Los tres encarcelados por el 17-A esperan el juicio en prisiones diferentes y bajo vigilancia especial
En el Centro Penitenciario Castellón ll, en Albocàsser, se encuentra recluido Mohammed Houli Chemlal, el único superviviente de la explosión de Alcanar; en Soto del Real, en Madrid, Driss Oukabir, quién alquiló las furgonetas para los ataques, y en la prisión de Morón, en Sevilla, Said Ben Iazza, que compró los ingredientes para la fabricación de los explosivos. Son los tres únicos encarcelados por los atentados del 17 de agosto, ya que el resto de atacantes fueron abatidos por las fuerzas y cuerpos de seguridad, en las horas o días posteriores a los atentados. Los tres, separador por kilómetros de distancia, esperan en celdas individuales de módulos especiales la apertura del juicio, que podría producirse antes de acabar el año.
Están clasificados por Instituciones Penitenciarias bajo el régimen de FIES 3 Banda Armada, lo que no les permite tener contacto con otros presos. Sólo pueden salir una hora al patio por la mañana y otra por la tarde, el resto del día lo pasan solos. Los tres se pasan el día viendo la televisión, según fuentes de instituciones penitenciarias, rezan en soledad y de vez en cuando dan vueltas o toques con algún balón.
Mohamed Houli Chemlal, melillense de 22 años, es quien más colaborador se muestra con las autoridades para resolver lo qué sucedió las jornadas previas al 17-A. Dice, según su declaración ante la policía, que así se lo ha recomendado su padre. Semanas después de ser encarcelado, tras abandonar el hospital de Tortosa en el que se recuperaba de las heridas por la explosión del chalé de Alcanar, Chemlal pidió volver a declarar para aportar más datos a la investigación. En esa segunda declaración puso sobre la mesa otros nombres, como el de Said Ben Iazza, detenido días después en Vinaroz.
Ben Iazza, el último de los tres en ser detenido, se encuentra en el penal de Sevilla ll. Entró a España en 2010, con 16 años, tras cruzar en ferri hasta Algeciras escondido en los bajos de un camión. Sus primeros tres años en nuestro país ya fueron de reclusión, en varios centro de acogida de Barcelona hasta que en 2014, su tío le ofreció un contrato laboral en Vinaroz, de 14 horas al día los siete días de la semana. Ahí, cinco meses antes de los atentados, conoció a Younes Abouyaaqoub y Mohammed Hichamy, que iban a comprar regularmente mientras preparaban los atentados en el chalé de Alcanar. Abouyaaqoub logró ganarse su confianza hasta el punto que le prestó su documentación y la furgoneta de su tío, aunque la policía no se cree su versión. Con 24 años, Ben Iazza pasa las horas en prisión bajo un sistema de control para evitar que se autolesione. Pronto le revisaran el grado de preventivo, pero de momento lo único que hace es leer libros y revistas en árabe y castellano.
Oukabir, por su parte, espera en Soto del Real el día que deba sentarse en un banquillo de 11 acusados donde ocho no estarán. Fue detenido la misma noche de los atentados, en la comisaría de Ripoll, alegando que su hermano le había robado la documentación con la que se alquiló las furgonetas, algo que como desveló en exclusiva OKDIARIO hace unas semanas era falso. Él, junto a Abouyaaqoub y Hicham, fue a recoger las furgonetas las horas previas a los atentados, pero luego quiso desentenderse. Explicó a la policía que se hermano se despidió de él el día antes de la masacre, con varios abrazos y una petición expresa de que cuidase a su madre. Pero ese día, a esa hora, un testigo lo sitúa en una cafetería de La Rambla junto a Youness Abouyaaqoub. Cuando éste ya había sembrado el pánico, y ya en condición de detenido, fuentes presentes en su declaración en la comisaría de Ripoll aseguran que “rompió a llorar al borde de un ataque de ansiedad” cuando se le notificó que su hermano había muerto.
En Soto del Real mira la televisión, sobre todo el programa ‘Sálvame’, y evita ver programas informativos. A menudo, pide verse con su abogada de oficio, a quien hasta en cuatro ocasiones le ha pedido que solicite su libertad provisional, siempre denegada. En este casi año en prisión, Oukabir ha sido condenado a seis meses de prisión por amenazas a su ex pareja, a quien le decía que “te voy a cortar el cuello”.
Sin haber recibido visitas por parte de familiares en la prisión, habiendo cambiado de correccional en algunos de los casos, Mohamen Houli Chemlal, Said Ben Iazza y Driss Oukabir están a la espera de tener que responder en nombre de los 11 miembros de la célula terrorista cuáles eran sus planes y por qué decidieron matar en nombre de Alá. El futuro judicial que les espera no es fácil, y las condenas a las que se pueden enfrentar les pueden dejar entre rejas hasta tres décadas.