Moncloa promociona a Begoña Gómez en Bali pero la escondió en Sudáfrica, donde tenía intereses

Pedro Sánchez Marruecos
Begoña Gómez y Pedro Sánchez.
Joan Guirado

Esta vez, Begoña Gómez no se ha escondido en la comitiva de su marido como sí hizo en Sudáfrica, como si fuese una funcionaria más. La esposa del presidente, a su llegada a Bali (Indonesia), se ha dejado ver desde el minuto uno junto a Pedro Sánchez descendiendo del avión oficial en el aeropuerto de Denpasar. Aquí, a diferencia de lo que hizo en los países africanos a los que acompañó a Sánchez semanas atrás, no tiene intereses empresariales. Y por ende, nada que esconder.

Begoña Gómez, tal como avanzó OKDIARIO, también ha acompañado al jefe del Ejecutivo al viaje a Bali, donde se celebra la reunión anual del G20, y a Corea del Sur. Por ahora, sin embargo, Moncloa no ha facilitado cuál iba a ser la agenda que tendría la mujer de Sánchez durante la estancia en ambos países y mientras su marido trabaja en el plenario de la cumbre o manteniendo distintas reuniones bilaterales, como la que tendrá este martes con el presidente de la China, Xi Jinping.

Tras casi tres años en un discreto segundo plano, en menos de un mes, Gómez ha realizado dos viajes internacionales junto a Sánchez, en un momento de gran importancia para los intereses personales de su marido. Pues el presidente del Gobierno está buscando un cargo de relevancia internacional en el que recalar si tras las elecciones generales pierde La Moncloa. Y para eso es importante la imagen de solvencia que proyecta acompañándose de su pareja.

Sudáfrica

El papel que desempeñó Begoña Gómez durante el reciente viaje a Sudáfrica -Kenia y Pretoria- fue muy criticado. La mujer del presidente viajó con todos los gastos pagados, pero sin apenas agenda pública. Moncloa se negó a facilitar los actos en los que iba a participar, ya que «no ostenta ningún cargo y no tiene relevancia». Aunque su presencia allí levantó muchas suspicacias, pues Gómez, que fue directora del Africa Center, tiene muchos intereses económicos en ambos países.

Tal vez por ello tenía tanto interés en acompañar a Sánchez en un viaje cuyos beneficios para España son dudosos. Este desplazamiento estaba previsto para agosto del año pasado, pero se suspendió por la retirada de Occidente de Afganistán. Ya entonces, tras tres años sin ir a ningún viaje junto a su esposo, Begoña Gómez tenía previsto viajar a Sudáfrica siendo aún directora del Africa Center, cargo que dejó en el primer semestre del presente año.

Durante su estancia en Kenia y Pretoria, ni los periodistas allí presentes la vieron en prácticamente ninguna actividad oficial en la agenda de su marido. Fue como si tuviera una agenda propia paralela de la que nadie quería dar cuenta, pese a haber viajado en el avión oficial y alojarse en hoteles pagados con financiación pública. Sólo el último día un fotógrafo de Efe la captó, por detrás de su marido, en la comitiva durante una visita. Como si se tratase de una asesora.

Entonces, Moncloa también vigilo mucho las imágenes oficiales que difundía. La Secretaría de Estado de Comunicación, en manos de Francesc Vallés y Carmen Perez, no facilitó a los medios las típicas imágenes del presidente, llegando en el avión, como se hace en todos los viajes. En el resto de actividades limitó mucho el contenido gráfico que enviaba y siempre con planos cerrados del presidente. En ningún momento del viaje, a diferencia de lo que ha ocurrido en Indonesia, se mostró a su esposa. La única foto en la que se veía fue de un fotógrafo de la citada agencia.

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