La agente de Policía a la que casi apuñalan se negó a disparar porque temió “quedarse sin trabajo”
El agresor esperó agazapado a los agentes para intentar apuñalarles. Una de las cuchilladas, que no se ve en las imágenes, la frenó el chaleco antibalas
Un chaleco que se tuvo que comprar por 500 € salvó a la agente atacada con un machete en Madrid
Un policía reduce con un disparo en la cadera a un joven que intentó apuñalar a una agente en prácticas
Disparar a una persona, aunque porte un cuchillo de 15 centímetros y esté dispuesto a clavarlo en el pecho, puede ser el fin de la carrera profesional de un policía. Ése fue el razonamiento al que llegó, en cuestión de segundos, la agente en prácticas a la que intentaron acuchillar en Carabanchel (Madrid) el pasado martes. No llegó a apretar el gatillo porque temió “quedarse sin trabajo”.
Pasaban unos minutos de las once y media de la mañana cuando una llamada sonó por la emisora del indicativo ‘C21’: «Hombre armado con cuchillo en una calle del distrito de Carabanchel, en Madrid». Era el primer aviso al que se enfrentaba una joven agente en prácticas que, como otros 34 compañeros de la Escuela Nacional de Policía de Ávila, han sido destinados a esta comisaría de barrio este verano. Son más de mil alumnos en prácticas en total en toda la capital.
Llevaba apenas media hora de su primer patrullaje cuando se enfrentó a una situación de vida o muerte. Cristian, un hombre bien conocido por sus problemas psiquiátricos y residente en el barrio de Carabanchel, había llamado a la Policía y proferido amenazas. Solicitaba la presencia allí de agentes de Policía. Y advertía que iba armado.
Hubo una puñalada
Nada más llegar al lugar vieron al agresor agazapado. Esperando. Salió de su cobertura y se dirigió hacia el coche, que ya había bajado la ventanilla. De un rápido movimiento introdujo su torso en el interior del vehículo policial y lanzó una cuchillada a uno de los agentes. El chaleco antibalas que llevaba evitó que el filo alcanzase la carne. Ahora, como ha sabido OKDIARIO, ese chaleco está siendo analizado en dependencias de la Policía Científica de cara a un futurible proceso judicial.
Los agentes repelieron como pudieron el ataque y el agresor se replegó hacia fuera del vehículo. Los dos policías, uno con años de experiencia en las calles y otra con apenas cuarenta minutos de servicio, intentaron calmar al hombre.
El hombre mostraba una gran animadversión a la Policía. Cuentan los vecinos que todo se originó hace tiempo, tras una riña con su padre por la que fue detenido. Las esposas que le pusieron, como él ha contado en ocasiones a sus vecinos, le apretaban y le hacían mucho daño. Solía mostrar las marcas que dice que le dejaron. Y desde entonces, su obsesión por la Policía le dominaba cuando sufría una de sus crisis psiquiátricas.
“Como una película”
En un determinado momento, Cristian se lanza a toda velocidad contra la agente en prácticas, que apuntaba su pistola HK USP contra el agresor. El hombre llega a lanzar una puñalada dirigida al pecho de la agente, que le roza el chaleco antibalas. El arma es un cuchillo tipo machete, algo oxidado, que acabó ensangrentado de la sangre del propio agresor.
Quienes han podido hablar con la policía relata que recuerda vívidamente esos momentos. Que pasaron muy lentos, “como una película”. Pero que en ningún momento se le pasó por la cabeza apretar el gatillo. Temía que un disparo mal ejecutado pudiese acabar con la vida del hombre. O en el mejor de los casos, sobreviviese, pero a ella le acusasen de falta de proporcionalidad en la actuación y la sancionasen. Un tema en el que se insiste hasta la saciedad en las aulas de Ávila donde se forman los futuros agentes de policía.
“Quedarse sin trabajo”
Ocurrió en cuestión de segundos, pero mientras el cuchillo se acercaba a su chaleco, ella sólo pensaba en que podría “quedarse sin trabajo” si una bala salía de la bocacha de su pistola HK. Por cierto, un chaleco que compró ella misma en una tienda de equipamiento policial de la capital por unos 500 euros. Era eso o ponerse uno de los chalecos ‘por turnos’, con el sudor acumulado de otro compañero tras una patrulla veraniega en Madrid, que la Jefatura Superior de Policía ofreció a los agentes tras dejarles este año sin prendas de protección por un problema burocrático.
No llegó a apretar el gatillo en ningún momento, a pesar de que las imágenes demuestran que pudo haber recibido una herida muy seria. Incluso mortal. La agente confesó a sus compañeros que sabía “que venían refuerzos”. Que otro indicativo, el Z111, estaba en camino en calles adyacentes, y decidió esperarles. Finalmente, otro compañero abatió al agresor con un disparo certero en su tren inferior y se procedió a su detención.
En la cabeza de la agente quizás estuviesen las imágenes de la agente de los Mossos de Cornella a la que persiguió un yihadista con un cuchillo con intención de matarla y al que sólo frenaron los cuatro tiros que le disparó. Ocurrió en agosto de 2018. Fue denunciada por la familia del asaltante y tuvo que someterse al interrogatorio de un juez para demostrar que lo hizo para salvar su vida. Su pesadilla terminó la pasada semana, casi un año después, cuando la Audiencia Nacional archivó el caso. “Esto no es Estados Unidos, aquí un tiro, aún justificado, puede acabar con tu carrera”, aseguran veteranos agentes consultados por OKDIARIO.
Temas:
- Agresiones
- Madrid
- Policía