Responsabilidad Social Corporativa (RSC)

Cuando tener agua cerca equivale a ir a la escuela

En algunos rincones de África y América Latina, el agua es un tesoro difícil de encontrar. Ferrovial ha puesto en marcha, por décimo año consecutivo, el programa ‘Infraestructuras sociales’, que tiene como objetivo ampliar y mejorar el acceso a este bien de primera necesidad.

Cuando tener agua cerca equivale a ir a la escuela
pozo

Ferrovial ha invertido un total de 5,5 millones de euros en 25 proyectos distribuidos por ocho países durante la última década. Gracias a la implantación de diversas fuentes y pozos, se ha aumentado la cantidad y calidad del agua para el uso de los hogares, colegios y dispensarios de los poblados. La llegada de sus ‘nuevos vecinos’ ha mejorado la calidad de vida de más de 225.000 personas.

Ahora, los niños han cambiado el camino a la fuente por el camino al colegio. La aparición de estas fuentes se traduce en un aumento de la asistencia escolar, ya que se reduce de tres horas a media hora el tiempo de distancia a un pozo de agua. Hoy, lo tienen a menos de un kilómetro de sus casas.

«El primer proyecto que desarrollamos en Serengeti (Tanzania) nos impactó mucho. Lo llamamos Maji Ni Uhai, que en suajili significa «agua es vida». Nos dimos cuenta de que había muchas niñas que no iban al colegio durante su periodo de menstruación porque no tienen letrinas separadas y perdían el ritmo de la clase. Tampoco las mujeres podían ir a trabajar. Con la aparición del proyecto, que se dilató tres años, ahora pueden asistir», cuenta Cristina Moral, gerente de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de Ferrovial.

Cuatro proyectos al año

Ser «el elegido» no es fácil. Ferrovial abre una convocatoria dirigida a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) cuyos proyectos se centren en proporcionar agua a las comunidades. Tras un mes y medio, analizan los proyectos y en septiembre seleccionan tres o cuatro iniciativas para desarrollar durante el año. Uno de ellos, como condición sine qua non, siempre se desarrolla en África.

«Analizamos el punto técnico y también la sostenibilidad del proyecto. Ferrovial no cae como paracaidista en una zona: pedimos a las ONG que nos describan su iniciativa y detectamos si tienen contacto con el poblado para diseñar el proyecto, que tiene en cuenta la ‘voz’ de la comunidad y el papel de las mujeres en la sociedad», apunta Moral.

La ejecución del proyecto dura doce meses. Y tiene un fondo especial porque quienes ponen los ‘primeros ladrillos’ son trabajadores voluntarios de la compañía. Un total de 117 empleados son voluntarios del programa: viajan a los terrenos y apoyan el proyecto de forma telemática. «Antes sólo llevábamos a ingenieros y especialistas en agua, pero ahora también hemos incluido un perfil de comunicación y Recursos Humanos».

En total, la compañía financia un 80% de la infraestructura; mientras que la ONG local colaboradora aporta el 10% y el poblado que va a recibir el agua aporta el 10% restante, no con dinero sino con mano de obra. «Queremos que formen parte del proyecto y conozcan su funcionamiento. Cuando lo construimos y nos vamos debemos de asegurarnos de que existe un compromiso por parte de la comunidad a la hora de recibir esta infraestructura de agua. Queremos que exista sensibilización en el uso adecuado del agua», indica la gerente de RSC de Ferrovial.

Más de 30.000 beneficiarios en África

El lugar de origen del proyecto no repercute en las cuentas. No hay gran variedad en los presupuestos, pero sí en los beneficiarios: mientras que en África el número asciende a 30.000 personas, en América Latina la cifra se reduce hasta 2.000 personas.

«En África las estructuras son distintas: se ponen fuentes comunitarias de agua a un kilómetro de distancia del poblado; mientras que en América Latina el agua ya está implantada y llevamos prácticamente el grifo a sus casas».

La intervención más común es la construcción de un pozo. «Lo perforamos, llevamos el agua a través de una bomba, que tiene una vida útil de 20 años, y creamos un depósito de 5.000 litros. El agua que sale del pozo se manda al depósito, después se conduce a una depuradora para filtrarla. Pasado el filtro, se conduce a las casas».

Formación de la comunidad

Ferrovial deposita la semilla para plantar el árbol. Pero, para que sobreviva, hay que cuidarlo. Por ello, la compañía invierte en formar a las personas de la aldea en fontanería y conocimientos de depuración para que manejen los niveles del cloro.

Siempre permanecen vigilantes, lo que prácticamente asegura el éxito del proyecto. «A los tres años se siguen haciendo auditorias y nos aseguramos de q la ONG se queda en la zona y ayuda a la comunidad. Todo sigue vivo, nos mandamos Whatsapp con los fontaneros, los voluntarios…».

Según los cálculos de la compañía, el proyecto se cierra en la zona con un incremento de asistencia escolar y un descenso en los registros de los centros de salud por enfermedades epidérmicas y diarreas. «Hay mucha evolución y tiene un impacto económico en la zona».

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