HIPOCRESÍA 'PROGRE'

Maraña provocó «estrés postraumático» y «derrumbe moral» a otra ex de ‘GH’ tras desvelar su pasado

Maraña provocó
Luis Balcarce

María José Galera no fue la única víctima de la primera edición de Gran Hermano a la que el feminista Jesús Maraña destrozó la vida de las páginas de Interviú. Hubo un caso similar, menos conocido, pero igual de grave por el daño psicológico que provocó en la afectada: el caso de Mónica Ruiz. Esta participante duró muy poco en el reality, apenas 12 días, porque tuvo que dejar la casa de Guadalix abochornada al ser informada en el confesionario de que Interviú había destapado su pasado.

La mallorquina Mónica Ruiz tenía entonces 25 años y era azafata de barco. Formaba parte de la terna de reservas y entró en el concurso para suplir el abandono de Silvia Casado. Le fascinaba el mundo de la televisión y aspiraba a que su paso por GH catapultara su carrera. Pero todo se truncó cuando en en junio de 2000 el número 1258 de Interviú, bajo la dirección de Maraña, publicó un reportaje con el título «La otra profesión de Mónica».

Como si tratara del Boletín Oficial de la Santa Inquisición, el feminista Maraña se convertía en un implacable inquisidor a la hora de señalar a las chicas de GH. Así lo reflejaba el tono delator del reportaje de Interviú: «Mónica Ruiz, el último fichaje femenino del experimento sociológico de Gran Hermano, no tiene sólo un nombre: se hacía llamar ‘Esther’». Una vez más, Interviú hacía caja con una intromisión ilegítima en la intimidad de una participante de GH. Y esta vez lo pagarían muy caro.

Condenado (otra vez)

La juez del Juzgado de Primera Instancia número 5 de Palma, Ana Isabel Fauro, condenó a Interviú a una indemnización de cinco millones de pesetas (30.000 euros), al entender que la revista de Maraña cometió una intromisión ilegítima en la intimidad de Mónica Ruiz. En una sentencia demoledora, la juez defendió que Mónica «siempre quiso guardar este secreto, que no sólo no lo difundió ni en su familia ni en sus amistades, sino que se preocupó por ejercer en una ciudad donde no vivía». Ambas partes recurrieron y la revista del Grupo Zeta volvió a ser vapuleada en los tribunales ya que la indemnización pasó de los 5 a los 15 millones de pesetas (90.000 euros).

Pero ese dinero no logró que Mónica olvide el calvario que sufrió por culpa del reportaje de la revista de Maraña.  Ese número de Interviú tuvo consecuencias devastadoras para Mónica. A los 24 años sintió que el mundo se había acabado, como confesó en una entrevista a Última Hora: «Aquello mató mi ilusión de vivir; el dinero no me hará olvidar el sufrimiento de mi familia, ni la vergüenza que pasé a la hora de ir a pedir un trabajo o de salir a la calle. Aquello me metió en un agujero del que me está costando mucho salir».

Sufrió, según los psicólogos, un «derrumbe emocional, un trastorno de ansiedad severo con ataques de pánico, irritabilidad, ira, depresión, limitación de su autoestima y desconfianza», además de un «estrés postraumático» del que tardó años en recuperarse. Mónica jamás volvió a pisar un plató harta de que le pregunten siempre por su pasado . Todo lo contrario a Maraña, que multiplicó sus apariciones en televisión dando lecciones de ética y periodismo.

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