El Colegio de Médicos de Madrid impide la toma de posesión de Tomás Merina por «conflicto de intereses»
La decisión se ha fundamentado en el hecho de que Merina no cumple con los requisitos estatutarios necesarios
La reciente decisión del Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM) de impedir la toma de posesión de Tomás Merina como nuevo presidente ha desatado una polémica sin precedentes en la institución. La medida, tomada tras una exhaustiva revisión, responde a supuestos «conflictos de intereses personales y familiares». Fuentes consultadas por OKDIARIO advierten de que Merina sería «el hombre de paja» de Mónica García para «dar la puntilla a la sanidad privada».
El pasado 17 de enero, la elección de Tomás Merina como presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) quedó oficialmente anulada por la Comisión de Recursos del propio organismo. Una decisión que se ha fundamentado en el hecho de que Merina no cumple con los requisitos estatutarios necesarios, entre ellos la antigüedad y el ejercicio activo de la profesión médica, y que llega en medio de una creciente polémica por sus vínculos empresariales con la sanidad privada, tanto personales como familiares a través de sus hijos. Unas conexiones que han puesto en entredicho su capacidad para representar los intereses de los médicos madrileños de manera «imparcial y transparente», alertan las mismas fuentes.
Merina, quien ganó las elecciones del ICOMEM en diciembre de 2024 con el 46,9% de los votos, tiene una trayectoria marcada por su participación en empresas relacionadas con la sanidad privada. Actualmente, figura como apoderado solidario y mancomunado en La Equitativa de Madrid S.L., empresa que opera en el ámbito sanitario, además de ostentar el cargo de administrador único en otras varias inversiones sanitarias.
Vínculos empresariales
A pesar de que Merina ha negado en reiteradas ocasiones tener intereses privados en el sector y que fue uno de los principales compromisos de su candidatura, tanto él como sus hijos, Alicia y Antonio Merina, están vinculados a un entramado empresarial con actividades relacionadas directa o indirectamente con la sanidad privada.
Los hijos de Tomás Merina también tienen un papel destacado en este entramado. Según los datos disponibles, ambos figuran como apoderados en empresas que operan en el sector sanitario y en áreas relacionadas. Este hecho refuerza la percepción de que la familia Merina tiene intereses consolidados en el ámbito privado.
Alicia Merina, radióloga y empresaria, figura, entre otros cargos, como consejera y apoderada mancomunada y solidaria en La Equitativa de Madrid S.L.; accionista y apoderada mancomunada en Dokter Capital S.L.; apoderada en Oncogemics S.L.
Por su parte, Antonio Merina, Heath Industry Manager ocupa, entre otros, los cargos de Consejero Delegado y secretario general en La Equitativa de Madrid S.L; accionista y apoderado mancomunado en Dokter Capital S.L.; apoderado y representante en Oncogemics S.L.
Controversia electoral
La polémica no sólo gira en torno a los posibles conflictos de intereses, sino también a la falta de transparencia durante el proceso electoral. La Comisión de Recursos del ICOMEM anuló recientemente la proclamación de Merina como presidente, argumentando que no cumple con los requisitos estatutarios en cuanto a la antigüedad y ejercicio activo de la profesión médica. Este hecho, sumado a las revelaciones sobre su implicación empresarial, ha generado una ola de críticas dentro de la comunidad médica.
Diversos colectivos profesionales han expresado su preocupación por la influencia que estos intereses privados en una futura gestión del ICOMEM. «Es fundamental que los líderes del Colegio sean completamente transparentes en cuanto a sus actividades empresariales y que no exista ninguna duda sobre su compromiso con la defensa de la sanidad desde la independencia más absoluta», han relatado.
Una figura bajo sospecha
La figura de Tomás Merina, en el contexto de una sanidad sometida a fuertes presiones, está siendo cuestionada no sólo por su historial empresarial, sino también por su falta de claridad sobre estos vínculos durante el proceso electoral. Mientras tanto, el ICOMEM enfrenta un desafío crítico: recuperar la confianza de los médicos madrileños y reforzar su independencia como institución.
El desenlace de este episodio marcará un precedente en la gestión de futuros procesos electorales en el Colegio de Médicos de Madrid y, posiblemente, en otras instituciones similares. Por ahora, el ICOMEM se enfrenta al desafío de restaurar la confianza y garantizar que su próxima elección sea un ejemplo de transparencia y rigor.
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