Marlaska niega condecoraciones a policías que frustran atracos o liberan a chicas secuestradas
Las medallas al mérito policial otorgadas este año han vuelto a sembrar la polémica y el descontento los agentes
En las condecoraciones pensionadas parece imperar el criterio económico sobre los méritos
Interior ha dejado sin reconocimiento destacados actos de valor que objetivamente debían haber sido reconocidos
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Marlaska vigilará el color del pelo y las uñas de los guardias civiles
Una medalla al mérito policial es mucho más que una medalla. Es un reconocimiento a la labor de un agente más allá de la obligación. Una felicitación pública que llena de orgullo a la familia y a los amigos. En muchas ocasiones una medalla policial conlleva además un plus en el sueldo de los policías, que según categoría del profesional y tipo de la condecoración puede suponer hasta casi 300 euros de sueldo. Pero de un tiempo a esta parte, la concesión de medallas por parte de la Policía, labor supervisada de cerca por el Ministerio del Interior a través del cargo de mayor confianza policial, el director general de la Policía está acompañada de cierta controversia. Hace sólo unos días OKDIARIO ha revelado que ni siquiera un policía muerto por Covid contraído en comisión de servicio en Canarias ha sido condecorado.
El Sindicato Unificado de la Policía ataca en un completo informe una normativa de concesión de condecoraciones que se considera «obsoleta» por tener 57 años de antigüedad. Pero entre sus análisis de desigualdad entre escalas policiales y estadísticas de concesiones de condecoraciones hay un dato objetivo e irrefutable: el número de medallas que acarrear una recompensa económica han caído en picado en los últimos años. Si en 2018 se concedieron 15 cruces de plata, este año han sido 4. Cruces de oro apenas se otorgan, se han concedido 13 desde 2012. Pero en las que hay que fijarse es en la más común de las medallas pensionadas: las cruces rojas, acompañadas de recompensa económica que va de los 90 a los casi 150 euros según categoría profesional. En el año 2015 llegaron a otorgarse 236 cruces rojas, en 2020 esa cifra tocó suelo con 46 condecoraciones y este año se han concedido 63.
La reducción de estas medallas no se explica ni atendiendo a los motivos por los que se dan y mucho menos repasando qué casos se han quedado sin mención ni medalla este año. Los motivos para ser condecorado con esta distinción son: haber sido herido en acto de servicio o por causa de él (excepto accidente, impericia o imprudencia), haber protagonizado tres o más servicios en los que medie agresión con armas, aún sin resultar herido, ser el autor de un hecho abnegado o que manifieste alto valor, en circunstancias de peligro para su persona, con utilidad para el servicio o prestigio para el Cuerpo o mantener una conducta que merezca especial recompensa por hechos distinguidos y extraordinarios con patente riesgo o peligro personal.
Olvidos incomprensibles
Pues con todo lo anterior en la retina el SUP pone una serie de ejemplos reales de policías que se han quedado sin medalla pese a merecerla sobradamente. El primero de ellos es un subinspector que se presentó voluntario para ayudar en la investigación del atentado en la embajada de Kabul en 2015 en el que murieron dos policías. Su trabajo no pasó desapercibido y de hecho el embajador Daniel Losada se lo dejó dicho por escrito: «Deseo agradecerle en nombre de toda la Embajada de España en Afganistán los servicios y atenciones durante su misión en este país como jefe del servicio de seguridad estática de esta representación diplomática». Para colmo a su regreso su trabajo fue reconocido también por la Dirección general de la Policía. Llegado 2021 este policía sigue sin medalla.
Igual de incomprensible es que la historia que protagonizaron dos patrulleros en julio de 2021 en Madrid no haya sido reconocida. Un menor de edad llamó al 091 para decir que estaba secuestrada. Apenas pudo dar datos de dónde se encontraba y lo único inteligible de sus palabras fue el término «Apolo». La sala del 091 dio por zanjado el asunto al no tener más datos, pero los dos policías avisados para intervenir no se lo quitaron de la cabeza y tras más de una hora de averiguaciones se enteraron de la existencia de un antiguo local llamado “Apolo MG”. Allí encontraron a un tipo armado con una herramienta encima de una menor amordazada y maniatada. Literalmente le salvaron la vida a la chica porque el hombre quería matarla y descuartizarla. Otros que se han quedado sin medalla.
En Madrid también se produjo otra de esas escenas de película en la que se vieron todas las escenas menos la de la imposición de la medalla. Un policía llegó a una joyería y se encontró forcejeando a un atracador armado con un fusil y a uno de los trabajadores en el hueco de entrada entre dos cristales blindados. El agente desenfundó y con el pulso de un cirujano logró realizar dos disparos sin herir ni al trabajador ni al atracador, como era su intención. Las detonaciones de precisión hicieron comprender al atracador que la pericia del agente podía acabar en un tercer disparo que le alcanzaría a él. Se entregó antes de que eso ocurriera.
Estos son sólo unos ejemplos de actos policiales de valor más allá del deber que Interior ha decidido dejar sin medalla, y ni siquiera los propios policías entienden por qué.