El ritmo actual de creación de empleo no permitirá que el paro baje a los niveles de 2007 hasta 2036
Francisco Coll es economista y analista del servicio de estudios del think tank Civismo.
La situación de la economía española, en un escenario en el que ha entrado un nuevo Gobierno en el país, es bastante complicada. La percepción que poseen los distintos organismos sobre la investidura de Sánchez, en coalición con distintos partidos que componen el denominado “Gobierno Frankestein”, es bastante convulsa. Mientras tanto, organismos como CEOE, BBVA o el propio Banco de España exigen reformas.
Las políticas que desean aplicar desde el nuevo Ejecutivo ha despertado la incertidumbre en muchos frentes. Especialmente la derogación de la reforma laboral, que ha ayudado a crear empleo con menores tasas de crecimiento, reduciendo así, de acuerdo con la curva que muestra la Ley de Okun, los niveles exigidos para la creación de puestos de trabajo en el país.
La reforma laboral ha evitado, de acuerdo con la serie histórica, una tasa media de paro del 17% así como la destrucción, de acuerdo con BBVA Research, de casi un millón de empleos por los daños generados por la crisis.
También es cierto que, si observamos el mercado laboral español, su complejidad nos está impidiendo crear empleo de la misma calidad que lo hacíamos antes de la crisis. Es más, de acuerdo con las estimaciones, al ritmo que estamos creando empleo en la actualidad no recuperaríamos la tasa de desempleo de 2007 hasta el 2036.
Si el desempleo lograra volver a los 20,7 millones de trabajadores, la recuperación total del mercado laboral no recuperaría los niveles de antes de la crisis hasta dentro de 16 años. De acuerdo con la serie histórica, de la cuantía de parados antes de la crisis (1,7 millones) hasta la cifra que nos deja la última EPA (3,2 millones), estamos hablando de 1,5 millones de personas que siguen sin trabajo en nuestro país. Ante estos datos, contemplando el ritmo de reducción de paro alcanzado por Sánchez, 22.400 parados menos por trimestre, necesitaríamos 65 trimestres consecutivos con estos mismos niveles de reducción para volver a los niveles previos a la crisis.
La intención de la reforma laboral era la de crear empleo de una forma más dinámica, aunque este fuese un empleo de menor calidad. Y así se hizo, reduciendo la destrucción de empleo y generando la creación de más puestos de trabajo que antes de la reforma.
Sin embargo, en los últimos meses hemos sido testigos como la creación de empleo se está frenando gradualmente. La maduración del ciclo expansivo en la economía mundial ha provocado que, con la desaceleración económica que vive la economía y que está acabando con los crecimientos, la creación de empleo crezca a su menor ritmo desde la implantación de la reforma.
De acuerdo con las últimas cifras de Eurostat, España es de los países que peor parado sale en las estadísticas. Después de Grecia, España es el país con una mayor tasa de desempleo de la Unión Europea.
Examinando el paro juvenil, la situación es aún más decepcionante. En este caso ni Grecia nos supera. Con casi un 33% de desempleo juvenil en el país, España lidera la tasa de desempleo juvenil de la Unión Europea; esta vez en solitario. En otras palabras, uno de cada tres jóvenes españoles se encuentran en situación de desempleo. Una cifra pasmosa, ya que estamos en un escenario en el que se precisa más contratación y natalidad para pagar pensiones. Pero, además de tener pocos jóvenes, los que tenemos no poseen empleo y, por ende, no pueden cotizar.
En este contexto crear empleo es la mayor necesidad del país. No podemos soportar niveles de desempleo tan elevados y, aun así, actuar de forma aleatoria y sin la capacidad de conocer los efectos en el mercado laboral. Algunos acusan de catastrofismo, pero en una situación donde se posee una de las mayores tasas de desempleo de la UE y la reducción de la misma se está ralentizando a niveles mínimos, aplicar las políticas con cautela y rigurosidad es lo mínimo que se debe exigir.
El Gobierno de España, en su deseo de acabar con la precariedad del mercado laboral, se ha empeñado en derogar la reforma laboral, acabando con ella y sustituyéndola por una nueva. Esto preocupa a BBVA, así como a CEOE, a la Cámara de Comercio, al Círculo de Empresario o el Banco de España, por citar a algunos organismos.
Acabar con la reforma laboral que propició un escenario más favorable, y flexible para crear empleo en el país, y más en un escenario en el que la creación de empleo se ha ralentizado, es un error.
La flexibilidad que otorgaba la reforma laboral fue el pilar fundamental para que las empresas comenzasen a crear empleo. Permitió acabar con la rigidez que poseía el mercado de trabajo y gracias a ella se permitió que casi un millón de personas no perdiese su empleo durante el periodo inmediatamente posterior a la crisis.
Reformas como la subida del Impuesto sobre Sociedades, subir el SMI y acabar con la flexibilidad del mercado laboral son la receta perfecta para acabar con la poca creación de empleo que ahora genera el país.