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El diputado arrepentido de Podemos: «Éramos manifestantes en el Congreso, todo gestos y performance»

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David Bravo relata las intimidades de su paso por el Congreso de los Diputados. Fue parlamentario por Podemos y critica que la política que emprendieron entonces los de Pablo Iglesias se basaba en «una política de gestos». «Fue decepcionante. Podría hablar horas de esto. Me dio la sensación de que lo que hacíamos en el Congreso era básicamente ser unos manifestantes dentro de la Cámara. Es decir, éramos unos tipos que estábamos acostumbrados a reclamar cosas fuera del Congreso, a ser manifestantes, a pedirle a los políticos que hicieran cosas y estábamos dentro. Hacíamos dentro lo mismo que fuera: reclamar cosas. Pero ahora no se trataba de reclamarlas, se trataba de hacerlas», cuenta.

Todos los días, según expone Bravo, había «una performance nueva, coger una cartulina y levantarla o hacer no sé qué aspaviento». Recuerda que también recibió «instrucciones para decir una frase al prometer el cargo». «Eso está bien para un rato. Llega un momento que te cansa y entonces no me sentía muy útil. Me sentía más útil como abogado porque las cosas que hacía no llegaban a algún sitio. Se repitieron las elecciones y se disolvieron las Cortes y dije, no me presento a otras elecciones ni loco», expone.

Además, considera que las campañas electorales son «lo más deprimente del mundo, literalmente deprimen». «Yo era un artista y me lo merecía. Todos los días sacaban una noticia relacionada conmigo y era un puto coñazo. Quería decir las cosas como las pensaba. Me preguntaron ‘Oye, de Almería, ¿tú qué sabes?’ Les dije la verdad. Que las circunscripciones son inventos y que en el Congreso se hacen leyes estatales. No iba a tratar temas de Almería. Dije que a Almería no había ido ni de vacaciones. Y lo pusieron en las portadas: ‘No conozco Almería’. No sé cómo me eligieron», recuerda este abogado experto en temas de propiedad intelectual. Agrega que si le hubieran puesto por Sevilla, hubiera dicho lo mismo.

Ante este desconocimiento desde el partido le dijeron: «Tío, por lo menos, por si te preguntan los periodistas, estúdiate este dossier sobre Almería». «Pensé ‘qué tontería’, en el Congreso esto no lo vamos a hacer. Yo al Congreso fui por cosas muy concretas. Me dieron el dossier y me lo estudié. Me preguntaron los periodistas: ‘Oye, ¿cómo ves las comunicaciones en Almería?’. Tirando del dossier, dije que había que terminar de una vez la carretera A-7. Resulta que esa carretera llevaba dos años hecha. Yo ni conduzco, ni tengo ni puta idea de carreteras. Al día siguiente pues salí otra vez en prensa y acabé mosqueado».

«Apechugar»

«Yo iba a explicar que esto me lo decían del partido y ellos: ‘No, no, no. No puedes decir eso. Tienes que apechugar, en política se apechuga y debes decir que has sido tú’. Ahora y cada vez que escribo en Twitter viene un almeriense y me dice algo de la A-7.

Otra anécdota pasa por una foto recogiendo fresas. Desde el partido le pedían una visita a una explotación de fruta para captar el voto de las familias que viven de ese sector pero él se negó en rotundo. «No he cogido una fresa en mi puta vida. Entonces no me voy a poner a engañar a la gente porque después querré volver a mi profesión y quiero, si tengo algún tipo de prestigio, mantenerlo. Se me ve en la cara: yo no he visto una fresa que no esté envasada. No sé de dónde se sacan las fresas. Voy a la tienda y ya están envasadas. No sé si están bajo tierra o caen de árboles. Te lo digo de verdad. Les dije: yo no hablo de fresas», indica. Posteriormente le reemplazó el ex Jemad Julio Rodríguez que sí se hizo la foto con las fresas pero no consiguió revalidar el escaño para Podemos.

La última anécdota que cuenta es que las fotos en el Congreso se observaban con lupa. Importaba más la imagen que el contenido de los discursos. «Coloqué mi abrigo en el sillón del Hemiciclo en lugar de poner el abrigo en el perchero. La gente aplaudía mi gesto porque dedujeron que eso significaba que yo no quería usar los percheros del Congreso por miedo a que me robaran. Yo ni sabía que había percheros», zanja.

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