El PP rechaza «rotunda y expresamente» el «derecho a decidir» del País Vasco que plantea el PNV

Borja Sémper
Borja Sémper, portavoz del PP en el Parlamento Vasco. (Foto: Flickr)

El PP ha pedido este miércoles en la ponencia de autogobierno del Parlamento Vasco que se rechace, «de manera expresa y rotunda», el ‘derecho de autodeterminación’ y el reconocimiento de Euskadi «como sujeto soberano» con derecho a su «secesión» de España.

Tras defender el mantenimiento del actual Estatuto, emplaza a alejar «el fantasma de proyectos rupturistas» que llevará a la situación catalana y que puede ser «demoledor» para Euskadi.

El portavoz del PP en el Parlamento Vasco, Borja Sémper, ha presentado en el foro parlamentario un documento en el que apela a «no dejarse engañar» porque los nacionalistas no pretenden una reforma estatutaria, sino «un nuevo estatus» para llegar «a la siguiente estación en el camino hacia la independencia».

«No estamos ante una reforma del Estatuto de Autonomía, estamos ante el riesgo de liquidación de la autonomía y su sustitución por una figura institucional indeterminada cuya base es el reconocimiento del pueblo vasco como sujeto soberano, con derecho de secesión del conjunto de España», asegura.

Desacuerdo entre PNV y PSE-EE

Además, destaca el desacuerdo inicial entre los promotores de la ponencia de autogobierno, PNV y PSE-EE, «se ha venido manteniendo y ensanchando a lo largo de los años, fundamentalmente en torno a la figura del derecho de autodeterminación (eufemísticamente llamado derecho a decidir)» que los socialistas «rechazan».

Además, recuerda que «el Gobierno ha renunciado a una labor de impulso de la ponencia, y los grupos que la propiciaron han sido incapaces hasta el momento de presentar una propuesta conjunta», lo que ha producido «un estancamiento de los trabajos» del foro.

Los populares consideran que la ponencia «no ha producido ningún documento» que enumere los aspectos concretos que convendría reformar. Además, considera «de justicia reconocer el papel vertebrador del Estatuto de Guernica, valorar sus logros como marco de la articulación política de Euskadi, donde se legitiman y consagran los derechos históricos dentro del sistema constitucional».

«Son la Constitución y el Estatuto los que incorporan por primera vez la voluntad de los vascos en la decisión sobre nuestras instituciones de autogobierno, los que salvaguardan y potencian nuestro Concierto Económico, principal herramienta financiera para gestionar mejor los recursos públicos y, en definitiva, los espacios jurídicos que garantizan nuestras libertades, nuestro desarrollo y nuestra convivencia», apunta.

Por ello, reivindica «la vigencia del Estatuto de Guernica». En este sentido, recuerda que el último Euskobarómetro de diciembre de 2017 demuestra que el 77% de la ciudadanía de Euskadi «se sigue mostrando satisfecho con el Estatuto, un apoyo que en los últimos cuatro años, esto es, durante el tiempo de trabajo de la ponencia, ha crecido en 23 puntos».
«No parece, por tanto, que la misma haya servido para convencer a la ciudadanía de la urgencia de un nuevo Estatuto», señala.

El texto afirma que el Estatuto «estableció una comunidad política que nunca había existido en la historia, con una población que le prestó apoyo prácticamente universal [90% de electores] porque representaba una enorme esperanza de convivencia en tolerancia y en paz», y en él «cabían todos los vascos». «La toma en consideración de una propuesta de modificación tendría que contar, cuanto menos, con un grado de apoyo semejante», añade.

Para el PP, «el Estatuto funciona y funciona bien», y no ha quedado «acreditada la necesidad de su reforma en ningún aspecto concreto», aunque no rechaza que se mejore. «Las posiciones están tan alejadas que no se acierta a ver qué acuerdo se pretende tejer, y que pueda ser transversal y merecedor de un consenso amplio», advierte.

«Deriva a la catalana»

Por otra parte, destaca que el País Vasco «goza de una situación de estabilidad política» y abrir «un escenario de incertidumbre pondría en riesgo la recuperación económica». «La deriva política que ha arrastrado a Cataluña a su peor crisis institucional debe así mismo servir de advertencia en el País Vasco. Abrir un proceso soberanista al amparo de un reforma estatutaria, invocando el derecho de autodeterminación, no sólo volvería a dividir a la sociedad vasca y a perturbar la convivencia, sino que acarrearía consecuencias muy negativas en materia económica, apunta.

En esta línea, alerta de que, en un sistema de Concierto como el vasco, «una inseguridad jurídica que llevara, por ejemplo, al cambio de domicilio de las empresas, como ha sucedido en Cataluña, causaría un efecto demoledor».

Por ello, llama a «renunciar a vías unilaterales» y apunta que «el derecho de autodeterminación es siempre una vía unilateral, que no es posible pactar en un Estado democrático en la medida que supondría privar de sus derechos políticos a una mayoría de ciudadanos».

Asimismo, señala que el planteamiento soberanista «introduce una ruptura con el sistema constitucional, al que irónicamente se invita a participar en su propia destrucción». «El mal llamado derecho a decidir, además de ser una figura inaplicable e inconstitucional en el ordenamiento jurídico español, así como en todos los países miembros de la UE y del mundo desarrollado, supondría una quiebra en la convivencia política y social, un grave riesgo para la confianza en nuestra Comunidad Autónoma y para el progreso y estabilidad», asevera.

Por ello, emplaza a «no traspasar la línea roja que supone la incorporación del derecho de autodeterminación a ese ‘nuevo estatus jurídico y político’, y alejar de manera inequívoca el fantasma de proyectos rupturistas», cuyas consecuencias se han visto en Cataluña.

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