La producción industrial ‘gripa’ en Europa mientras el BCE pide «no subir salarios»

La sede del Banco Central Europeo
Sede del BCE.
Jose de la Morena
  • Jose de la Morena
  • Jose de la Morena, periodista especializado en economía desde hace más de 15 años, desarrolla su labor en el campo de la comunicación desde el prisma de las tendencias, los números y resultados de las distintas compañías. Una tarea que le ha llevado a conocer a fondo el mundo empresarial. Ha trabajado también en comunicación corporativa y como asesor para distintas marcas internacionales e institucionales.

La producción industrial en Europa está tocada. La tensión con China, la falta de suministros energéticos propios y la ausencia de una línea común que haga crecer al sector hacen que los datos, aunque repunten, sigan siendo negativos. El dato de enero fue tan malo que el de febrero parece positivo. Crece un 0,8%, respecto a ese mes de enero, la producción industrial en la zona euro. Pero la realidad es que, mirando en términos interanuales, respecto a febrero de 2022, la caída es del 6,4%. No solo no crece, sino que cae con crudeza. Una realidad acorde con la subida de tipos de interés del BCE, para quien los salarios todavía son muy elevados, a pesar de que los malos datos económicos sitúan ya en la senda de la bajada de tipos para el próximo mes de junio.

La producción industrial de la eurozona registró el pasado mes de febrero un crecimiento del 0,8% respecto del mes anterior, cuando había caído un 3%, mientras que en comparación con el mismo mes de 2023 el descenso fue del 6,4%, según ha informado este lunes Eurostat.

En el conjunto de la Unión Europea (UE), la producción industrial se amplió un 0,7% respecto de enero, cuando se contrajo en un 2,7%. En comparación interanual, la producción industrial retrocedió un 5,4%.

Solo entre los países del euro, la fabricación mensual de bienes de consumo no perecederos subió un 1,4%, la de bienes de capital un 1,2% y la de bienes intermedios otro 0,5%. Por el contrario, disminuyó la generación eléctrica en un 3% y un 0,9% la producción de bienes de consumo perecederos.

Entre los Veintisiete, se elevó el volumen de los bienes de consumo no perecederos en un 1,7%, un 1% para los bienes de capitales y un 0,9% en los bienes intermedios, aunque la energía y los bienes de consumo perecederos cedieron un 3,3% y un 0,5%, respectivamente.

Entre los Estados miembros sobre los que se dispone de datos, los mayores descensos mensuales se registraron en Croacia (-4,6%), Lituania (-3%) y Bélgica (-2,7%), mientras que los mayores aumentos se observaron en Irlanda (+3,8%), Hungría (+3,5%) y Eslovenia (+3,3%).

Respecto de febrero de 2023, la producción de bienes de capital en la eurozona cayó un 8,9%, seguida de descensos del 6,1% para los bienes de consumo perecederos, del 4,3% en los no perecederos, del 3,6% de la energía y un 2,7% en los bienes intermedios.

En el conjunto del bloque comunitario la evolución fue similar tras anotarse una bajada del 7,5% en los bienes de capital, del 4,7% en los bienes de consumo perecederos, del 3,9% en los no perecederos, del 3,5% en la energía y, por último, del 2,5% en los bienes intermedios.

En términos interanuales, los mayores retrocesos se registraron en Irlanda (-36%), Bélgica (-12,7%) y Bulgaria (-8,4%) y las subidas más intensas se anotaron en España (+3,5%), Eslovenia (+2,8%) y Dinamarca (+2,7%).

Estos datos se suman a las presiones que recibe el Banco Central Europeo, y a ellos se ha referido Philip Lane, uno de los miembros de su consejo. Para Lane, «la caída en algunos sectores es temporal», y permite que, a su vez, se dé un mayor control de precios. En todo caso, y pese a este tipo de datos, se muestra más preocupado por una elevada inflación en el sector servicios, «que se mantendrá elevada durante la mayor parte de este año». Para que el objetivo del 2% pueda alcanzarse, Lane ofrece una receta que no sólo pide moderación en los costes industriales o de servicios, así como en los precios finales, sino que espera una «desaceleración del crecimiento salarial», que considera «necesaria» antes de dar por cerrada la crisis de precios que ha traído consigo la subida más rápida de tipos de interés de la historia del Banco Central Europeo.

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