Jesús Laínz: «El PSOE está orgulloso del golpe que dieron en el 34 para cargarse la Segunda República»
«Es una ley necesaria y que nos hace mejores como país». Así es cómo Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, ha defendido la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, el último paso hacia el dominio totalitario de la izquierda que consiste en demonizar el franquismo y todas sus consecuencias, incluidos el régimen del 78 y la Monarquía.
En eso consiste la llamada «memoria histórica», en presentar la Segunda República como lo más «luminoso de nuestro pasado» como ha dicho Pedro Sánchez. Una democracia carcomida desde dentro por las oscuras fuerzas del fascismo, el clero y la aristocracia. Y ocultando, faltaría más, los miles de fraudes, atentados, destrucciones, crímenes y violencia cometidos por los izquierdistas ya desde 1931, y sin los cuales no se puede comprender el estallido de la guerra.
‘La gran venganza’ de Jesús Laínz recoge los sorprendentes testimonios de aquellos que acabaron aborreciendo la deriva del régimen republicano y ensalzando a Franco como el restaurador del orden y la civilización. Para Laínz, «la izquierda nunca se ha creído lo de la reconciliación, en el fondo siempre tuvieron el resquemor por haber perdido la guerra y reescribir la historia de España desde el ’36 hasta hoy. Eso es muy peligroso porque lleva a deslegitimar todas las consecuencias políticas desde entonces incluida la Monarquía y el régimen del 78.
«La Ley de Memoria Democrática es peligrosa porque, al deslegitimar al franquismo, se deslegitima todas sus consecuencias políticas. Hoy vivimos en una democracia porque a Francisco Franco le dio la gana, porque si no hubiera querido, no habría elegido a Juan Carlos I como su sucesor. Esa es la condición primigenia de la democracia española. Por eso la izquierda quiere acabar con la Monarquía».
«El PSOE está orgulloso del golpe que dieron en el 34 para cargarse la Segunda República». Laínz también recuerda la siniestra figura de Largo Caballero, venerado genocida admirado por miembros del Gobierno de Sánchez: «Era más estalinista que el propio Stalin. Le dijo a Stalin que el bando republicano no había demócratas y que lo que querían era instaurar una nueva Unión Soviética».
«Todo lo que haga la izquierda y socios separatistas está bien. ¿Se pueden imaginar lo que hubiera pasado si el golpe del 2017 lo hubiera dado una facción de derechas? Franco tiene que estar todo el día en las televisiones pero los casi 900 asesinatos de la ETA hay que olvidarlos porque van contra la concordia y la convivencia», afirma .
«La Segunda República convirtió la vida de los españoles en insoportable y por eso llegó el 18 de julio del 36. Lo sorprendente es que tardara tanto en llegar. Solo con leer los diarios de Alcalá Zamora, es para llevarse las manos a la cabeza por los crímenes y saqueos que se cometieron», sentencia.
Jesús Laínz (Santander, 1965) es columnista de Libertad Digital y autor en Ediciones Encuentro de varios libros dedicados al problema separatista que han cosechado un notable éxito de crítica y lectores.
Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos (2004), calificado por Stanley G. Payne como «el más completo compendio crítico o guía sobre la mayoría de estos problemas que haya aparecido nunca en un solo libro», se centró sobre todo en el separatismo vasco.
Desde Santurce a Bizancio. El poder nacionalizador de las palabras (2011), dedicado a desentrañar la ingeniería lingüística desplegada en España y otros países europeos, fue definido por Amando de Miguel como «la crónica despiadada, inflamatoria y cáustica de hasta qué extremos de estolidez pueden llegar los delirios nacionalistas».
España contra Cataluña. Historia de un fraude (2014), El privilegio catalán (2017) y Negocio y traición (2020) se han centrado en el estudio histórico e ideológico del separatismo catalán. A este último Stanley G. Payne lo considera «una contribución clave en este momento de división y debilidad cívicas, porque su enfoque subraya del modo más claro los aspectos de narcisismo, egocentrismo y oportunismo que han dominado en la historia política del catalanismo».