El Govern mandó a Mossos con cascos rotos a frenar a los violentos CDR en el asalto al Parlament

Mossos
Cascos de los Mossos rotos.
Joan Guirado

En la consejería de Interior de la Generalitat, 24 horas después del operativo policial que acabó con distintas cargas en Barcelona y Gerona y con un total de 34 agentes de los Mossos de Escuadra heridos, nadie se ha planteado dimitir. Así de tajantes lo confirman fuentes del entorno del consejero Miquel Buch, y del director de la Policia Andreu Martínez. Pero peticiones de dimisión, tanto desde los propios sindicatos de los Mossos como de políticos independentistas, ha habido durante todo el día, hasta el punto de hacer dudar durante unas horas en si habría alguna renuncia.

Y es que el lunes, Interior sobrepasó varias líneas rojas que deberían provocar la dimisión de cualquier responsable del cuerpo policial. Más allá de la falta de un plan efectivo para contener los posibles altercados que podían producirse tras las manifestaciones convocadas por los CDR, la Dirección General de la Policía catalana mandó a decenas de patrulleros de seguridad ciudadana a hacer tareas de antidisturbios en el Parlament, cuando comprobaron que con los poco más de cuarenta efectivos que había, no podían frenar la violencia de los asaltantes.

Los patrulleros llegaron con el uniforme habitual, manga corta y sin protección. Llevaban casco, pero era un casco más propio de los utilizan los agentes motorizados de tráfico que un antidisturbios.  En algunos casos, como en las fotografías a las que ha tenido acceso OKDIARIO y el vídeo grabado por Betevé, los cascos estaban en tan mal estado que tenían que ser sujetados por una cinta de plástico de las que utiliza la policía para perimetrar un cordón policial. Una irresponsabilidad que puso en riesgo a los agentes de los Mossos y que podría haber provocado una tragedia, teniendo en cuenta que los manifestantes lanzaron vallas metálicas contra los agentes.

Según el testimonio de algunos Mossos, todas las decisiones que se tomaron el lunes por la noche fueron políticas. En contra del criterio policial, los agentes recibieron órdenes de no cargar, hasta que la situación era tan límite, que desde la dirección política del cuerpo se dio orden de acometer contra los manifestantes. Eso fue alrededor de las diez de la noche, minutos después que mediante mensajería instantánea, los mandos policiales pidieran refuerzos a agentes que libraban y que, en la mayoría de casos, se negaron a acudir a trabajar.

De momento el único que ha dado explicaciones ha sido el director de la Policía Andreu Joan Martínez, acompañado únicamente por el portavoz del cuerpo, sin presencia de ningún inspector ni comisario. Y sus explicaciones no fueron nada convincentes. Sin autocrítica, solo le faltó decir que todo era culpa de los policías. Ayer, Quim Torra anunció el compromiso del consejero Miquel Buch de comparecer en el Parlament a petición propia, comparecencia que podría producirse en los próximos días.

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