lecturas contra los monstruos. Editoriales y lecturas para una perspectiva científica anticapitalista en el último encuentro que tuvieron los comunistas en Rivas Vaciamadrid el pasado mes de septiembre, en el que también participaron la actual ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, el secretario general del PCE, Enrique Santiago o el diputado de Sumar Jesús Rodríguez, entre otros.

Volviendo a los planteamientos del nuevo director general de Salud Pública, plasmados en el mencionado artículo, Pedro Gullón y sus compañeros plantean «algunos escenarios de acciones para mejorar la salud de la población en los que el crecimiento económico no es necesario, y que actúan sobre los efectos de la crisis climática en la salud, seguramente el reto más importante para la salud pública del siglo XXI».

Los autores insisten en que la «emergencia climática» es una derivada de «un modelo económico que busca en última instancia la acumulación de capital sin considerar los límites planetarios» y que esta tiene «un impacto en la salud de la población, entre otros mecanismos, a través de lo que se conoce como ‘olas de calor’».

En este punto advierten sobre que los efectos de estos fenómenos meteorológicos pueden «ir desde mareos y dolor de cabeza, hasta ictus e incluso la muerte en situaciones extremas, especialmente en personas de mayor edad o que padecen enfermedades».

En definitiva, sentencian que «el sistema actual basado en la búsqueda de acumulación de capital y de crecimiento constante es insostenible en el largo plazo» lo que nos obliga a que «repensemos la centralidad del trabajo en nuestras sociedades y nuestra relación con el mismo, así como una nueva concepción de lo que entendemos por salud laboral».

«Debemos buscar que el trabajo deje de ser un factor de riesgo para la salud de las personas y del medio ambiente. Esto pasará por una redefinición de los trabajos necesarios para mantener las estructuras básicas de la sociedad y por un reparto del trabajo entre todas las personas en edad activa. Una menor dedicación al trabajo, tal y como se entiende en la actualidad, permitirá poder dedicar tiempo al ocio y a cultivar las relaciones personales y comunitarias, lo cual tendrá un impacto no solo en la salud mental de la población, sino también en su salud física. Trabajar menos para que todas y todos, incluido el planeta, puedan vivir mejor», concluye el artículo, citando uno de los lemas de Más Madrid «trabajar menos para vivir mejor».

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