Elecciones Generales 2019

Diario de campaña, día 7: Campaña Santa

Los partidos intensifican sus actos electorales pese a estar en plena Semana Santa. La campaña está a punto de llegar a su ecuador y, sin embargo, la polémica del debate, generada por el entorno del presidente Pedro Sánchez, ha centrado todas las miradas.

Diario de campaña, día 7: Campaña Santa
Joan Guirado

En pleno Jueves Santo, el presidente del Gobierno y candidato del PSOE a las elecciones generales del próximo 28 de abril, Pedro Sánchez, ha hecho que durante esta jornada se cerrara por la mañana la Seu Vella de Lérida, uno los conjuntos arquitectónicos más visitados de Cataluña que ha sido visitado únicamente por el socialista y su séquito.

La visita estaba programada para las 10.40 horas de la mañana, el servicio de prensa del PSOE ha convocado doce minutos antes, a las 10.28 horas, pero cuando algunos medios han llegado ya estaba finalizando. A las 10.47 horas el candidato socialista, junto al alcalde Félix Larrosa, la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera, así como el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, entre otros, abandonaban en coche el monumento que pretende ser declarado Patrimonio Universal de la UNESCO, sin permitir ni a la prensa ni a cuatro constitucionalistas que se habían concentrado para reprochar al presidente su actitud con Cataluña, acercarse a menos de diez metros.

Sánchez, o más bien su entorno, volvieron a centrar la jornada del jueves con la polémica del debate. Las estrategias de Moncloa y Ferraz no coinciden y evidencian, una vez más, la división que hay entorno la figura del presidente, que queda como el candidato que no quiere debatir. Este jueves todos sus adversarios, hasta su socio Pablo Iglesias, le afearon su actitud y  le avisaron que el 23 de abril ellos irían al debate de Atresmedia como ya se habían comprometido. Los socialistas que, según ellos devolvieron «la neutralidad y la pluralidad» a RTVE, están a punto de cargársela con una decisión que poco tiene que ver con el ente público.

Si en su primera comparecencia como administradora única en el Congreso, Rosa Maria Mateos, aseguraba que «yo vengo aquí a decir la verdad y cuando digo la verdad es la verdad, y cuando digo que soy independiente soy independiente». Solo han bastado nueve meses para que se doblegará al amo aceptando un cambio de fecha en contra el criterio de los profesionales de RTVE y sin consultarlo al resto de partidos.

En Vic (Barcelona), la número uno de Ciudadanos Inés Arrimadas volvió a sufrir el acoso de los separatistas. Durante un paseo por el centro de una de las ciudades más independentistas de Cataluña, los más radicales le llamaron «guarra», «fascista» o «puta». También Sánchez, al salir de una entrevista con un diario en la Diagonal de Barcelona, fue abucheado por constitucionalistas que le reprochaban sus cesiones a los independentistas.

Este jueves la campaña también pasó por las cárceles. Por primera vez en España, un acusado por rebelión dio una rueda de prensa desde la prisión, en este caso desde el penal madrileño de Soto del Real. La misma Junta Electoral Central (JEC), que se opone a dar a VOX la voz que las encuestas le brindan, permitió, tanto a Jordi Sánchez como a Oriol Junqueras, –que dará la rueda de prensa este viernes– comparecer ante los medios de comunicación de forma virtual. En la cárcel de Lledoners, donde hoy ya no hay nadie, se plantó el número dos de ERC, Gabriel Rufián, para denunciar otra vez «el secuestro» de los líderes independentistas.

Y como ya viene siendo una costumbre, el Gobierno utilizó el poder para ganar votos. Tras meses prohibiéndole zarpar del Puerto de Barcelona, ayer dieron permiso al buque de rescate Open Arms para volver al mediterráneo. Como ya ocurrió con la primera decisión de este ejecutivo, abriendo las puertas al Aquarius, el PSOE vuelve a utilizar la crisis migratoria para hacer política pura y dura.

Pedro Sanchez, candidato del PSOE. Foto. PSOE.

Por cierto, si aún no la han visto, recuperen la foto del candidato del PSOE tras hacer ‘running’ por Lérida. A las nueve de la mañana, con la ciudad nublada, con una camiseta de Barcelona’92 y con una gorra azul para que no le reconocieran por la calle. Se nota que no tiene los mismos horarios que los periodistas que cubren caravanas electorales en campaña y a los que les brindo mi admiración. «¿Dormir?», pregunta uno en voz alta. «Eso está sobrevalorado», responde otro. Tras llegar al hotel pasadas las once de la noche, solo hay tiempo para poner el despertador: a las cinco en pie que hay que volver a volar.

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