Snapchat vuelve a la casilla de salida en Wall Street con la acción a 16 dólares

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Snapchat Parent Snap Begins Trading On New York Stock Exchange
María Villardón

En marzo de 2016 debutaba en Bolsa la tecnológica Snapchat con la recomendación de las principales firmas de inversión, sin embargo, apenas un año más tarde de su estreno, las acciones de la tecnológica vuelven a estar en los 16 dólares, tal como comenzó. Morgan Stanley, la firma de inversión que apostó por la compañía en su debut en Wall Street, le ha retirado su confianza porque «no confía en su capacidad de competir con otras redes sociales». 

La cúpula directiva de Snapchat liderada por Evan Spiegel ya sabía que no lo tendría fácil, pues su principal competidora es Instagram, una aplicación capitaneada por Facebook. Para llegar a ser rentable y que los inversores siguieran apostando por la compra de sus títulos en Wall Street, Snapchat tenía un año por delante para aumentar sus usuarios que es “lo que realmente tiene valor del sistema”, según los expertos.

Chema López, consultor tecnológico independiente, «el modelo de Snapchat es el menos usados por los anunciantes, y, al final, en una carrera de volumen no hay sitio para tantas redes sociales con vocación masiva y generalista».

En la última semana las acciones han caído a 15 dólares/título, por debajo de su precio de salida a Bolsa que estaba fijado en los 17 dólares. En marzo de este año fue el mes que los títulos de Snapchat alcanzaron su máximo valor: 30 dólares. Desde entonces, el valor se ha depreciado en Bolsa y ha dejado por el camino 13.000 millones de dólares de capitalización, a pesar de haber llegado hasta los 31.000 millones. Todo un logro, por otra parte, teniendo en cuenta su escueta facturación de 500 millones de dólares y con unos números rojos de 2.200 millones de dólares en el primer trimestre de 2017.

Tras el ‘boom’ inicial, en el que las acciones se dispararon por encima del 60%, los inversores tienen la mosca detrás de la oreja y no apuestan por el modelo de negocio de la aplicación del ‘fantasma’. Recientemente, los analistas de Morgan Stanley han reducido el precio de estimación hasta los 17 dólares aduciendo “incapacidad dudosa para competir con otras redes sociales”. De hecho, creen que las acciones se desplomarán alrededor de un 42%.

El experto consultado por OKDIARIO cree que la gente «no está acabando de ver tan atractiva la mensajería efímera de Snapchat». Además, prosigue, «el crecimiento de los usuarios no está siguiendo el patrón de futuro que se tenía en un principio», por eso, justifica, «en la medida que el crecimiento no está yendo por la senda positiva inicial está teniendo efectos demoledores en la capitalización de la compañía». 

Lo curioso del asunto, es que la mismísima Morgan Stanley era la entidad líder de los suscriptores cuando Snapchat debutó en Bolsa. Afirmó, en su momento, que la acción se fijaba en 17 dólares, pero con la promesa implícita de que iría subiendo, cosa que no ha ocurrido. Se apostó por Snapchat con la esperanza de que corriera el mismo futuro de Facebook, Amazon o, incluso, el pobre pájaro de Twitter (que tampoco levanta cabeza), sin embargo, según los analistas, las pérdidas van a enterrar la compañía en los próximos años.

López explica que estos modelos «tienen muchos problemas para capitalizar los usuarios y las herramientas tienen sentido con compañías de mucho volumen. Por eso, si ves una tendencia a la baja los inversores tienen dudas sobre el valor». 

Snapchat tuvo una oferta sobre la mesa, la compañía de Mark Zuckerberg quiso comprarla y ofreció 3.000 millones de dólares, pero ese tren ya pasó. Ante la negativa, Facebook tiró de artillería pesada y decidió simplemente competir con Snapchat e imitar sus breves historia que desaparecían a las 24 horas lanzando Instagram Stories. En el mes de junio, la aplicación de Facebook tenía 250 millones de usuarios frente a los 150 millones de Snapchat.

¿Fue una buena idea dejar pasar la venta al gigante de Silicon Valley? «Nunca sabremos si hizo mal o bien en no vender su modelo de negocio, podrían haber andado solos con más innovación quizá». Pero, «es una pena», concluye, «que todo lo que se construya tenga que terminar en manos de Facebook».

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