La financiación «singular» de Aragonés o cómo alcanzar la independencia fiscal de Cataluña
El plan de financiación «singular» para Cataluña no tiene fisuras. Bueno una, que Sánchez no lo aceptara y perdiera la confianza de Esquerra en el Parlamento. Pero eso, no va a pasar. Aragonés no sólo quiere que la Generalitat gestione y recaude los impuestos generados por su región, también, salir del régimen común de financiación. Traducido: convertirse en un País Vasco o Navarra, es decir; la independencia fiscal.
La gran diferencia con las vascongadas, es que Cataluña jamás ha sido reconocida fiscalmente como unidad independiente ni con completa autonomía hacendística. Algo que Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa o Álava sí han disfrutado y desde hace cientos de años. Son provincias que, en palabras del Estatuto de Bayona de 1808, gozaban de «fueros particulares». Pero incluso entonces, su examen se basó en lo que juzgó como «más conveniente al interés de las mismas provincias y de la Nación». Y ahora, ¿pueden decidir los españoles si cambiar el sistema de financiación de Cataluña es bueno para el resto de España?
Nuestra Constitución es clara al respecto: «ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales» pero, ojo: en caso de actualizar el régimen foral, se llevará a cabo «en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía». Nuestra Carta Magna no reconoce tales derechos históricos a Cataluña. Es decir; no valdría con que el Parlamento catalán aprobara por mayoría una modificación del Estatut para otorgarse un régimen de financiación propio. Esta norma básica de Cataluña ha de respetar a una que está por encima de ella misma: la Constitución.
Por tanto, la propuesta de financiación de Aragonés no sería «singular», sino ilegal. Bueno, sólo si el Tribunal Constitucional de mayoría progre estimara los recursos que se interpondrían contra ella. Sólo si el órgano presidido por Conde-Pumpido volviera a ser garante de la Ley de leyes y no un laboratorio a la carta de Sánchez. ¿Sería capaz el Constitucional de avalar una modificación inconstitucional del Estatut? Cosas peores llevamos ya vistas el último año y medio. Ahora bien, alcanzada la independencia fiscal de Cataluña -que no financiación «singular»-, los principios de igualdad ante la Ley y de solidaridad interterritorial se entenderían conculcados y, por ende, habría que acudir a los tribunales europeos ante una posible vulneración del TFUE (Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea) pues, como bien explicó el economista y experto fiscal Julián Salcedo, generaría «ciudadanos de primera y de segunda».
En conclusión, la independencia fiscal de Cataluña comportaría de facto su independencia. Basta ya de eufemismos de financiación «singular». Porque no, no «acaban ganando», sino imponiendo sus leyes, al más puro estilo Chávez. Aragonés no contará con un «amplio apoyo» -ni siquiera de los catalanes-, como nos intenta hacer creer.
Este experimento tributario de Aragonés y Sánchez podría terminar despertando a los españoles que, hastiados de sufrir presión fiscal y la merma de su poder adquisitivo, ven cómo el Gobierno de la Nación trata de forma diferente a unas y otras comunidades.
Y no hay nada más peligroso que un sistema tributario que deja de ser justo. El fisco está llamado a recaudar de todos y a repartir en función de las necesidades de cada región. Se llaman igualdad y solidaridad interterroritorial y nuestros padres firmaron la Constitución porque recogía dichos principios. Porque entonces y ahora es de justicia que las Comunidades Autónomas deficitarias reciban financiación de las demás. Si Hacienda dejamos de ser todos, España despierta.