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Este país europeo es ideal para los trabajadores digitales españoles: casi no pagan impuestos

Este país europeo es ideal para los trabajadores digitales españoles: casi no pagan impuestos
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Para los trabajadores digitales españoles, hay un país europeo que es un auténtico paraíso porque se pagan muy pocos impuestos: Estonia. En primer lugar, destaca por tener una baja tasa impositiva de sociedades en la Unión Europea, estableciendo un tipo único del 22%. Además, se rige por un sistema de tributación territorial, lo que implica que solo se gravan los beneficios generados dentro del territorio estonio, eximiendo de impuestos aquellos obtenidos fuera del país.

Para evitar la doble imposición, Estonia ha suscrito tratados al respecto con varios países, garantizando que los negocios no sean gravados dos veces por los mismos ingresos tanto en Estonia como en sus países de origen. Asimismo, la declaración de impuestos en se distingue por su agilidad y simplicidad. El sistema permite realizar declaraciones en línea en cuestión de minutos, facilitando el proceso para los contribuyentes.

Además, el sistema concede una exención de impuestos a los beneficios reinvertidos en el desarrollo y crecimiento del negocio hasta que se distribuyan. Esta medida busca fomentar la inversión en el fortalecimiento de las empresas.

Finalmente, Estonia ofrece un entorno fiscal estable y transparente. Sus leyes fiscales son claras y predecibles, generando confianza tanto en inversores como en empresas que operan en el país. Este contexto favorable contribuye a la seguridad jurídica y financiera en el ámbito empresarial.

Estonia, el mejor país europeo para los trabajadores digitales españoles

En Estonia, por ejemplo, no se paga una cuota de autónomo, eliminando así una cantidad fija al mes. En cambio, en España, los autónomos deben abonar la cuota correspondiente mensualmente, independientemente de sus ingresos. Además, cada trimestre, se deben pagar impuestos sobre la renta (IRPF) junto con el impuesto sobre el valor añadido (IVA).

Un aspecto importante a destacar es que, siendo autónomo en Estonia, no es obligatorio asignarse un salario; se puede utilizar directamente el dinero de la cuenta bancaria de la empresa. En cambio, una empresa en Estonia opera como cualquier otra, requiriendo que se establezca un salario o se distribuyan dividendos para retirar fondos a las cuentas personales.

Sistema tributario

En Estonia, el sistema tributario se destaca por su enfoque progresivo y favorable tanto para empresas como para individuos. El Impuesto sobre Sociedades grava a las empresas con un 20% sobre los beneficios distribuidos a los accionistas, eximiendo los beneficios reinvertidos internamente para impulsar la capacidad productiva de la empresa.

Además, los dividendos distribuidos están exentos de tributar, ya que los beneficios han sido gravados previamente con el impuesto sobre sociedades. Notablemente, las empresas pueden compensar los impuestos adeudados sobre beneficios distribuidos tanto contra pérdidas pasadas como futuras, proporcionando flexibilidad financiera.

En cuanto al Impuesto sobre la Renta, Estonia aplica un tipo impositivo único del 20% para todos los trabajadores, reduciendo los incentivos para la simulación societaria. Aunque el tipo nominal es uniforme, existen deducciones y bonificaciones fiscales que benefician especialmente a las rentas más bajas, generando un sistema efectivamente progresivo.

En relación con el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, Estonia adopta un enfoque que minimiza las distorsiones al gravar únicamente el valor del suelo, eximiendo la inversión en estructuras residenciales y no residenciales. Este enfoque busca preservar la inversión en propiedades dentro del país al no gravar las construcciones sobre el suelo, brindando estabilidad al mercado inmobiliario.

El diseño del sistema impositivo en Estonia no solo implica una disminución de los ingresos públicos, ya que estos son superiores al 38,8% del PIB, sino que también conlleva dinámicas menos desiguales. El índice Gini de Estonia ha experimentado una reducción significativa, disminuyendo de 36 en el año 2000 a 30,6 en la actualidad. Este valor lo sitúa por debajo de países como Italia, España, Grecia, Portugal y Alemania, reflejando una distribución más equitativa de los ingresos en la sociedad estonia.

Principios clave

La política tributaria estonia se caracteriza por su orientación clara hacia la creación de riqueza para el mayor número posible de ciudadanos. El impuesto de sociedades se mantiene en un 20%, pero se aplica únicamente a los beneficios distribuidos a los accionistas, no a aquellos reinvertidos para expandir la capacidad productiva de las empresas. No existe un impuesto sobre dividendos, eliminando así la posibilidad de una doble imposición.

La simplicidad es fundamental en el éxito del sistema fiscal estonio. Los trámites, desde el pago de impuestos hasta la creación de empresas, son ágiles y eficientes. La simplicidad se refleja en la tasa única del 20% aplicada al IRPF, IVA y el Impuesto de Sociedades, con excepciones para rentas más bajas y un enfoque claro en facilitar procesos para los contribuyentes.

La eficiencia es una prioridad en Estonia, buscando mantener o mejorar los resultados con los mismos o incluso menos recursos. Para lograrlo, se implementó un software único y la centralización de datos en una base interconectada en tiempo real (X-ROAD) entre agencias estatales y bancos comerciales.

Los impuestos estonios siguen el principio de neutralidad, diseñados exclusivamente para recaudar fondos sin buscar premiar o castigar decisiones individuales. La Hacienda pública no interviene para fomentar o desincentivar inversiones o empresas específicas.

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